Capitulo 18

ANNA

No hablamos durante el trayecto a buscar a mis niñas, también estuvo muy callado cuando ellas estaban ahí y Auris comentó que olía raro, era a alcohol.

– Lo siento soy yo – se disculpó el – vamos a bajar las ventanillas – dijo y eso le pareció mejor a las niñas que se distraían con cualquier cosa.

Al llegar a la casa se despidió de manera cortés.

– Buenas noches niñas, descansa Anna – y me miró por un segundo.

Se que estaba miy borracho, que su comportamiento y lo que me dijo esa noche solo fue producto de su borrachera, porque el también sabe que todo está mal.

Hay razones de sobra para darse cuenta que todo eso era una locura.

Sergio lo sabe muy bien, por eso la manera y la distancia que puso entre los dos, por eso yo no usaria ese reloj que el me regaló, así el viera mi muñeca cuando yo sin darme cuenta me la tocaba la falta de el.

Pero todo está más difícil para los dos cada día.

El siguiente sábado de lo que pasó estaba en casa sin saber que hacer, no quería trabajar, necesitaba un descanso ya que toda la semana estuve trabajando sin parar ocupando mi cabeza en otra cosa que no sea Sergio.

Y sentí que alguien llamó a la puerta, extrañamente era Sebatian, que iba vestido de manera muy casual.

– Hola bonita – me saluda quitandose sus gafas de sol – me preguntó si tú y tus niñas les gustaría un paseo a la playa.

Lo miro sorprendía pero al decir playa las niñas que estaban en la sala lo escucharon.

– Si mami, ¡vamos a la playa!.

– ¡Yo si quiero ir!

El me mira y sonríe al ver el gran alboroto que formaron mis hijas al escuchar esa inesperada invitación, no me pude negar. ¿Qué les decía? Si no salí mucho con ellas y la última vez que fuimos a la playa, ni yo lo recuerdo.

Así que me fui arreglar todo para dos días, ya que Sebatian les dijo que sería en una casa de la playa. Más emocionada se sintieron. Y yo deseaba asesinarlo, pero pensé que no seria una tan mala idea, seria distraccion de trabajo y de Sergio, sin importar lo que podría pasar en alejarme de uno de los Piettri y acercarme a otro, por lo menos este no estaba casado, y yo no buscan tener nada con él.

Así que nos dirigimos hasta un malecón y nos subimos a un bote, que nos llevó hasta una isla donde los Piettri tenían una casa muy bonita, mi sorpresa era que ahí estaban los hijos de Sergio quienes nos recibieron emocionados al ver llegar el bote y también estaban sus padres, porque al entrar a la casa me conseguí de frente con Sergio y con Lucila, su esposa.

Creo que él como yo se quedó sorprendido al verme.

– ¡¡Anna!! – La rubia va hacia mi y me abraza – trajistes a tus hija ¿no?

Asiento, me sentía extraña con esa situación.

Al vernos solos mientras yo acomodaba las cosas de mis hijas Sergio me siguió.

– Anna, yo no tuve nada que ver con esto – me dice y yo trato de ignóralo, pero él me toma por el brazo.

– Pero yo si Sergio – dice a sus espaldas Lucila – así que deja que Anna se divierta – me mira y sonríe.

La mujer me toma por el brazo y me lleva con ella hacia la terraza de la casa que tenía una piscina y al salir de la terraza y cruzar un camino hecho de piedra estaba ahí a la orilla de la playa. Un lugar bello y maravillosos pero lo sentía como un infierno de la incomodidad que sentía.

– Se qué Sergio te ha hecho trabajar mucho Anna – me dice ella.

Me suelta el brazo y le haces señas a Sebastián y este corre hacia nosotras.

– Este hombre es maravilloso – la abraza y veo los ojos de el que brillan y la miran con adoración – le pedí que te trajera para que pases un fin de semana lejos del trabajo, y lo hizo. – ella no lo suelta. Abraza a su cuñado con tanto cariño que me hace ver todo eso tan extraño.

Mientras ella y Sergio son tan fríos uno con el otro, con su cuñado es distinta, le sonríe, la toca, le había con cariño.

Y yo no dejo de incomodarme con su presencia, aunque ella al final es muy ausente.

Esa fue la única vez que la Vi durante el día.

Fui con la niña a la playa y ahí estaba el hijo mayor de Sergio quienes al verme se acercaron dónde me senté.

– ¿Tu trabaja con mi papá? – me habla Luis.

Yo le sonrió y asiento.

– Papá no trae a nadie para acá – se sienta a mi lado, su hermana la veo congeniar muy bien con Melanie porque la veo jugar a las dos en la orilla mientras hablan.

– ¿Eres novia de mi tío? – dice de repente y rio.

– No hijo – la voz de Sergio interrumpe mi risa – Anna trabaja para la empresa, y es una amiga…de ambos. De tu tío y de mi, también lo es.

– Hmmm… y ¿no tienes esposo? – escucho como carraspea Sergio quien se sentó en una silla a nuestro lado.

– Hijo, no debes preguntar esa cosas – lo regaña Sergio y de repente el lo mira extrañado.

– No tengo esposo – le respondo – no vivo con él, mis hija visitan a su papá que vive en otra casa.

– ¿Se divorciaron? – pregunta

– ¡Luis ya! – Sergio lo reprende.

Yo río.

– Si, me divorcie de el. – respondí

– Hmmm…pero entonces…– el niño piensa – ¿si puedes ser novia de mi tío?

Vuelvo a reír.

– ¡Luis! – la voz de Sergio fue más ruda esta vez y lo miro.

– Como dijo tu papá, solo soy una amiga – le explicó y luego el miró a su padre quien con la mirada lo reprende y el niño se va, dejándonos solos.

– Lo siento Anna…

– Es curiosidad del niño, Sergio – digo y miro a las niña jugar – no debes molestarte con él por eso.

– Solo no quería que te incomodara sus preguntas – dice el

– No me incomodaron, es un niño y sintió curiosidad de verme aquí, es normal.

No hablamos más hasta que Sebatian llegó con una cerveza para cada uno.

El resto del día los niños en la playa, yo solo me senté a míralo y disfrutar de esa vista tan hermosa. Parecia que nos encontramos muy lejos de todo. No se veía otra isla ni tierra firme, era solo azul del cielo con el mar. Demasiado hermoso para no disfrutarlo.

Todos estaban bien hasta que Auris comenzó a incomodarse, ¿porqué? No tengo motivos, solo se incómodo y no dejaba de decirme que quería irse.

Estaba por ir a la casa con ella cuando Sebatian tuvo la idea de sacar un Jet ski y le dijo que pasearia a todos los niños que no lloraran, ella al comienzo no le importo hasta ver cómo Luis, el hijo de Sergio manejo la moto y ella sintió curiosidad y me preguntó si ella podía también hacerlo.

Dude.

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