Capitulo 12.

Había pasado el tiempo, ni siquiera recuerdo cuando fue que desperté y entonces, el médico habló conmigo.

“Señorita Iris, ¿puedo preguntarle una cosa?”.

Me sentía muy débil. Fue complicado despertar de ese coma por culpa del veneno, creo que ni siquiera lo recordé porque eso nunca ocurrió en el pasado.

Nadie intentó envenenarme antes.

Lo miré, se trataba de Artis. Por un tiempo muy largo fue el médico familiar, hasta que mis hermanos murieron y después, se convirtió en el médico Imperial.

Siento que fue una gran hazaña para alguien como él.

“Por supuesto, puede hacerlo”, asentí.

“¿Sabe para qué sirven esas flores en realidad? La verdad es que no recomendaría mucho su consumo”, comentó.

Lo miré y solo negué con una sonrisa.

“Solo vi que eras muy lindas, pero si le preocupa tendré cuidado”, hablé con torpeza.

En realidad, nadie sabe sus efectos hasta dentro de unos años. No la recomiendan solo por el color de sus hojas, donde claramente está el veneno.

“Sí, bueno, no hacen nada. Solo tenga cuidado, Señorita Iris”, sonrió.

De esa conversación, solo me di cuenta que debo tener más cuidado de esconder mis intenciones. Ya es complicado escapar de mis hermanos mayores, peor sería si descubrieran que deseo morir.

Estoy un poco preocupada de que esto no funcione.

Miré las flores y luego la tetera. Ahora mismo, por alguna razón, estoy sola y no ha venido nadie a verme. De todas formas, comencé a quitar los pétalos de la Azalea y las eché dentro de la tetera. Muy pronto, la bebería y el veneno entraría en mi cuerpo.

Según recuerdo, los efectos son tardíos y no tendría problemas la primera vez que beba de las flores.

Pasó un rato hasta que finalmente estuvo listo.

Lo serví en la taza de té y podía tomarlo, me pregunto si esto es lo que terminara matándome. Bueno, es algo que leí en el pasado, así que puede fallar.

Pero antes de que eso ocurra, buscaré otra manera de morir.

Lo tomé entre mis manos y simplemente lo bebí sin cuidado, esta cosa me matará tal como decía en aquel libro de herbolaria.

Quizá deba beberlo más de dos veces al día para acelerar sus efectos.

Aunque sabe bien, no es de mis gustos. Pero es bastante fácil beberlo.

*Toc, toc*

Miré hacía la puerta justamente cuando la abrieron. Ya era hora de que alguien más apareciese, he estado mucho tiempo sola.

“¿Iris? Veo que te has recuperado bien”, habló Cedric con una sonrisa.

Me alegró verlo. Él también se ha recuperado bastante bien de su enfermedad.

Ya ni siquiera debe andar con un bastón para sujetarse.

“Tú también te ves muy bien, hermano. Tienes una mejor cara”, murmuré y me levanté.

No me gustaría darle de ese té a alguien enfermizo como lo era mi hermano. Así que, trataré de esconderlo detrás de mi.

“¿Qué estabas haciendo? Recuerdo que a esta hora, estabas en la biblioteca”, recordó.

“Preferí quedarme un tiempo más en mi habitación, ya sabes, para descansar un poco más”, desvié mi mirada.

En la puerta había alguien más, me pareció curioso.

“Eres libre de hacer lo que quieres, Iris”, sonrió.

“¿De verdad? Eso es bueno...”, murmuré.

“Por cierto, ¿te han servido mucho esas cosas de jardinería? Richard dijo que a ti no te gustaban, pero las compré de todas maneras”, agregó.

Miré de reojo mi habitación, no me ha llegado nada así. Es probable que se haya retrasado o no quisieron entregármelo, es lo normal.

“Sí, bueno... No ha llegado nada”, fui sincera.

De inmediato iba a decirle que estaba bien. No necesitaba mucho de eso, digo, podía utilizar lo que el jardinero de la mansión usaba.

En el pasado, cuando estaba en la mansión Eldham disfrutaba de realizar jardinería. No había grandes cosas que hacer ni mucho menos salía de ese lugar, así que fue lo único que aprendí.

Al final, eso fue lo único que logré hacer para la mansión Eldham.

Fui una inútil para Arthur...

“Tch. Debió interceder el mayordomo. Kristell, ve a buscar el regalo de Iris”, ordenó mirando hacia la puerta.

“De inmediato, Señor”, aceptó sin rechistar.

“¿Kristell?”, pregunté.

Recuerdo que ella fue mi peor abusadora en mi vida pasada. Kristell ha sido mi doncella desde que entré a esta mansión cuando era una niña, no pude librarme de ella hasta que me casé con Arthur.

“Sí, ella ha sido tu doncella desde que eres pequeña, pero no te preocupes. Kristell sabe muy bien cuál es su posición aquí”, comentó con una sonrisa.

No lo sé. Kristell ha sido la peor de todas desde siempre y nadie puede cambiarlo.

Miles de veces, tantas cosas que puedo recordar, es que ella intentó matarme. Todos me detestan en esta mansión, incluso estoy segura que de aquí fue de donde salió ese extraño rumor.

El rumor que arruinó mi vida a los 18 años cuando fui obligada a celebrar mi mayoría de edad.

Todos decían que mi relación con Richard y Archibald afectó tanto mi vida que, era por esa razón, que Arthur y yo nunca tuvimos hijos.

Incluso, me llamaban sucia.

Tch.

“Está bien, hermano”, asentí.

Tendré que ponerla en su lugar para que no vuelva a acercarse a mi, nunca más. Si logré soportarla hasta que me fui de la mansión Blister, podré lograrlo ahora.

No será una muerte instantánea, ni siquiera sufriré algo de dolor como en el pasado. Más bien, solo es una manera de acortar mi vida.

Aún me quedan muchas cosas por hacer.

Tanto así, que necesito recuperar el hilo de los eventos posibles en esta vida. Que mi padre se vaya a la cárcel por fraude, que mis hermanos mueran. Es algo que, sin importar qué, debe suceder.

No pienso soportar más tiempo a mis hermanos mayores aquí.

Y sobre todo, mi matrimonio.

No volveré a ese amor unilateral. Ya fue demasiado tiempo en el que deseé recibir algo de Arthur.

“Iris”, Cedric habló.

Lo miré otra vez, él parecía intrigado.

¿Qué sucede ahora?

No he hecho nada malo, ni siquiera he hablado con mi padre en esta vida. Pero sé que es innecesario hacerlo, él nunca fue importante en mi vida ni siquiera cuando nací.

Nunca le importé, de hecho, prefirió darle mis derechos de cuidado a Richard. Estoy segura que si alguna vez hubiese descubierto todo lo que ellos me hicieron, habría ignorado cualquier palabra.

¿Cómo pude ser tan ingenua?

Deseaba tener un poco de afecto, es todo. Mi madre desapareció, todos abusaron de mi. Siento que buscar algo para cambiar este futuro es inútil.

¿Qué puedo hacer para ser feliz?

Realmente... Estoy cansada de pensar.

“¿Por qué te ves tan triste?”, preguntó, poniendo su mano sobre el mentón de Iris, “oí de Artis que te has vuelto más débil. ¿Estás comiendo bien? ¿Hay algo más que te moleste?”.

Ya es muy tarde para que mi hermano Cedric actúe como tal.

Yo siento que...

“Estoy bien, Cedric”, respondí con una sonrisa, “eso solo deben ser preocupaciones menores de Artis, de verdad..”

Nadie me puede comprender en esta vida.

“¿Por qué pareciera que quieres morir, Iris?”, preguntó.

Y entonces, Cedric pudo ver a través de mi.

x--x

El funeral de la Gran Duquesa, Iris Von Fontier había sucedido tan pronto su cuerpo fue encontrado.

Fue una muerte repentina, inesperada y triste.

Nadie, absolutamente nadie en el Imperio esperaba que la desconocida y última descendiente de los Blister haya muerto.

“Iris Blister fue la última descendiente de los Blister, ¿no?”, murmuró el Papa Octavio VII.

“¿La última? ¿A qué se refiere?”, preguntó Aradia al escucharlo.

“Oh querida, ¿no estabas enterada? El Vizconde Blister también murió. Falleció de tuberculosis hace unos días, tal parece que la familia Blister estaba destinada al exterminio”, habló.

Aradia solo se inclinó ante el Papa y se retiró en silencio. No tenía una sola idea de que ambos hermanos, que siempre fueron las escorias de la familia Blister, murieran tan cerca.

Para ella, fue una alegría conquistar al hombre más frío del Imperio. Arthur Von Fontier.

Pensaba deshacerse de Iris, pero fue mucho más rápido de lo que creyó. Ella misma decidió morir.

“Que tenga un buen viaje, Lady Aradia”, se despidió el arzobispo Serbal.

Él era un genio entre genios, a pesar de que era guapo, Aradia suspiró. Ella ya tenía a su propio príncipe.

“Gracias, Arzobispo. Espero que la gran gloria de los Blister regrese algún día, todos sabíamos lo importantes que eran”, murmuró.

Aunque más que importarle, era una burla hacia los Blister.

Su gloria había muerto hace mucho tiempo y si la Iglesia lo veía conveniente, se desharía de los inútiles.

“No se preocupe, Lady Aradia. Está todo bajo control...”, respondió y después, se retiró.

Era un hecho. Aradia había conseguido todo lo que Iris había tenido y ahora, tenía al hombre que más adoraba.

Según el destino, ella debía ser la esposa de Arthur al final.

Al final, siempre debería ser así.

x--x

“¿Q-Qué quieres decir?”, pregunté.

No tenía respuestas.

En realidad, no pensó que sería descubierta de esa manera. De hecho, hice todo lo posible para que nadie supiera lo culpable que me siento.

Quiero decir, ¿no es obvio? La grandeza de esta familia la arruiné por completo cuando nací. Soy la única mujer que no posee sangre Blister, ni siquiera me parezco a mi padre o a mis hermanos.

Todos nos consideran una familia caída desde mucho antes de que mi padre fuera encarcelado por fraude y mis hermanos murieran.

Somos una decepción por mi culpa.

Para recuperar dinero que mi padre perdió apostando, tuve que casarme por contrato.

“Cada día, te noto más apagada... Te he alejado de Richard, Archibald ni siquiera está aquí y sé que has estado sola todo este tiempo, ¿sucede algo más?”, preguntó.

¿Suceder algo más? Ha pasado de todo. Son tantas cosas que debo decir, demasiado por explicar y no solo eso, lo doloroso que fue cada cosa.

Cualquier cosa que le diga sobre lo que viví en el pasado no va a creerme.

Estoy destrozada. Yo no pedí esta nueva oportunidad y aunque me esfuerce por sobrevivir, cambiar mi destino, ¿qué pasará al final?

Cuando ya acabe con todas las dificultades de mi vida, ¿qué será de mi? ¿Por qué no solo me dejan morir?

Sentí los brazos de mi hermano sobre los míos y luego, me obligó a mirarlo a los ojos. Sus ojos rojos, algo que demostraba la sangre Blister que corría por sus venas, pero su mirada era más amable.

Él me veía con compasión. Cedric sabía demasiado, mucho más que mis hermanos mayores.

Como si él pudiera ver todo el dolor que siento. Los errores que cometí por mi ingenuidad.

Y el grave error que cometí al enamorarme de Arthur.

“Y-Yo...”, mi voz no salía.

No podía decir nada. Lo único que sentí fueron mis lágrimas cayendo por mis mejillas. No he hecho nada para salvarme y aún así, permití que mi hermano mayor alejara a mis abusadores.

Me siento mal, demasiado mal.

Solo quiero morir, deshacerme de este incesante dolor en mi corazón.

“Iris, no mueras. No puedes hacerlo”, la abrazó con fuerza, “Te salvaré, te ayudaré y haré todo lo que quieras. Pero por favor, no hagas nada malo. Te quiero demasiado para dejarte ir”.

Si es como dice, si mi hermano Cedric me ayuda con esto, ¿debería confiar en él?

Me acercó más a él. Podía sentir su propia temperatura, él parecía asustado.

“No quiero perderte, hermanita”, declaró una vez más.

No puedo soltar esta vida tan rápido. Aún debe existir algo más en esta vida que me dé una razón para vivir.

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