¿dónde estoy?

SERENA.

Al abrir los ojos, siento un dolor punzante en mi nuca intento mover mi mano pero me doy cuenta que estoy esposada a esta cama, volteo a los lados dándome cuenta que estoy en una habitación que no reconozco, intento zafarme pero es inútil lo único que gane es lastimarme mis muñecas.

Comienzo a gritar tan fuerte para poder lograr que alguien me escuche, pero nadie viene, es tan silencioso aquí que aterra este sitio, mi garganta dolía por gritar no sé cuanto tiempo, pero no me resignaría a estar secuestrada haría lo que fuera necesario aunque pierda la vida en el intento.

Estaba de rodillas en esta cama inmensa intentando que pasara mi mano por aquellas esposas, cuando la puerta se escuchó abrirse, venía acercándose una mujer de edad avanzada traía en sus manos una bandeja con comida, yo lo que quería era irme.

- buenas tardes mi niña, tienes que comer- la vi sentarse aún costado de mí, intentando dar la comida.

- ¿dónde estoy?, ¿por qué estoy aquí?, que no saben quién es mi papá- ella negaba sin contestarme la vi acercarme la cuchara a mi boca, apenas probé la comida y se la escupí en la cara- suéltame por favor, no quiero estar aquí.

Ella se levantó limpiándose su rostro, negando me imagino por mi comportamiento y eso me hacía más enfurecer.

- eres una niña malcriada y eso tienes que hablarlo con Elio- vi que se iba a sentar de nuevo y con mis pies aventé la bandeja al piso haciéndose un gran desastre.

- usted a mí no me dirá nada, no quiero su asquerosa comida y quiero hablar en este momento con ese imbécil- asintió saliendo de la habitación.

Paso demasiado tiempo, dándome cuenta que era de noche, ya que en la ventana ya estaba oscuro, comencé a gritar de nuevo al no ver que viniera el que me alejo de mi papá, estaba más que desesperada agitando mis manos para hacer ruido con las esposas, hasta que se abrió de golpe la puerta viendo a un hombre alto y demasiado intimidante con un cigarrillo en sus labios.

- Así que querías verme, ¿que carajos quieres?- me quedé por breves segundos pasmada hasta que volví a ser yo.

- ¡suéltame!, esto es inhumano, mi padre cuando se entere, te hará pagar todo mi sufrimiento- lo veo negar con una leve sonrisa, camina hacia mí hasta sentarse agarrándome de mi barbilla.

- eres más hermosa que en fotos, como te gusta que te llamen Serena o Barbie Tumbler- me intente zafar de su agarre escupiéndole al rostro.

- tú no me llamarás de ninguna forma cerdo, ¡suéltame!- solo me veía con el ceño fruncido limpiándose el rostro- ¡suéltame!, que estás sordo, imbécil mi padre George Tumbler te hará sufrir por esto.

Me volvió a garras de la barbilla pero esta vez ejerciendo fuerza, me quejé del dolor que sentía, me volteo pegando sus labios en mi cuello hasta separarse me soltó y solo me observaba.

- eres una gatita salvaje, pero créeme que te domesticaré, sobre tu padre el buen George, aún no es momento que te enteres de la gran fichita- negaba, porque no creería a lo que me dijera más delante- así que acostúmbrate mi reina, desde ahora estarás conmigo.

- no soy tu reina, pendejo- lo escuché reír, caminando hasta la puerta.

Y solo lo vi salir dejándome aun esposada a esta maldita cama, mis brazos dolían al igual que mis muñecas lastimadas por el movimiento.

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ELIO.

De verdad al enterarme de lo que le hizo a Genoveva, me molesto demasiado que se cree esta niñita, cuando subí me quede impactado por su radiante belleza, pero cada que hablaba definitivamente esta niña será más que una patada en la entrepierna.

La conversación que tuvimos me causaba risa, ella aún pensaba que su papi la salvaría cuando él fue quien la metió en esto, al decirle mi reina solo la vi hacer una típica rabieta de niña consentida, no sé si hago lo correcto pero hay algo en ella que me llama la atención.

Al salir solo di la orden que le llevarán la cena, me fui a mi despacho a organizar todo que mañana mismo partiríamos, avanzaron un par de horas cuando un toque en mi puerta me hizo reaccionar.

-pase- se abrió la puerta y entró Genoveva con su rostro de disgusto- ¿que sucede?

- esa niña que trajiste es una maleducada- deje de hacer mis cosas para ponerle más atención.

- ¿que paso?- asintió y solo hizo señas entrando una de las muchachas que trabajan para mí, le vi su uniforme sucio incluso su cabello aún tenía rastros de comida.

- Nina le subió la cena como tú pediste, pero esa niña le grito, le escupió hasta aventarle la comida sobre el uniforme- asentí levantándome de mi silla.

- tranquila, pueden irse a descansar, hoy mismo arreglaré este problema- le di un beso en la frente y salí del despacho.

Mientras subía las escaleras solo la escuchaba gritar, parecía una mujer desquiciada, abrí la puerta y solo la vi saltar del susto camine a ella y la agarre del rostro apretando levemente notando su cara de dolor, me acerque a su oído para hablarle.

- aquí no es tu casa para que hagas lo que te de la gana, aquí respetas a mis empleados y si no quieres comer es tu problema- la solté viendo sus intenciones de escupirme y tape su boca- acaso eres un maldito animal.

- callate el único animal que veo aqui eres tú, ¡sueltame! mis brazos ya no los siento- me encogí de hombros.

- ¡no!, si fueras más dócil te hubiera soltado, pero por lo que has echo así estarás hasta que recapacites por tu estúpida actitud de niña mimada- la escucho carcajearse, hasta que me grita.

- tu no eres nadie para decirme sobre mi comportamiento, ¡sueltame! eres un imbecil, hijo de puta, muerto de hambre- niego al borde de la risa por sus insultos.

- aquí la única que estará muerta de hambre eres tu y ya veo tu fino lenguaje, hasta mañana preciosa- salgo de la habitación cerrando con llave.

Bajo las escaleras para salir a despejarme un poco, esta niña me sacara canas por tan aberrante comportamiento, antes de irme en mi auto, les doy la orden de vigilar a Serena, yéndome directo a unos de los clubes que tengo aquí en las Vegas, siendo recibido de la mejor manera, tomando unos cuantos whiskys para poder relajarme.

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