Capitulo 18.

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El sonido era ligero. Las espadas resonaban una contra la otra desde el campo de entrenamiento.

Iris estaba sentada en la sombra de los árboles, viendo como los gemelos practicaban en compañía de los demás caballeros, habían sido invitados.

Incluyendo su hermano Cedric.

Hoy era un día en que compartía su tiempo con sus dos hermanos mayores favoritos. Era algo que tanto Richie como Archie lo habían establecido, y no existía una razón por la que debiera negarse.

Pero era aburrido mirarlo.

Iris dejó la taza de té sobre la mesita de campo que las sirvientas le habían traído y se levantó, miró por última vez antes de caminar.

Atrás del campo de entrenamiento había un bosque gigante, era una buena manera de entretenerse.

Iris caminó un poco, es verdad que había escuchado que en ese enorme bosque vivían ciertas criaturas dentro de ella.

Pero no eran peligrosas.

Entonces, continuó con su camino adentrándose dentro del bosque sin siquiera medir las consecuencias de sus actos.

De hecho, Iris solo tenía 12 años.

No era del todo su responsabilidad que la descuidaran.

Sujetó los bordes de su vestidos, manteniéndolo limpio durante todo el tiempo para que sus hermanos no se molestaran si se enteraban de que ya no estaba ahí.

Tocó los troncos de los árboles con cuidado.

Lo único que siempre le interesó un poco fueron las plantas. Le gustaba cuidar de ellas.

“¿Qué ellos la van a cuidar? Sí, claro”, murmuró alzando su espada, “¡es muy pequeña aún!”.

Esa voz llamó la atención de Iris y se mantuvo quieta.

Se trataba de Cedric.

¿Él no debería estar en el campo de entrenamiento?

“Ni siquiera me gusta esto, esa tonta de Iris...”, musitó viendo la espada, “si tan solo fuera más fuerte”.

Iris soltó su vestido y se acercó con cuidado, esperando que no pudiera notar que ella estaba ahí. Sabía que sería muy extraño para los dos.

En la mansión, ni siquiera pronuncian una sola palabra entre los dos. A penas cruzan miradas. Iris creía fielmente que Cedric la odiaba.

Y Archie se lo había dicho muchas veces.

Puso su mano sobre la corteza del árbol, viendo escondida a Cedric. Él también estaba usando ropa de entrenamiento y traía consigo una espada de madera.

Él se veía bastante agotado.

“Richard y Archibald pudieron conseguir esto cuando eran pequeños, yo también debería...”, se alentó.

Iris lo observó con mayor atención, Cedric sostuvo su espada en posición de ataque y al mismo tiempo, intentó encender su bendición.

Las bendiciones que ellos tenían, poseían un poco de maná milagroso que usaban en el campo de batalla, así que todos los descendientes varones pertenecientes a la familia Blister, debían saber usarlo.

Y no solo eso, lograr potenciar sus capacidades con ello.

*¡Cough!*

Iris intentó acercarse cuando lo vio caer, pero retrocedió de inmediato. Él no podía saber que estaba ahí. Cedric se sentiría muy avergonzado de verla en ese lugar.

Pero lo que no entendía, era su actitud de ahora y la que había en la mansión.

Ellos dos nunca se habían llevado bien, sus hermanos siempre le dijeron que Cedric la odiaba. Y últimamente, había comprobado que todo lo que dijeron era verdad.

Cedric y ella no eran compatibles, nunca lo serían.

Sin embargo, seguía siendo su hermano mayor y estaba enterada un poco de que él era enfermizo. Demasiado.

¿Y sí se acercaba a él?

Podía ayudarlo a mantenerse de pie, podría buscar a las criadas para que cuidaran a Cedric y de esa manera, se sintiera mejor.

Muchas veces, Richie y Archie le habían dicho que Cedric tenía un mal carácter, que con eso podría lastimarla mucho.

Pero Cedric nunca la había golpeado como...

“¿Qué haces tú aquí?”, preguntó.

Iris levantó su mirada y se encontró de lleno con los ojos rojizos de Cedric, él estaba frente a ella.

“¿E-Estás bien?”, le devolvió la pregunta, subiendo su mano, “Tú... Te ves mal”.

Cedric frunció el ceño. Se veía molesto.

“Vete de aquí, niña. Eres tan débil como una simple ardilla, ¿por qué no regresas con tus protectores?”, la echó con desprecio.

Iris tragó saliva, ella no era una ardilla. Pero Cedric ni siquiera se veía tan enojado como le habían dicho que sería.

“Y-Yo no soy una ardilla, solo quería saber si estabas bien”, miró el suelo apretando la tela de su vestido, “eres mi hermano también”.

Por un momento, hubo silencio. Iris creyó que su hermano ya se había calmado y solo le respondería su pregunta, hasta que sintió la mano de Cedric sobre su hombro.

Iris levantó su mirada más aliviada, esperando que Cedric le dijera con palabras amables que estaba bien y que podía quedarse con él. Al menos, una palabra para que su preocupación se fuera.

“¡Iris! ¡¿Dónde estás?!”, exclamó Richard cerca de ahí.

Iba a mirar hacia atrás, esperando que su hermano supiera dónde estaba y que se encontraba bien con Cedric.

Y no fue que, sintió un fuerte empujón proveniente de su hombro.

“¡Te dije que te fueras, niña idiota!”, exclamó con completo desprecio.

Iris había caído mal y se había golpeado contra una piedra grande cerca de su brazo, aquello provocó que le doliera demasiado y salieran pequeñas lágrimas de sus ojos.

Él no se me equivocaba, ella sí era muy débil.

“¡Iris!”, exclamó al encontrarla, “¡¿estás bien?! ¡¿Qué fue lo que te pasó?!”.

No podía mover parte de su brazo, la caída fue tan repentina que no logró caer bien.

“C-Cedric…”, intentó hablar, pero las lágrimas le impedían hablar.

Richard abrazó a Iris y miró mal a Cedric, luego de eso llegó Archibald.

“Tú, maldita sangre débil, ¿qué le hiciste a Iris?”, preguntó Archibald, con frialdad acercándose a Cedric, “¿Crees que es gracioso empujar a nuestra hermanita?”.

Richard la tomó entre sus brazos con cuidado, mientras seguía mirando a Iris. La única preocupación ahora era ella.

“Ella me molesta. ¿Por qué no se llevan lejos de mí a su ardilla? Ni siquiera debería estar aquí, no, ¿tan siquiera por qué eres de nuestra familia?”, despreció con mayor fuerza.

Iris logró escucharlo y se decepcionó. Se sintió triste. Estaba llorando peor que antes.

*¡Pamp!*

“¿Quién te crees que eres, débil?”, lo agarró por el cuello de su camisa tras golpearlo, “Ni siquiera puedes utilizar magia”.

Iris quiso intentar detener la pelea que se iba a formar, pero Richard se dio vuelta llevándola lejos de ahí.

Por un momento, aunque fuera un milésimo segundo, creyó que tendría oportunidad. Era imposible acercarse a Cedric, lo único que hacía era lastimarse más.

Ellos nunca serían buenos hermanos.

-x-x-

Me senté sobre mi cama y miré hacia el escritorio.

Las flores de Azalea seguían allí, hasta el momento solo había bebido un poco de té de esas flores. Me aterraba pensar que todo podría volver a lo que era.

Esas plantas han florecido bastante bien, mis cuidados han sido perfectos, pero solo lo he hecho por egoísmo. Porque deseaba morir en paz.

Me he mantenido hasta ahora porque Cedric me lo pidió, pero ¿he hecho algo para cambiar mi destino?

Es horrible.

¿De verdad no existe algo que yo pueda hacer por mí?

Sé que desear la muerte es malo. Ya he pecado contra Dios y él me devolvió a la vida, si desprecio su regalo otra vez, ¿qué me esperaría?

Sin embargo, es difícil. La vida que me ha tocado es desafortunada. La peor de todas.

Junté mis manos. Incluso si no he vuelto a consumir las Azaleas, ya las bebí una vez y sus efectos sucederán de todas maneras. Solo que muy lentamente.

No, si Cedric supiera de esto, estaría muy preocupado. Tal vez me enviaría con un doctor para que mi cuerpo pudiese mejorar.

Él no quiere que muera, eso ya es un hecho.

“Iris, ¿ya te sientes mejor?”, preguntó Cedric, entrando a la habitación, “Espero que padre no diga nada malo por esto... ¿Iris?”.

Miré a mi hermano. Se veía un poco más ansioso. De seguro habían llegado por fin.

Archibald y Richard. Ellos eran mi peor pesadilla en esta vida.

A diferencia de mi padre, que solo fue indiferente a mí y el único mal que provocó fue aceptar ese matrimonio político. En cambio, los gemelos arruinaron mi vida entera.

Bueno, ya es algo que he recordado muchas veces durante todo este tiempo.

Me aterra un poco.

¿Será que le harán algo a Cedric si se dan cuenta de mi cambio?

No, es imposible. No recuerdo que alguna vez le hicieran daño a Cedric, es decir, existían límites que los dos nunca sobrepasaban para no verme llorar.

Ellos se sentirían muy mal si le hacen algo a Cedric.

Puedo usarlo como ventaja para que no lastimen a mi hermano.

“¿Te sientes muy mal? No quiero que te presiones mucho, sabes muy bien que he hecho todo para que estés bien”, recordó caminando hacia ella, “Quiero que sepas, y es muy importante, que haré todo lo posible para protegerte”.

Cedric se sentó a mi lado, tomando mis manos mirándome con preocupación.

Suspiré. No dudo de sus palabras.

Me da mucho miedo saber que si no hago nada, el futuro que tanto quiero evitar, se volverá a repetir.

Sé que tarde o temprano, volveré a conocer a Arthur. Pero no quiero regresar a él.

Él solo me hará más daño del que he sufrido hasta ahora.

“Lo sé muy bien, hermano”, murmuré.

Ya no quiero preocuparlo esta vez ni nunca más. Debe estar cansado, y si se ocupa de mí, de seguro volverá a enfermar.

En el futuro, Cedric caerá muy enfermo y casi ni podrá levantarse. Si eso sucede otra vez, él ni siquiera podrá ayudarme.

“¿Sabes lo mucho que me preocupas, verdad?”, habló mirando hacia las flores, “A veces, nunca sé qué es lo que piensas Iris y eso me asusta”.

¿Por qué lo asustaría?

“¿Qué quieres decir?”, pregunté.

Debe saber que todo está bien conmigo. Quiero que él no enferme por estrés ni salga lastimado. Si esta vez no puedo morir, me iré lejos de esta vida.

Así todo estará bien.

“Me da miedo perderte, Iris”, confesó, “Tras saber todas las cosas que ellos dos hacían, supe que no podía dejarte sola porque de ser así, te perdería”.

Lo miré al rostro. Si en el pasado, hubiera sabido todo el dolor que estaba sufriendo en esa mansión en completa soledad como Duquesa, ¿él me habría salvado?

No, incluso si me di cuenta muy tarde de todo el daño que mis hermanos mayores provocaron en mí, ¿Cedric me salvaría?

“¿Qué pasa si un día ya no lo soporto más?”, pregunté, “Cedric... He deseado morir todo este tiempo”.

Fui honesta, él podría entenderme un poco

“Richard y Archibald son aterradores, hermano. ¿Y sí vuelven por mí? No... ¿Sabes cuán sola he estado? Sé que tú me quieres, pero...”, no pude seguir hablando.

Cedric me había abrazado.

Él no tiene ni la menor idea de cuánto he pasado, sé que todo fue real y que puede volver a suceder. Aunque sepa utilizar mi bendición, sé que nada detendrá a mis hermanos.

¿Realmente podré ayudar en algo?

“Ya lo prometí una vez, Iris. No pienso dejarte ir, ni siquiera se te ocurra morir antes que yo”, murmuró, “Quiero que llegues más lejos en la vida porque eres lo único que me queda”.

Suspiré. Haré todo lo posible para que cumplir con ese deseo que Cedric quiere.

Es lo único que realmente me queda.

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