Luciana…
Esto no puede ser posible, el papá de esta hermosa niña es el ogro que nos encontramos al llegar a la empresa, además es el dueño y para sus hijos es la niñera, creo que esta oportunidad ya la perdí.
Es tan guapo, tiene una voz de mando que eriza la piel, pero guarda más tristeza en sus ojos que su pequeña hija, casi no entendía lo que decía, solo miraba su rostro y sus fuertes manos.
—Creo que es la candidata indicada, señor, la sonrisa de su hija lo dice todo— dice la secretaria muy amablemente.
—Creo que así es— dice el señor muy sorprendido-
—señorita…-
—Luciana— replica la secretaria.
Yo aún no podía decir ni una sola palabra, no entiendo que causa este hombre en mí que me pone tan nerviosa.
—Señorita Luciana, la espero mañana en mi casa a las 8 en punto, allí le presentaré a mis demás hijos— me dice saliendo de la oficina con su hija en brazos, quien se despide de mí con una sonrisa.
—Luciana, estás bien— pregunta la secretaria.
—Creo que sí, perdona, no sé tu nombre— le pregunto.
—Soy Diana, no te asustes, mi jefe se ve un poco enojón, pero hace poco perdió a su esposa, ya verás, él te tratará muy bien— me dice con una sonrisa.
—Muchas gracias Diana, gracias por decir que soy la indicada, necesito mucho este trabajo— le digo con una sonrisa.
—Lo sé, mira, esta es la dirección de mi jefe, sé puntual, y aprovecha esta oportunidad— me dice entregándome los datos.
Salgo de la oficina nerviosa, pero muy feliz, por fin tendré un trabajo decente para sacar adelante a mi hermana y pagar esa terrible deuda con el dueño del bar.
—Que paso amiga, cuéntamelo todo, tienes el trabajo, habla Lucí— me dice Taliana muy desesperada.
—Sí, el puesto es mío— le digo dándole un abrazo.
Ella se pone muy feliz por mí, empieza a saltar de la emoción, después salimos hacia el paradero de buses, camino a casa le conté a mi amiga lo que había sucedido, como había conocido a la pequeña Sol y a mi próximo jefe.
—Todo esto es increíble, Luci, vas a ver a ese hermoso hombre todos los días, wow, pero tiene mal carácter, amiga, te deseo suerte— me dice abriendo la puerta de la casa.
—Como te fue hermana— pregunta Clara al verme entrar.
—Muy bien, ya tengo trabajo, mañana es mi primer día— le digo dándole un abrazo.
María y Clara estaban felices, nos sentamos a cenar y les conté todo lo que había sucedido, mi hermana decía que parecía una historia de un cuento de hadas, y sí siendo sincera si aunque en esta ocasión el protagonista es un ogro.
Esa noche no tenía que ir al bar, era mi día de descanso, por lo que aproveche para acostarme a dormir temprano, aunque casi no lo hice el rostro de ese hombre, sus ojos y su mirada no salían de mi cabeza.
Me levanto muy temprano, dejo todo organizado para mi hermana irse al colegio y busco la mejor ropa para mi primer día de trabajo.
Al llegar a la dirección que me dio Diana, quede sorprendida, era una mansión espectacular, con unos jardines enormes y muy hermosos.
Al tocar la puerta una señora muy formal abrió, me dijo que era el ama de llaves y que el señor me esperaba en el estudio, me acompaño hasta allí, y ahí estaba él esperando por mí.
—Buenos días, señor— dice muy amablemente.
—Buenos días, Elena, llama a mis hijos por favor, diles que necesito hablar con ellos— responde.
—Buenos días, señor— digo algo tímida.
—Buenos días, por favor tome asiento, voy a ser claro, necesito que se haga cargo de mis cinco hijos, en un momento los conocerá, soy un hombre muy ocupado, por lo que no puedo estar al pendiente de ellos, le pido que en lo posible no me moleste e intente solucionar los problemas que ellos ocasionen— dice seriamente.
—Así será señor— respondo muy pensativa.
—Me gusta el orden y la disciplina, espero que sea capaz de controlarlos, Elena le explicara lo demás— me dice.
La puerta del despacho suena, él hace entrar a sus hijos, son cinco, cinco niños, en que me metí.
La pequeña Sol, al verme de inmediato sonrió, me hizo tan feliz volverla a ver, los demás me miraban muy mal, no sé cómo, pero me tengo que ganar el corazón de estos niños.
—Hijos, ella es Luciana y a partir de hoy será su nueva niñera— les dice
—Luciana, ellos son mis hijos; María Camila, es mi hija mayor, tiene 18 años; Emiliano, mi segundo hijo, quien tiene 16 años; ellos son Jerónimo y Joaquín, los gemelos, quienes tienen 7 años y ella es Sol, que ya la conociste ayer— me dice el señor.
—Me alegra conocerlos niños, soy Luciana, espero que podamos llevarnos bien— les digo con una sonrisa.
La pequeña Sol se acerca y me abraza, los demás miran mal a su padre y a mí, esto va a ser más difícil de lo que pensé.
—Elena te explicará lo que tienes que hacer, regreso en la noche, espero que se porten bien, y tu María Camila, no mal aconsejes a tus hermanos, por favor— dice saliendo de la casa.
—No sonrías mucho Luciana, que muy pronto te irás de aquí— dice la mayor llevándose a sus hermanos.
María Camila sera una piedra en el zapato para Luciana.
¿Creen que podrá ganarse el corazón de estos niños?
Gracias por leer mis historias, estoy atenta a sus comentarios.
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Comments
Marshaan Sanchez
hay Luciana que Dios te agarre con fe sada por los niños son candela y el con el rollo de empresa ni te cuento /Angry/
2024-02-26
6
Carmen Gamez
porque repite textos
2023-10-29
1
Anonymus
Los mayores con 18 y 16 una debería estar en la universidad lejos de casa y el segundo terminando colegio, los veo resentidos y necesitados de orientación un papa ausente, dura la pelea para Luciana
2023-08-17
1