Es inútil, no hay trabajo en ninguna parte. Cada vez es más difícil sin un diploma —murmuró Luciana, dejando caer la bolsa con pan sobre la mesa y soltando un suspiro cansado.
—No te preocupes, hermana. Ya verás que pronto consigues algo —dijo Clara, rodeándola con un abrazo.
—Estudia, hermanita. No dejes el colegio. Mírame a mí… tengo que trabajar en ese bar cada noche, y no es un lugar agradable —confesó Luciana con los ojos llenos de lágrimas.
—Déjame ayudarte, Luci. Déjame buscar un trabajo —insistió Clara, tomándole las manos.
—No, pequeña. Tu deber es estudiar, yo me encargo del resto. Ven, vamos a preparar la cena —respondió Luciana, forzando una sonrisa mientras caminaba hacia la cocina.
—¿Tomaste tus medicinas, Clara? Te veo muy pálida —preguntó al verla apoyarse en la mesa.
—Sí, hermana, por supuesto —mintió Clara con una sonrisa débil.
Luciana la miró con ternura y preocupación.
—No olvides tomarlas, amor. Si se acaban, me lo dices. Sabes que las necesitas —le dijo, dándole un beso en la frente.
Luciana…
Mi vida no ha sido fácil.
Perdí a mamá cuando tenía dieciséis años y desde entonces me hice cargo de mi hermana. Clara era apenas un bebé cuando todo cambió. Papá desapareció poco después, y nunca volvimos a saber de él.
Ahora ella es una adolescente, y aunque insiste en trabajar, no puedo permitirlo. Quiero que tenga el futuro que yo no pude tener.
Trabajo como mesera en un bar oscuro, lleno de hombres borrachos que cada noche intentan sobrepasarse. Mi jefe me presiona para que me “venda”, dice que es la única forma de ganar dinero rápido… pero jamás lo haré. No pienso perder mi dignidad. Solo quiero salir de ese lugar, conseguir algo mejor y poder pagar las medicinas de Clara. Su corazón no está bien, y eso me mata de miedo.
Doña María, nuestra vecina, se encarga de cuidarla mientras trabajo. Cada noche salgo con el alma en un hilo, temiendo que algo pueda pasarle.
Esa noche, el bar estaba más lleno de lo normal. Los gritos, las risas, el olor a alcohol… todo era un caos. Yo servía mesas tratando de evitar las miradas insistentes de los clientes.
—¡Luci! Doña María te llama —me avisó Taliana, mi mejor amiga.
—¿Qué pasa, Tita? ¿Le ocurrió algo a Clara? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.
—Sí, mi niña. La encontré desmayada en su recámara. La traje al hospital, pero los médicos dicen que necesita sus medicinas con urgencia —respondió María, angustiada.
—¡Voy para allá! —grité, colgando la llamada.
Corrí a la oficina de mi jefe. Sabía que me iba a arrepentir, pero no tenía otra opción.
—¿Otra vez dinero, Luciana? —preguntó él con una sonrisa cínica—. Ni siquiera has pagado los intereses de lo que ya me debes.
—Por favor, es una urgencia. Mi hermana está en el hospital, necesito comprarle las medicinas —supliqué.
—Tendrás que pensar en la propuesta que te hice. Si no, trabajarás para mí el resto de tu vida —dijo, arrojando el dinero al suelo.
Tragué mi orgullo, recogí los billetes y salí corriendo con Taliana. Compramos los medicamentos y fuimos directo al hospital.
—Necesito ver a mi hermana —le dije a la enfermera al entregar las cajas.
—Cuando esté estable podrá pasar, por ahora espere en la sala —respondió ella.
Me senté y no pude contener las lágrimas. Todo se sentía demasiado grande para mí. Mis deudas, mi miedo, el dolor de ver sufrir a Clara… me ahogaban.
María y Taliana me abrazaron sin decir nada. Su silencio fue mi consuelo.
Al día siguiente, Clara abrió los ojos y me recibió con una sonrisa.
—Prométeme que no volverás a mentirme con tus medicinas —le dije, tratando de sonar firme.
—Perdóname, Luci. No quería preocuparte. Sé que no te alcanza el dinero… solo quería ayudarte —susurró.
—Eso no está a discusión, señorita. Eres lo único que tengo. Mi obligación es cuidarte, no la tuya. Promételo —dije, abrazándola con fuerza.
—Te lo prometo. Gracias por cuidarme, hermana —respondió dándome un beso.
Horas después regresamos a casa. Sabía que no podía seguir así. Necesitaba otro trabajo, uno digno, algo que me permitiera pagar las medicinas y mantenernos a salvo.
—Luci, ¿y si vamos a la oficina de empleo? Tal vez allí te ayuden —propuso Taliana, esperanzada.
—Es una buena idea. No tengo más opciones —admití.
Dejé a Clara con doña María y salí con Tali. La oficina estaba repleta; la gente empujaba, discutía, todos buscaban lo mismo: una oportunidad.
Entregamos los documentos y, entre el caos, Taliana alcanzó a ver una carpeta con mi nombre. La tomó sin pensarlo y salimos corriendo de allí.
Cuando revisamos los papeles en casa, fruncí el ceño.
—Amiga, creo que te equivocaste. Esta hoja es de otra Luciana.
—No, mira bien —dijo Tali, sonriendo—. Es para un puesto de niñera, y tiene tu nombre y apellido. No me equivoqué. Deberías ir a la entrevista, podría ser tu oportunidad. Cuidar niños no debe ser tan complicado, ¿o sí?
Levanté la mirada hacia ella, insegura.
—No lo sé, Tali… pero no tengo otra opción. Iré. —Y por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de esperanza.
Gracias a todos por su paciencia, estaré actualizando lo más seguido que pueda.
Disfruten de esta hermosa historia.
Ay Luciana y ahora en que te metiste 🫠😅
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Updated 42 Episodes
Comments
yrismar arias
Está novela me recuerda a una que vi que se llama Mi ❤️ es tuyo que encantó mucho , 😍💓
2025-10-20
0
Mercesan
Empezó con una mentira...
2024-02-23
4
Sami
miserable viejo se vale de ocasión 😡😡😔😔
2023-08-10
1