Capítulo 13: Un informe

Suelto un suspiro por debajo del ruido de la cafetería, le he explicado a Miguel todo lo que ocurrió en la casa de Camden. Él no ha dicho nada y solo observa su café con atención antes de darle un pequeño y corto sorbo.

—¿No le preguntaste a su madre a qué se refería con lo de “no volviera a hacer”? —Indica él con curiosidad.

Parpadeo y desvío mi mirada hacia el cruasán, hace rato que lo estoy aplastando con los dedos, dejo de hacerlo porque Miguel me da una mirada para que hable.

—No —respondí con simpleza y él rodó los ojos.

—¿Por qué no lo hiciste? —Señala con obviedad y luego dice—, lo mínimo que hubieran hecho, era darte una explicación.

—Nos invitaron a cenar —le digo para que recuerde que sí se disculparon.

—Pues yo también los puedo invitar a cenar —alardea y me señala con un dedo—, en mi casa o en cualquier lugar.

—Nunca lo has hecho y nunca lo vas a hacer —apunto una gran afirmación, él se queda callado y luego muerde su cruasán.

—Te vas a comer eso —señala mi cruasán aplastado y luego agrega riéndose—, ¡ya no es un cruasán sino una arepa!

Hago una mueca porque no fue chistoso, me limito a arrancar pedazos del cruasán con mis dedos para comer, puede estar aplastado, pero sigue sabiendo igual. Miguel parece darse cuenta de que no estoy de humor para sus bromas sin sentido y come en silencio.

—Voy a investigar sobre él —dice después de unos largos segundos masticando.

—¿Por qué? —La sorpresa en mi voz es tanta que Miguel se ríe.

—Pues porque a mí también me parece sospechoso, además quiero buscar más sobre él, para que tú te quedes tranquila —aclara él, a veces puede parecer un hermano mayor.

...☆☆☆...

Quedé con Miguel en mi casa después de la universidad, él estará aquí dentro de unas horas, mientras espero su llegada, pinto un cuadro, lo hago por entretener mi mente y no porque tenga que hacerlo para un trabajo.

A veces, cuando era más pequeña, mi madre se sentaba y me leía libros, me contaba historias y en otras ocasiones solo cantaba, hoy, mi inspiración es ella. Mucha gente no es capaz de recordar los rasgos de alguien, pero yo si lo hago, recuerdo muy bien a mi madre cuando estaba viva, tanto que ahora la estoy pintando, puede parecer que aún no he superado su muerte, es verdad no lo he hecho y nunca lo voy a hacer, solamente he aprendido a manejar su pérdida.

Con un marrón oscuro pinto el iris de sus ojos, ella tenía los ojos oscuros al igual que yo, pero algo no me convence en la pintura, sus ojos parecen fríos, no se ven cálidos como ella solía tenerlos. Cierro los ojos y me levanto del taburete al frente del caballete, estiro mis músculos y me miro en el espejo.  Siempre cuando pinto me coloco ropa que puedo manchar, una camisa blanca, dos tallas más grandes de la original y un pantalón de chándal negro que de tanto lavarlo ha quedado gris, ambas prendas tienen manchas de pintura por todos lados y de todos los colores.

Dos golpes en la puerta me colocan en alerta, soy lo suficientemente rápida para quitar el lienzo y colocarlo contra la pared para que mi padre no vea lo que estoy pintando, él a diferencia de mí todavía no ha podido sobrellevar la pérdida de Eloise.

—¿Puedo pasar? —Dice tras la puerta.

—Sí —suelto al mismo tiempo que me dejo caer en la cama.

Mi padre inspecciona mi habitación en un vistazo rápido, su mirada se detiene un momento en el lienzo que está al revés contra la pared, no le da importancia y su atención se posa en mí.

—Voy a salir, estaré en la casa de Christopher —gesticula bajo el umbral de la puerta.

—Bueno.

Él se va y siento que el mundo está hoy a mi favor, no le menciono que viene Miguel porque no hay necesidad de hacerlo, así que espero que pasen los pocos minutos que faltan para que él llegue. El sonido del timbre anuncia la llegada de Miguel, bajo a abrir la puerta, él me sonríe y entra a mi casa, se quita la chaqueta de cuero y la deja en el sofá, luego se da la vuelta y me mira.

—Es extraño verte así —me dice señalando la ropa que llevo.

Le devuelvo la sonrisa, es verdad, durante el tiempo que somos amigos él nunca me ha visto así vestida.

—Estuve buscando información sobre Camden —dice y se sienta.

Le señalo las escaleras y voy caminando hacia ellas, él me sigue y vamos a mi habitación, sus ojos se deslizan por todos los rincones de mi espacio personal, me dejo caer en mi cama y él se acerca al cuadro a medio terminar de mi madre. Él conoce a mi madre, ha visto muchas fotos de ella.

—¿Por qué está enojada? —Señala su rostro y luego levanta su mirada, sus ojos se llenan de escrutinio.

—No lo sé —respondo y me dejo caer en la cama y agrego—, y no lo quiero saber.

Él se sienta a mi lado y se queda en silencio unos segundos. Luego se deja caer a mi lado.

—Su nombre completo es Camden Allen Stewart, su padre se llama Christopher Allen Hawkins y su madre se llama Madeleine Stewart Gibson —recita los nombres, claramente se los aprendió.

—¿De dónde sacaste sus nombres? —Sin apartar mi mirada del techo le pregunto.

Siento como su cuerpo se mueve y queda de costado.

—Facebook —suelta y me giro hacia él.

—Sus nombres completos no solucionan nada —le doy un golpe con mi dedo en su frente—, además eso yo también lo hubiera hecho.

Él rueda los ojos.

—Nunca me dejas terminar de hablar —murmura y luego agrega—, solo decía sus nombres para que se viera más profesional.

—¿Profesional? —Evito no reírme, pero lo hago igualmente.

—Vivían en un pueblo a casi ocho horas en autobús… —lo interrumpo.

—Eso ya lo sé.

—¿Me dejas terminar? —resopla frustrado.

—Sí.

—Cómo decía, él vivía muy lejos, es casi imposible que se hubiera llevado a Valeria y la hubiera vuelto a traer, pero me tome la molestia de buscar personas que lo conocieran… —lo vuelvo a interrumpir.

—¿Hablaste con sus amigos? —Pregunté horrorizada, me siento frente a él.

—No —cierra los ojos y después levanta un poco la voz—, ya deja de interrumpir.

Él levanta una ceja en mi dirección cómo esperando una respuesta, muevo mi cabeza afirmando que puede seguir hablando.

—Hable con una chica de su universidad, ella es un poco "comunicativa" y me contó sobre él, me dijo que casi no iba a la universidad y que cuando iba causaba problemas. Ella dijo que Camden tenía la manía de molestar a unas chicas, ella las llamó "raritas" —Miguel hace las comillas con sus dedos, su forma de hablar es un poco graciosa, pero no se inmuta de mi pequeña risa y sigue hablando—, cuando su madre dijo que no lo volviera a hacer se refería a que no molestará a chicas, entonces también hablé con ellas y ellas me dijeron que él mantenía detrás de ellas, primero lo vieron como alguien indefenso y luego él empezó a acercarse de otra forma que ellas no toleraban.

Recuerdo cuando él se acercó a mí en el cementerio e invadió mi espacio personal.

—Aunque en ningún momento les hizo daño, también les pregunté a ellas si él alguna vez les habló sobre alguien que se llamaba Valeria y ellas me dijeron que no.

—¿Las chicas te dijeron por qué Camden ya no está en la universidad? —Dije mientras miraba el cuadro a la distancia, sentía como si mi madre nos estuviera viendo.

—Sí, fue porque ellas hablaron con el decano de la facultad de Camden, a él le advirtieron que dejará de molestar a las chicas, pero él no lo hizo y al parecer sus padres para evitar problemas lo sacaron de la universidad —se detiene y da una larga respiración para seguir hablando—, lo más chistoso de esta situación fue que a él lo sacaron de la universidad porque se venían para acá.

—Sí, su padre fue trasladado a la misma comisaría que trabaja Elián —añado, mi padre una vez me lo comentó, ambos se conocían de hace mucho tiempo porque estuvieron en el mismo curso de aprendizaje.

—En conclusión —denota con poco interés—, parece ser que tiene una obsesión con chicas raritas —, me mira un momento y agrega—, y tú prácticamente haces parte de ese grupo.

Bufo desde muy profundo de mi garganta, lo que hace que Miguel se levante de mi lado. Pero no le digo nada, porque tiene sentido, a veces veo las cosas por el lado más negativo que hay. Camden parece sospechoso a simple vista, como en muchos casos, pero mi padre ya ha dicho que no lo es y puede que él tenga motivos para hacerlo, puede ser que ya tengan un sospechoso y yo solamente me estoy comportando como una niña que intuye cosas.

—Bueno, creo que ahora estoy más tranquila —susurré, en parte lo estoy, lo que Miguel me ha dicho aclaró muchas cosas, pero ahora siento que algo falta, que hay algo que no he visto aún.

—Ponte ropa limpia —lo dice a la vez que se dirige a la puerta—, vamos a salir.

Cierra la puerta y me quedo sentada en la cama, ¿a dónde vamos? Tengo una sospecha de que vamos a ir a ver a Chachi, entonces voy a mi armario y abro las puertas, tengo todo ordenado por colores, la mayoría de mi ropa es negra, pero hay algunas excepciones como el gris y el morado, incluso tengo prendas de colores opacos. Decido colocarme un pantalón negro y una blusa básica gris, lo acompaño con unas botas.

Me dirijo hacia mi tocador y abro el cajón pequeño bajo el espejo, saco un Choker negro con un aro plateado en la mitad y me lo coloco, después me delineo los ojos de negro y con unas sombras oscuras hago que se vean más fríos y luego lo acompaño con rímel. Por último, me coloco un labial negro, peino mi cabello y lo dejo suelto.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras, en la sala está Miguel escribiendo en su teléfono. Cuando me ve suelta grito de indignación.

—Me gustaba más la Aelyn de hace un rato —con su mano señala toda mi ropa.

Camino hacia la entrada, no voy a negar que su comentario me ha molestado porque si lo ha hecho. Miguel se apresura en alcanzar mis pasos apresurados.

—Era mentira —se excusa y luego llega y me abre la puerta para que pueda salir—, tú eres bonita, así como eres.

Doy una larga respiración y cuando Miguel sale de la casa, cierro la puerta.

—Yo lo sé, no hay necesidad que lo digas —le pongo seguro a la puerta y luego bajo las escaleras con él al lado—, lo sé perfectamente.

Como lo suponía, Miguel fue a la veterinaria, Chachi ya está bien y ya come, supongo que es lo más importante, Miguel se ha puesto muy feliz cuando la enfermera le dijo que ya se lo podía llevar. Mis ojos captan al gato de la vez pasada, ahora parece que ha obtenido más fuerza de la última vez que lo vi, solamente ha pasado una noche y un par de horas, el minino parece que se recupera rápido. La misma enfermera con la que hable se acerca.

—Me interesa el gato —le digo a ella, el pobre no ha tenido una buena vida, supondré que el gato nació en la calle y que no tuvo humanos cerca, humanos que pudieron haberlo acogido antes de que le ocurriera esto, el gato me mira y sus ojos amarillos son curiosos.

—¿Lo va a adoptar? —La pregunta remarca una notable alegría.

Asentí afirmativamente, ella me sonríe y me dice que me lo podré llevar cuando gane un poco más de peso. Es la primera vez que voy a tener una mascota, los animales no me interesaban lo suficiente para tener uno de compañía, disfrutaba dibujando y pintando algunas aves y otras especies. Pero ahora siento una gran curiosidad de cómo es tener una mascota. Con el dedo índice toco el cristal de la jaula y el gato me mira de inmediato.

—Espero llevarnos bien —le digo al minino.

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