Capítulo 18

Marcos estaba sumamente confundido. Andrew estaba frente a él, se veía sumamente enojado. Este lo miraba con rabia y Marcos no sabía la razón. Hasta el momento, ambos habían tenido una buena relación de amistad.

-No esperaba que vinieras a mi oficina -dijo Marcos, un tanto incómodo-. ¿Necesitas algo?

-Creo que está muy clara la razón de mi disgusto. Si no lo está, tenemos un problema.

-No lo entiendo. Tampoco sé la razón por la que viniste a mi oficina. Pudiste llamarme y hubiésemos hablado con más calma.

-No es necesario. Seré breve. ¿Por qué hicieron que mi hija se casara?

La voz de Andrew revelaba su angustia, mientras su rostro se veía más lamentable de lo normal. Marcos se sintió culpable. Cuando el trato se llevó a cabo, él dudó mucho. Pero Ana, su esposa, lo convenció recalcándole su mala situación en la empresa.

-Yo... lo siento, Andrew. Estábamos pasando por una mala situación. Tuve miedo de caer en quiebra. De repente, la familia Laurent nos ofreció ayuda a cambio de un matrimonio arreglado. Anabel accedió y Ana pensó que sería una buena idea.

-¡Te pedí que cuidaras a mi hija! ¿Qué hiciste? Ella no puede ser tu ficha de intercambio. Mejor que nadie sabes todo lo que he hecho para mantenerla bien. Ese idiota ni siquiera sabe que mi hija está enferma. Si algo le pasa a mi hija, será tu culpa. Por años confié en ti. Puse a la única persona que me quedaba en tus manos. No entiendo la razón por la que de repente pasó algo así. Incluso he pasado estos meses enviando dinero y mi hija no estaba con ustedes.

-Espera, no hicimos nada con malas intenciones. La familia Laurent nos prometió cuidar de manera apropiada a Anabel. Ana dijo que dejaste de enviar dinero hace meses. Yo no sería capaz de hacer algo en contra de Anabel. No soportaría que algo malo le pasara. Es desagradable pensar algo así.

-¿Desagradable? Estamos hablando de mi hija. Tengo derecho de preocuparme. Me rendiré contigo. Ya no vale la pena enojarme. Pero quiero de regreso el dinero que envié estos dos meses. Mi hija dejó de ir al hospital, pero Ana siguió recibiendo dinero.

- ¿Dinero? ¿De qué hablas?

- ¿Quieres que te muestre las transacciones? Le he dado a Ana el dinero de los medicamentos y consultas de Anabel. Lo quiero de regreso, ya que descubrí que mi hija no está con ustedes.

Marcos se quedó en silencio. ¿Su esposa recibió dinero? Pero si Marcos recordaba haber pagado un par de veces los medicamentos de Anabel, él era la persona encargada de llevarla a sus consultas y siempre las pagaba. ¿Qué estaba pasando?

- Pero si Ana dijo que no tenías dinero, yo he pagado todo lo de Anabel estos meses hasta que ella se fue.

- Bueno, Ana te mintió. No tengo tiempo para sus problemas maritales. Regresa mi dinero y busca una manera de disolver el matrimonio de mi hija. No permitiré que la sigan usando.

Andrew no dejó que Marcos hablara y simplemente salió. Estaba cansado de todo. Su vida estaba tomando rumbos estúpidos y lamentables. Debía ponerse más en orden. No debía permitir que su hermana siguiera pisoteándolo.

Marcos estaba ansioso. Era obvio que Andrew estaba siendo honesto. Pero si lo que Andrew decía era cierto, significaba que su esposa le había mentido. No solo eso, había estado recibiendo dinero a sus espaldas. Pero Marcos no le preguntaría de forma inmediata. Él iba a revisar los movimientos de la cuenta de su esposa.

Marcos se sentía mal. Jamás había sobrepasado los límites. Siempre respetó la privacidad de su esposa. Pero no podía negar que esta tenía una actitud sospechosa. Ella fue la más insistente cuando Anabel tuvo que casarse. Marcos creyó que ya le había informado a Andrew. Eran hermanos después de todo. Lo que Marcos no sabía era que no todos los hermanos se quieren o se llevan bien. Y Ana, su esposa, era el claro ejemplo de eso. Ella aborrecía a su hermano con todo su corazón. También odiaba a Anabel. A ella más que a Andrew y esto solo por parecerse físicamente a su madre.

Finalmente, Marcos fue consciente. Sus ojos fueron abiertos de golpe. Los movimientos irregulares en la cuenta de su esposa eran la prueba. Los ingresos eran excesivos. Había recibido cantidades altas de su hermano y también transferencias desde la empresa. Marcos estaba decepcionado. Su esposa había desviado dinero hasta su cuenta. Él confiaba en ella, pero ella abusó de esa confianza.

Lo que más lamentaba era ver cómo casi todo el dinero era enviado a la misma cuenta, pero esta no era ninguna de su esposa. El titular era un hombre. Aquel presentimiento hacía que le doliera el pecho, pero tenía bastantes pruebas. Su esposa lo había estafado y probablemente estaba teniendo una aventura.

Lo primero que hizo Marcos fue vaciar las cuentas. De todos modos, el dinero que había en estas era suyo y de Andrew. La mujer adoraba el dinero mucho más que nada. Su mejor castigo sería quitárselo.

Marcos estaba sumamente decaído. Ni siquiera tenía ganas de seguir trabajando. Estuvo junto a una mujer falsa durante muchos años. Ni siquiera imaginaba la cantidad de cosas de las que ella era capaz. Tampoco quería siquiera pensarlo. Estuvo tan cegado por Ana que terminó despidiendo a personas de confianza cuando creyó que le estaba robando. Cuando la única culpable estaba bajo su mismo techo, se sentía estúpido. Ni siquiera quería ver a Ana, pero lo más seguro es que la vería apenas llegara a casa.

Por su parte, Andrew estaba yendo a la casa de Damián. Debía hablar con su hija. Lo necesitaba, ella lo necesitaba y no estaba dispuesto a rendirse. Él debía dar la cara por Anabel. Después de todo, ella era lo más valioso que tenía.

Aunque Andrew odiaba a Damián, era un completo idiota y un dolor de muelas. Él haría que estar cerca de su hija fuera más difícil todavía. Andrew no entendía la razón por la que una persona como Damián estaba junto a su hija. El hecho de que no le importara Anabel ya era grave. Andrew estaba dispuesto a pelear para ver a su hija. No se rendiría.

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