Capitulo 19.

“Esas flores son las que Richard te regaló esa vez, ¿no?”, apuntó hacia el florero, “Han crecido bien”.

Coloqué el último accesorio que iba en mi cabello, Cedric debe pensar que ese regalo me gustó mucho como para haberlo cuidado tanto.

Pero en realidad, no quería dejarla morir.

“Las Azaleas representan la vida de una persona, ¿lo sabías?”, murmuró con una sonrisa, “Incluso si las flores fueron un regalo de él, estas flores serán más brillantes si yo estoy de esa manera”.

“Ya veo, así que sin importar la intención de los demás, todo dependerá de la persona que obtenga a la flor”, tocó un pétalo con curiosidad, “esta flor se ve muy bien, me alegra que estés así, Iris”.

Él me miró y asentí en respuesta. Cedric no podía saber que las flores tenían un color tan bonito porque eran muy venenosas.

Ese color, esa belleza, solo es para atraer a los más incautos y envenenarlos.

“Bueno, solo me gusta cuidar flores”, le quité importancia, “no significa nada para mí que Richard me las trajera, después de todo, fue un pedido que yo misma te di”.

“Sí, tienes razón”, sonrió, “Pero ¿sabes una cosa? Me alegra conocer algo más de ti, Iris”.

Aquello llamó mi atención. ¿Acaso no sabía nada de mí? Que me guste la jardinería se ha esparcido como pan caliente dentro del Vizcondado, además siempre que puedo ayudo al jardinero de la mansión. Y también existen muchas cosas que me gustan, la lectura es una de ellas. Estudiar. Las armas.

Y también, llamaba mi atención el poder ir a ayudar a la Iglesia.

“¿No lo sabías?”, pregunté.

Él negó de inmediato.

“Los gemelos siempre presumían, a todo el mundo, que sabían todo sobre ti. Hasta se lo decían a nuestro padre”, rodeó los ojos con fastidio, “es por eso que nunca me preocupé por ti realmente, creí que realmente eras feliz con ellos dos”.

Me acerqué a Cedric, entonces, todos estos años en que estuvimos separados, ¿él no me odiaba?

“Pero saber todo esto, solo hace darme cuenta lo equivocado que estaba. Es que visto desde afuera, pareciera que eres la mejor hermana de esos dos”, comentó.

“¿La mejor...?”, repetí.

Eso ni siquiera se sentía como un logro. Era una completa miseria estar atrapada entre ellos dos.

Lo sufrí desde pequeña, cuando finalmente pude volver a la casa principal de los Blister. No había nadie más que ellos dos quienes estaban detrás de mi y no fue hasta que mi propio padre le dio mi cuidado personal a Richard.

Detesto ser la hermana menor. Incluso Cedric es un adulto ahora mismo, no existe ni una sola excusa por la que yo no tenga que obedecer sus órdenes.

“Fueron los peores años de mi vida...”, susurré.

Aunque Dios me haya dado esta oportunidad, fue muy tarde. Cumpliré los 16 años el próximo año, ¿no es algo muy apresurado?

Todos han arruinado una parte de mi vida, incluyendo a Arthur. Sin embargo, también es mi culpa.

Jamás pensé que debiera preocuparme por mi futuro al lado de mis hermanos mayores, o si había algo malo en mis amistades. Llegué a creer que existía un hombre perfecto que me esperaba para casarme con él.

Tales fantasías solo me llevaron a la muerte. Aquella inocencia e ingenuidad.

Cometí muchos errores, soy consiente de ello.

“Ahora yo puedo decir que conozco un secreto de mi hermana Iris, uno que es su favorito”, respondió más feliz, “Eres una gran jardinera, Iris”.

Lo que estudié en mis dos últimos años de vida fue la herbolaria. Por esa misma razón, conocía tanto sobre plantas.

Me volví un poco conocida por crear distintos métodos medicinales, sobre todo por la pandemia que comenzaba a surgir antes de mi muerte.

Quiero decir, ¿qué es lo que estaba sucediendo durante ese tiempo? Además de la infidelidad de mi esposo, ¿no ocurría algo más?

“Iris”, la llamó.

Por lo que sé, la Iglesia y el emperador estaban en discusiones respecto a algo que provocó muchos problemas dentro del Imperio. ¿Por qué no puedo recordarlo? Se supone que nuestra familia, a pesar de nuestra baja posición, seguía participando en reuniones sociales.

También ayudaba bastante en el partido político del emperador que aún estaba en disputa con el segundo príncipe.

Yo... No puedo recordarlo.

“¿Iris...?”, llamó, tomándola de la mano.

Miré a mi hermano, se hablaba mucho de una enfermedad mortal que mataba a quien tuviera un cuerpo débil. En ese entonces, aunque mi familia estuviera devuelta en su época dorada, algo sucedió.

Arthur prometió mantener a salvo mi familia, incluso si no eran del mismo bando político. Cedric era la única familia que me quedaba en ese tiempo.

Quizás... ¿Él había muerto?

Eso es una posibilidad, es decir, él seguirá teniendo un cuerpo tan débil y enfermizo que solo atraerá la decepción de mi padre por mucho tiempo.

Debe existir una manera de salvarlo a él también.

“Iris, quiero pedirte perdón”, habló.

Volví a prestarle atención.

“¿Perdón? ¿Sobre qué?”, pregunté.

No recuerdo una razón por la que él tenga que pedir perdón.

“Todo este tiempo...”, suspiró y negó, “Todos estos años te ignoré y te eché la culpa por todas las cosas que pasaban en mi vida”.

“Oh, está bien. Ya te perdoné hace un tiempo”, sonreí.

Son cosas que no quiero recordar. No es algo que Cedric pudiese controlar en el pasado. Ya era muy tarde para nosotros.

“Te eché la culpa por la muerte de mi madre”, confesó, “Richard y Archibald me molestaron durante toda mi niñez porque eras tú, intenté acercarme todo ese tiempo hasta que me rendí”.

¿Qué?

“Cuando llegaste al Palacio, me pareciste una buena hermana y mi madre me dijo que me llevara bien contigo, pero supongo que sentí mucha envidia de ti”, murmuró, sujetando las manos de Iris, “Además, Richard y Archibald hicieron de todo para alejarme de ti. ¿Recuerdas cuando me caí del caballo? Eso lo provocó Richard”.

¿Por qué me está diciendo todo esto?

Quiero decir, ¿cuándo sucedió todo eso?

“Cedric, yo…”, no pude hablar más.

*¡Toc, toc!*

“Maestro Cedric, su presencia es necesaria en la cena. Su Majestad, el Vizconde está esperando por usted y la Señorita Iris”, habló Erwin.

Ya no había tiempo para hablar.

“Tenemos que irnos, Iris”, murmuró, “Ya nos esperan”.

¡No! Aún no es tiempo. ¿Por qué Cedric diría todas esas cosas?

¿No se supone que la Vizcondesa había muerto en cuanto yo regresé a la mansión?

Era demasiado pequeña. No puedo recordarlo. ¿Mi mamá no fue escrita como la nueva Vizcondesa? No lo entiendo.

Me asusta un poco pensar que todos estos recuerdos que están en mi mente sean falsos. Tengo miedo de que en realidad, si haya existido algo más en mi vida.

El matrimonio. La pérdida de mi madre. El abuso de mis hermanos.

Esos recuerdos conformaron todo el tiempo mi tormentosa vida. Recé y supliqué tantas veces a Dios porque todo eso mejorará, y ahora, simplemente puede tratarse de un recuerdo falso.

“¡Iremos de inmediato, Erwin!”, respondió Cedric.

Sujeté la mano de mi hermano, él no podía irse de esa manera.

“¿Qué quieres decir, hermano?”, pregunté.

Era como una súplica.

Yo no puedo recordar muy bien qué fue lo que pasó antes de que mi madre muriera. ¿Por qué Cedric nombró a la Vizcondesa? Yo no lo entiendo.

No puedo entenderlo.

“Iris, vamos…”, tomó su mano, “Pronto podremos seguir hablando, ¿sí?”

¿Realmente hay algo diferente en mis recuerdos?

......................

Seguimos caminando hacia el comedor principal. Ahí estaría toda mi familia, pero por alguna razón, había mucho más movimiento dentro de la mansión.

Es extraño. Cuando estuve con Cedric, la mansión se sentía mucho más tranquila y silenciosa. La mayoría de sirvientes se veían muy felices con Cedric al mando.

Ahora, todos estaban muy nerviosos.

Hasta que, Cedric golpeó la puerta del comedor principal.

Por alguna razón, aún no soltaba mi mano. Si no queríamos problemas, debía soltarla.

Intenté separarme, pero él me sujetó con más fuerza.

“Padre, soy Cedric”, habló alto, “Iris está conmigo”.

Y unos segundos después, las puertas se abrieron.

No estoy preparada para ver a mis hermanos mayores, pero es un hecho que debía suceder en algún momento.

Porque dentro de un año, van a morir y espero que de la peor manera posible.

“¡Iris!”, exclamó Richard, “¿Te sientes bien?”.

Lo miré y solo desvié mi mirada hacía Archibald. Él también me miraba fijamente.

Estaba usando un vestido que él odiaba mucho. Tenía un poco de maquillaje, bastante simple. Y por supuesto, Cedric tenía mi mano tomada.

Estoy segura de que muy pronto ambos trataran de hacer algo.

“Iris”, llamó.

Miré a mi padre, mientras caminaba hacia mi asiento en compañía de Cedric.

Durante toda mi vida pasada, creí que algún día él me amaría. Pero siempre fue por beneficio, si él me daba algún regalo era para convencerme, si él me hablaba solo era para avisarme de alguna decisión importante sobre mí.

Pero no existía el cariño paternal. Él nunca hizo nada por mí.

“¿Cómo has estado, hija?”, preguntó una vez Iris se sentó a su lado.

Normalmente, me sentaba en medio de los gemelos. Podía sentir en el ambiente la molestia de mis hermanos.

“Sí, he estado bien”, respondí sin mucha emoción.

La Iris del pasado, ya había muerto hace mucho tiempo.

Suspiré, no había mucho que hacer. Ellos eran mi familia.

“Cedric dijo que habías estado enferma, ¿segura que todo está bien ahora?”, recordó, “probablemente, debería dejar que tus hermanos mayores te cuiden ahora. Tú nunca te has enfermado”.

“Padre, no creo que…”, Cedric intentó hablar, pero fue interrumpido por Richard.

“¡Cedric no tiene ni idea cómo cuidar a Iris! Este idiota estuvo enfermo todo este tiempo y descuidó a Iris, ¿sabes todas las cosas que le hizo su amiga?”, acusó Richard.

“Estuve informado de tu enfermedad, Cedric”, añadió el Vizconde, “pero ¿descuidar a Iris? Recuerdo que hablamos sobre eso”.

Vi que Cedric frunció el ceño. Tal parece que era mentira. Mi padre y Cedric nunca se llevaron bien.

Ni siquiera cuando Richard y Archibald murieron en ese trágico accidente.

“Mi hermano cumplió su trabajo de cuidarme, padre”, respondí firme, atrayendo sus miradas, “¿Por qué no lo escuchas un poco?”.

Lo apoyé un poco. Archibald estaba en silencio, mirándome fijamente.

“Iris, ¿estás segura de lo que dices?”, preguntó el Vizconde, “¿Sabes? No necesitas mentir para proteger a tu hermano”.

“No estoy mintiendo”, respondí, “Cedric me protegió todo este tiempo”.

“Iris tiene razón. Como ella es más pequeña, aún estando enfermo, la cuidé de todo”, afirmó Cedric, “por todo este tiempo, incluso después de que llegó Richard. Incluso, cuando estuvo enferma, me encargué de ello”.

“Oye, ¿seguirás hablando de todas esas tonterías? Tú, idiota, ni siquiera...”, Richard no pudo seguir hablando.

“Le creo a Cedric, él puede ser cualquier cosa, pero no es irresponsable”, dijo Archibald, “además, Iris se ve muy bien”.

No mire a Archibald. Él me da mucho más miedo que Richard o mi padre.

“Sí, puedo reconocerlo”, aceptó el Vizconde.

“¿Podrían servir la comida, por favor?”, pedí de inmediato. Ya estaba cansada de estar en ese lugar.

“Sí, Halsey que sirvan toda la comida”, pidió el Vizconde.

Sin demora, de inmediato comenzaron a servir la cena. Como ya estaba empezando el otoño, nos sirvieron diferentes comidas calientes como caldos.

En el pasado, no solía comer demasiado. Richard decía que debía cuidar mi peso.

“Iris”, murmuró Cedric.

Dejé de mirar la comida y lo vi a él.

“Recuerda comerte todo. Aún eres pequeña”, musitó cerca de mi oído, “Sé que es difícil, pero haz lo que puedas”.

Asentí y tomé la cuchara de plata para acercarla a mi boca, olía bastante bien.

Y la metí a mi boca.

Se trataba de un estofado de carne, pero era complicado para mí. Odio la comida. En el pasado, se burlaron tantas veces de mí por no saber etiqueta sobre la mesa que dejé de comer.

Y no fue hasta que aprendí a la perfección que volví a comer, pero me di cuenta que ya no me gustaba la comida.

Detesto que los alimentos pasen por mi boca.

Y Cedric lo había notado por sí solo.

“Entonces, Iris”, volvió a hablar el Vizconde, “Supe que en tu debut, bailaste con el hijo del Duque Von Fontier, ¿cómo estuvo todo?”.

Quité la cuchara de mi boca y un enorme hueco se hizo en mi corazón.

El primer amor de toda mi vida.

Arthur.

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