Reencuentro.

ELIO.

Al saber que lo tenía el muerto, eso quería decir que ahora trabajaba para mí, todo el camino no le preste atención a mi pitufina, ni a la señora que venía con ella, estaba más que frustrados para localizar a mi cuñado, ya que en las listas de todos los empacados no venía ese nombre.

Al día siguiente nos regresaríamos, pero antes de irnos de aquí, le haría saber a George que Serena no está sola, que ahora es mi esposa y nadie podrá tocarla ni con las intenciones, así que lo dejaré en la calle completamente y haré su vida más miserable de lo que ya es.

Al despertar estaba mi reina abrazada a mí, le di un beso, me levanté duchándome y alistándome para partir en tres horas, salí de la habitación sin hacer ruido cuando me encontré a la señora Maria, quien es nana de mi esposa, la salude afectuosamente, ya que ella la cuido por mucho tiempo.

Ella me veía presentía que algo quería decirme así que la tomé del brazo llevándola hasta mi despacho.

- señora Maria sé que algo quiere decirme, ¿que sucede?, es sobre mi esposa- ella asintió comenzando a llorar.- siéntese por favor.

Ella suspiró tan profundo, que me estaba imaginando muchas cosas para el pesar de aquella señora.

Así que la señora comenzó a contarme lo que vivió Joseph a manos de su propio padre y que él quiso proteger a su hermana de él, por eso se lo llevó lejos y la señora Maria velaba por su seguridad, que no le pasara nada hasta que él me la entregó, de verdad enterarme de eso, me hace enfurecer en grandes dimensiones.

Solo hice una llamada y el tiempo se encargará de todo, llevándose la muerte a una escoria más de este mundo, al salir vi a mi hermosa mujer con un vestido se veía tan preciosa, la abracé y uno de mis hombres me hizo señas que estaba todo listo me separé de ella besando sus labios.

- ¿lista?- ella asintió feliz- señora Maria le encantará Sicilia.

Ella asintió abordando la camioneta y nos fuimos a la pista hasta subir al Jet, las horas se hicieron eternas hicimos más de quince horas al aterrizar aquí en Sicilia era por la tarde, nos subimos a la camioneta y nos fuimos a casa.

Bajamos y mientras Serena le mostraba la casa, yo me di un baño para ir a Palermo donde estaban los que trabajaron para Corleone, ya tenía todo listo y salí de inmediato, hasta llegar al helipuerto y poder subir al helicóptero.

Al llegar subí a mi camioneta donde me llevarían al punto exacto, al bajar veía a todos y en verdad eran jóvenes, tome la lista y no aparecía el nombre, fui a la bodega hacer llamadas, pero todas fueron sin éxito, ya que este es el único grupo que trabajo para esa rata, salí de nuevo, observándolos detenidamente y uno en particular, tenía el mismo color de ojos que mi esposa.

Le hice señas a Siete que lo llevara a la oficina y solo lo vi rehusarse me acerque a él poniendo mi mano en su hombro y solo temblaba.

- tranquilo, no te pasará nada, estoy buscando a alguien que es muy importante para mí esposa- lo sentí relajarse, caminando a mi lado, entramos a la oficina y sin perder tiempo solo fui directo- tu, ¿eres Joseph Tumbler?.

Se quedo en silencio y con sus ojos muy abiertos, le indique que se sentará y solo le platique de su hermana, para este punto que el sabía que Serena estaba conmigo su semblante era diferente y más seguro.

- entones, George también la vendio- asentí levantándome de la silla.

- si, pero ella ahora es mi esposa y tu padre aun me debe, por seguridad tuya y la de tu hermana, tiene que desaparecer ese paracito- el asintió con una sonrisa en sus labios.- vamos, tu hermana te espera.

Lo llevé a la casa de seguridad para que se arreglara y ver a su hermana todo estaba listo, estábamos sobrevolando Palermo, para irnos a Sicilia, ansioso solo por ver su reacción a ese reencuentro.

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JOSEPH.

Al saber que mi hermana estaba segura me alegro, porque estaría lejos de ese hombre enfermo, cada minuto pasaba y más nos acercábamos y mis nervios crecían, tenía muchas ganas de abrazar a mi hermana, hace tres años e sido privado de su compañía, hoy tengo catorce.

Al llegar bajamos caminando por vegetación asta que vi una enorme casa, entramos por la parte de atrás y estaba todo silencioso hasta que escuché la voz de mi hermana, al levantar mi vista, venía ella junto a mí nana y una señora, venía bajando las escaleras, al ver a Elio corrió a él sin darse cuenta de mi presencia hasta que la escuché preguntar por mi.

- mi amor, has encontrado algo que te lleve a mi hermanito- lo vi asentir, la volteo susurrando algo al oído, tapo sus ojos y solo me hizo señas.

Camine hasta pararme frente a ella y solo se escuchó la voz de Elio.

- te tengo una sorpresa, mi pequeña pitufina- me reí al escuchar como le dice.

Y solo separo sus manos de su rostro, fijándose en mi la vi sonreír, grito hasta llorar, extrañaba escuchar sus gritos exagerados de mi hermana.

- hola, Serena- me abrazo fuertemente casi sin dejarme respirar.

- hermanito, ¡por Dios!, mira que grande estas, te extrañé toto- nos quedamos así por largo tiempo bajo la mirada de ellos- ven te presento a mi tía Anastasia y a mi esposo Elio Villa.

- mi niño, que alto y guapo estas- sonreí abrazando a mi nana.

- me hiciste mucha falta nana- beso mi frente y mi hermana solo me tomó de la mano subiendo a toda prisa las escaleras.

- amor, tengo que recuperar el tiempo perdido con toto, nos vemos en la cena- lo vi asentir y nos metimos a una habitación inmensa.

Mientras estábamos abrazados sentados en la alfombra recordábamos lo bueno tiempo juntos, platicando de lo que viví y dándome cuenta que mi hermana a cambiado mucho, Elio la a transformado en la mejor versión de Serena y solo espero ya no volvernos a separar, sino ahora si me moriría de tristeza.

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