Capítulo 6: Queremos a Luciana

Emiliano…

Los días en la oficina cada vez se complican más, los socios están pidiendo informes de ventas, las acciones no suben y los clientes se alejan cada vez más.

Tengo tanto trabajo y estoy tan estresado que ya no sé qué hacer.

Salí de casa después de haber presentado a Luciana como la nueva niñera, solo espero que mis hijos se porten bien, no tengo tiempo para buscar a otra persona.

Mi mañana fue compleja, tuve tres reuniones y para la tarde tenía programada dos más, en una de ellas recibí una llamada de la casa.

—Seños, sé que no le gusta que lo interrumpan, pero Luciana está herida por una broma de sus hijos— dice Elena al otro lado de la línea.

—Gracias por avisarme, salgo de inmediato para allá— digo algo molesto.

Al llegar a casa encuentro a la señorita Luciana en la habitación de Elena jugando con Sol, quien ya la quiere, mi hija por fin sonríe y eso me alegra.

El médico dice que no es grave, pero tengo que imponer un castigo a mis hijos, esta situación no puede continuar.

María Camila estuvo todo el tiempo a la defensiva, insistía que nadie iba a ocupar el lugar de su madre, ella no ha logrado entender que esa no es mi intención.

Los gemelos guardan silencio al igual que Emiliano, pero esto no puede continuar así, necesito una persona que este al pendiente de ellos de sus necesidades.

Después de la discusión con mi hija me dirijo a mi despacho, tengo que seguir trabajando, no tengo tiempo que perder.

Al día siguiente…

Luciana…

Al llegar a casa le conté a mi hermana lo que había sucedido, ella me dijo que sabía que me ganaría el cariño de esos niños que no me preocupara, también le conté que viviríamos en una casa muy bonita, eso la puso muy feliz.

Y si así lo voy a hacer, estoy decidida, hoy va a ser un día diferente.

Llegue a la mansión muy temprano, fui a despertar a la pequeña Sol, quien tenía que ir a su terapia, hoy yo la acompañaría, pero antes llevaríamos a sus hermanos a la escuela.

—Jerónimo, Joaquín, despierten es hora de ir a la escuela— les digo con cariño.

—Hoy no queremos ir— responden en coro.

—Levántense por favor, el día está hermoso, y tienen que ir a la escuela— les digo quitando sus mantas.

—Oye Luciana, porque nos tratas con cariño si ayer te golpeaste por nuestra culpa— pregunta Joaquín.

—Ustedes no lo hicieron a propósito, vengan, vamos los ayudo a organizarse y les preparo unos wafles con fresa para desayunar, les parece— le digo con una sonrisa.

—Eso suena bien, ven hermano, vamos de inmediato— dice Jerónimo.

Los niños estuvieron listos muy pronto, les preparé el desayuno y les conté un poco de mi vida.

Camila y Emiliano estaban estudiando, pero después intentaría acercarme a ellos.

Lleve a los niños a la escuela, y fui a la terapia con Sol, la psicóloga me contó que desde que murió la señora Laura ella no habla, al parecer presencio la muerte de su madre y ha sido muy difícil para ella, y más con el papá que tienen.

Me dijo que era la primera vez en un año que la veía sonreír, que eso era bueno para ella, me recomendó que le contara historias, que saliera a jugar con ella al parque, que le hiciera compañía, que ya lo había intentado con el señor, pero que era imposible.

Al regresar a casa ayudé a Elena a preparar el almuerzo, ella me contó muchas cosas de la señora de la casa, del padre de don Emiliano, que aún no he conocido y que además tiene un hermano.

Un rato después, los gemelos regresaron a casa de la escuela, pero tenían un llamado de atención por mal comportamiento y era necesario que su padre fuera a hablar con la maestra.

—Lo sentimos Luciana, ahora si papá nos va a matar— dice Joaquín.

—No digan eso, mejor díganme lo que sucedió y yo hablo con su maestra y con su papá-

—Está bien Luciana, mira en el salón, hay un niño que se llama Santiago, desde que mamá murió se burla de nosotros y hoy no aguante más y lo empuje— respondió Jerónimo.

—Mira, la maestra solo vio el empujón de mi hermano, y nunca nos creen cuando decimos que solo nos defendemos— responde Joaquín.

—No se preocupen, yo hablare con su maestra, vamos a la habitación, se cambian de ropa y bajan a comer— les respondo.

Los niños se acercan y me abrazan, saben eso, me lleno el alma, estos niños tienen problemas y no tiene quien los defienda, pero yo lo voy a hacer.

Emiliano Jr…

Al llegar a casa noto que los niños abrazan a Luciana, quizás no parezca una niñera normal, pero le hace bien a mis hermanos más pequeños y eso es bueno para ellos.

Pienso que a María C le tocara aceptarla.

Tengo muchas tareas pendientes, mi padre siempre me ha exigido buenas calificaciones y no lo quiero defraudar, aunque a veces solo necesito de su compañía, casi no lo veo y cuando está en casa apenas y nos dirige la palabra, mi madre me hace mucha falta.

—Hermano, queremos hablar contigo— dicen los gemelos entrando a la habitación.

—Que pasa tienen algún problema— les pregunto.

—Hermano, queremos a Luciana, no queremos que se vaya, pero nos da miedo de la reacción de María C- me dice Joaquín.

—No se preocupen, ya me di cuenta de que la quieren, yo hablare con María Camila, ella tendrá que entender— les digo.

Los niños salen de la habitación, y yo bajo a buscar algo de comer, allí está mi hermana con Sol, mirando las fotos de mamá.

—También la extrañan así como yo— les digo acercándome a ellas.

—Si Emi, este año sin mamá ha sido muy difícil— responde Camila con lágrimas en los ojos.

—Para todos lo ha sido hasta para papá, pero hermana es hora de continuar, mira nuestros hermanos están pequeños y necesitan nuestro apoyo— le digo dándole un abrazo.

En ese momento los gemelos se unen a nosotros, ahí estábamos los cinco unidos, recordando a nuestra madre.

—Saben yo los entiendo— dice Luciana al vernos.

—Tengo una hermana de 14 años, cuando ella era un bebé y yo tenía 16, mamá murió y desde ese momento estamos solas en el mundo— nos cuenta.

—Y tu papá— pregunta Jerónimo.

—No lo sabemos, mamá dice que nos abandonó, pero no lo creo, yo me acuerdo de que él nos amaba y mucho, un día no volvió, he intentado buscarlo, pero ha sido imposible— dice llorando.

—Y tu hermana donde está— le pregunto.

—Por ahora en mi casa, pero su papá permitió que viva conmigo en la casita, muy pronto la conocerán— nos responde.

—Bueno, ya no lloremos más, sé que esto es difícil, pero miremos el futuro con alegría y sobre todo recuerden que donde sea que estén nuestras madres nos quieren y nos cuidan, vamos a cenar, hoy hicieron un pollo a la plancha delicioso, y les hice postre— nos dice con una sonrisa.

Todos escuchamos la historia de Luciana, quien lo iba a imaginar, ahora si estoy más seguro de que ella es la persona que necesitan mis hermanos y yo también.

Continuamos en maratón...

Estos niños necesitan mucho amor... 

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