Todos cambian por una razón.
Es lo que había sucedido esta vez. En su segunda oportunidad, Iris había cambiado su vida con tan solo unas palabras.
“—Te detesto, hermano”.
Fue sorprendente. Solo algunas criadas habían escuchado la discusión de ambos hermanos, pero cuando pasaron algunas horas desde que Iris se desmayó, algo más sucedió.
Cuando el Vizconde no estaba en la mansión, quien podía tomar las riendas de poder, era Richard. Él sería el siguiente heredero de los Blister, es decir, que era normal y aceptable que tomara decisiones sin avisarle al actual Vizconde.
Pero quien se supone estaba a cargo de la mansión esas semanas, era Cedric no Richard.
“¿Dónde está la doncella de Iris? Si nadie quiere morir, traigan a esa criada”, ordenó.
Desde hace mucho tiempo que Kristell, la doncella oficial de Iris, no se había encargado de ella. La persona que había tomado ese papel sin avisarle a nadie, era Halsey.
“S-Señor, no puede hacer esto. Hay protocolos y formas para..”, Erwin no pudo seguir hablando.
Richard traía consigo su espada de plata bendecida por los Santos de la Iglesia. Una de las más poderosas e imposibles de conseguir. No había manera de que no fuera aterrador.
“Te pedí que llamaras a cada trabajador de este Palacio, con excepción de los caballeros, ¿dónde están, Erwin? ¡¿Quién diablos se atrevió a envenenar a mi hermanita?!”, exclamó y asustó a todos.
Todos acabarían muertos si esa mujer no aparecía pronto.
Incluso Richard era así de aterrador porque vieron muchas veces cómo se encargaba de torturar a criminales de guerra y liderar batallones enteros. Era un asesino a sangre fría que solo era calmado por la tonta Iris.
Dentro de la mansión Blister, Iris era conocida así.
“Si Kristell no aparece ahora mismo, nadie se moverá de este maldito lugar hasta pagar por el pecado de envenenar a mi hermana”, decretó.
Por supuesto, habría un castigo de por medio.
“Señor, por favor, Halsey fue a buscarla. Pero no se precipite a estas cosas y solo cálmese, la Señorita Iris ya está a salvo..”, no pudo seguir hablando.
“¡Cierra tu puta boca, Erwin! ¡Traigan a esa mujer, ahora!”, exclamó.
Y golpeó con fuerza su espada contra el cerámico del piso, provocando grietas en todos lados.
Estaba a punto de usar su bendición en contra de todo el mundo, pero Halsey había llegado.
Y con ella, venía Kristell. Se suponía que ella era la doncella oficial de Iris, pero se veía diferente. Incluso estaba usando un vestido más caro de lo que debería.
“¿Qué te pasa? ¡Suéltame, Hal!”, exclamó.
“Quédate aquí, ¡por tu culpa la Señorita Iris fue envenenada!”, se quejó y la empujó.
Kristell cayó directo al suelo de rodillas, frente a Richard.
Frente a la mayoría de trabajadores de la mansión, Kristell sería castigada por desacato y abandono de sus funciones. A pesar de que Iris no era tan respetada entre las criadas ni sirvientes, había un pequeño compromiso entre todos que debía cumplirse.
No descuidar a Iris hasta el punto en que Richard o Archibald se den cuenta.
Para evitar ese tipo de cosas.
“Tsk. ¡¿Qué diablos les pasa?! Ya estaba muy ocupada y ahora me traen al salón... Además, ¿qué me importa? Iris ni siquiera posee alguna bendición, ¿por qué debería respetarla?”, se levantó y discutió con Halsey.
“La Señorita Iris es muy joven, ¿siquiera sientes un poco de empatía?”, continuó Halsey.
“Quizá cuando era una niña, pero ahora ya cumplió los 15, ¿no? Ya he terminado mi trabajo aquí, además estoy muy segura que en cuanto sea comprometida todos se olvidarán de ella”, se burló.
“Kristell, ya basta. Inclina tu cabeza”, habló Erwin.
“¿Inclinarme? Eso ni siquiera debería valer la pena, ya saben lo que pasa aquí desde hace mucho tiempo, ¿no?”, murmuró con una sonrisa burlona.
“Kristell obtendrá 40 latigazos de castigo inicial por injurias en contra de la familia Blister”, decretó Richard.
Para entonces, Kristell se dio cuenta de qué se trataba todo lo que estaba pasando ahora mismo.
Abandonó a Iris y ahora, debía enfrentar las consecuencias.
“S-Su Majestad, es un error... Yo no.. ¡Esto no es mi culpa, de verdad!”, exclamó.
“¿No? Entonces, dime la verdad, Kristell. ¿Quién envenenó a mi hermana Iris?”, preguntó con frialdad.
Todos estaban con la cabeza inclinada en señal de máximo respeto por Richard. La única que estaba arrodillada era Kristell.
La única que había cometido el error era ella.
“A-Aceptaré su castigo, Su majestad. Pero por favor, no me eche la culpa a mi. ¡Sería incapaz de envenenar a la Señorita Iris!”, se excusó.
“Iris lleva una semana sin nadie a su lado. ¿Quién se encarga de vestirla? ¿Limpiarla? ¿Acaso estamos criando a un animal? Kristell, te confié a mi hermana porque criaste muy bien de Archibald, pero esto... ¿Le estás robando el fondo de dinero a mi hermana?”, preguntó, poniendo la espada cerca de su cabeza.
Kristell tragó saliva.
“Fue la Señorita Iris, ella... enloqueció. ¡Me dijo que me fuera y tomara todo el dinero que quisiera! ¿No es así, Halsey? ¡Digan la verdad! ¡La señorita Iris..!”
“No digas una sola palabra de mi hermana. No te mataré, pero de seguro debes saber quién estaba envenenando a mi hermana. Eres su doncella, ¿no? Tú sabes todo lo que Iris come o deja de hacer”, murmuró, con su espada cerca del cuello de Kristell.
“¿Q-Qué?”, preguntó.
“Confiaré en tu palabra y te haré caso. Dime un nombre y lo mataré por intentar deshacerse de Iris”, amenazó.
Estaba en manos de Kristell la decisión de quién sería asesinado. Sacrificaría una vida por no morir.
“S-Su Majestad, yo no..”, no continuó hablando.
La espada presionó aún más su cuello.
“Si no hay nadie, asumiré que fuiste tú y te mataré frente a todos”, concretó.
Sin ningún tipo de restricción, Richard era libre de hacer cualquier cosa. Su padre no estaba, Archibald seguía en el Palacio y Cedric estaba enfermo.
Nadie haría nada para detenerlo.
“¡R-Richard! ¿Qué diablos estás haciendo?”, preguntó Cedric con dificultad.
Richard chasqueó la lengua, él era la persona más amable de la familia y no tenía el valor para ser llamado un Blister. Era normal para él burlarse de su hermano menor por lo débil que era.
Pero le molestaba demasiado que fuera cercano a Iris.
Él no poseía ni un solo valor para ser un hermano para Iris.
“S-Señor Cedric, Su Majestad, el joven duque quiere encontrar a la persona que envenenó a la Señorita Iris”, Erwin habló, se veía preocupado.
“No me digas que no estabas enterado de eso, Cedric. Bueno, es obvio, estás enfermo”, habló con sarcasmo.
“Desperté hace un rato y me entero que hay un caos en la mansión,y se trata de ti, ¿no?”, respondió con frialdad.
Cedric caminaba con ayuda de un bastón. Las medicinas que el médico le había aplicado, mejoraron bastante su condición.
“¿Qué quieres decir con eso?”, preguntó.
“Erwin, permite que todos se vayan de aquí a excepción de Kristell. Ella recibirá la sentencia que Richard le dio y listo”, ordenó.
Y todo fue bastante rápido. Incluso más que cuando Richard ordenó reunir a todos los trabajadores para juzgarlos a todos.
De alguna forma, Cedric siempre se vio como el hermano más débil. Pero, ¿realmente era así?
Richard guardó su espada y se acercó a Cedric, para sujetarlo del cuello de su camisa.
La diferencia era clara.
Incluso, le daba igual si él estuviera enfermo o no. Estaba arruinando todo.
“¿Quién demonios te crees, Cedric? Tú solo eres un inútil”, insultó.
“Nuestro padre me dejó la mansión a cargo durante todo un mes. ¿Quién está interrumpiendo y provocando problemas?”, arremetió.
Era curioso. Cedric siempre fue así de desafiante, Richard lo reconocía, pero ¿por qué ahora? Desde hace semanas algo había cambiado en Cedric, su actitud era molesta.
“Ja, ja. No lo entiendo. Iris es más importante que todas esas órdenes ridículas, ¡estaba siendo envenenada y tú, simplemente, ignoras sus síntomas!”, exclamó.
Cedric le recordaba demasiado a su madre difunta. Hasta el último día de su vida, esa mujer nunca cambió su semblante ni aunque muriera sola y sin nadie, ella murió así.
Richard cerró su puño, quería golpear a ese hombre que se hacía llamar su hermano.
“¿Ignorando? Hice más de lo que tú y Archibald harían en meses por Iris... Erwin”, lo fulminó con la mirada y espero al mayordomo.
Cuando Erwin se acercó, le entregó unos papeles a Cedric y con ello, se llevó a Kristell con ayuda de otros caballeros.
“¡Señor Cedric! ¡Por favor tenga piedad, yo no hice nada..!”, exclamó tratando de soltarse.
*¡Pamp!*
La puerta se cerró y provocó un enorme silencio entre ambos hermanos.
“Tal parece que quien estaba dándole veneno a Iris era la cocinera encargada de ella... ¿Si sabías que esto lleva sucediendo desde hace un tiempo?” preguntó entregándole los papeles a Richard.
En el documento, podía verse claramente la investigación que se había hecho. Decía que se trataba de veneno contra las ratas y venenos naturales. Era con intensiones de matar a Iris.
“Me pregunto, ¿habrías encontrado así de rápido al culpable? Tú y Archibald son decepcionantes”, habló con frialdad.
Aún se sujetaba a través del bastón, pero hacía lo posible para demostrar su poderío. Aunque fuera el menor, aún existía posibilidades de ser el heredero.
Claramente, era derrocar a sus dos hermanos mayores.
“Cierra la boca, defectuoso. ¿Siquiera has notado lo débil que eres?”, se burló de todas maneras, arrugando el papel, “De seguro, mamá te abandonó por esa misma razón. Al final, terminarás siendo un inútil y nuestra Iris, solo está contigo por lástima”.
Cedric desvió su mirada. Estaba demasiado molesto, sobre todo, porque deseaba que esas dos escorias murieran de una vez por todas. Tan arrogantes. Solo provocándole dolor a Iris.
“Apártate del camino de Iris si no quieres morir”, amenazó.
Cedric lo miró sorprendido. Si fueran niños, hubiese hecho caso como un niño obediente, sin embargo, ya era un adulto.
Cada uno de ellos, debía saber que todos cambian al final.
“¿Por qué debería? Ella es mi hermana también, pero te diré una cosa, Richard”, murmuró mirándolo a los ojos, “no le hagas nada a Iris, de verdad. Ella ha cambiado...”.
Tras eso, Cedric se retiró con dificultad lejos de Richard.
De alguna manera, con los años, ese niño llorón ya no estaba. Él y Archibald, lo mantuvieron alejado todos estos años de Iris y ahora, ¿qué es lo que había pasado? Ese maldito defectuoso, es probable que intente robarle su posición de heredero.
¿Y qué hay de su amenaza?
Iris es suya y de nadie más. Es decir, después de tanto tiempo, logró obtener su tutela y nadie, ni siquiera el emperador, podría romper eso. Era legal, Iris era de su pertenencia.
“Tch, lo mejor hubiera sido que Cedric hubiese muerto con la Vizcondesa”, se quejó y se fue.
Richard odiaba a su madre y por eso mismo, odiaba a Cedric.
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Comments
Coni Rodriguez Jimenez
mmmmmm seguros que fue un accidente la muerte de los gemelos? no sé Rick, me parece falso
2024-02-14
2
Lenita
Que hermanos tan odiosos.
2023-10-25
2
Alesig Herdez
Que intenso esos hermanos
2023-06-30
2