Capitulo 15

ANNA

El va hacia la mesa y se tambalea cuando trata de agarrarse de ella para volver a llenar su vaso, está se voltea y yo voy y lo ayudo a que no haga un desastre y lo escucho reír.

– Creo que ya tomastes mucho – digo y lo tomo por el brazo – busquemos a…

– Llévame adentro – se acerca y me dice al oído – no llames…no diga nada, llévame tú – dice y me mira.

Sus ojos tienen mucho rastro del alcohol, y su sonrisa también. Así que hago lo que me pide, lo tomo por el brazo y lo guía hacia dentro. El camina lento y no suelta el vaso que luego logro quitarle.

Sebastián me mira y me quita el vaso de whisky. Deja que siga el camino con Sergio que me guía a un pasillo al lado de la cocina. Veo dos puertas y el va hacia la del final y la abre por completo.

Veo que es un cuarto amplio que tiene en el medio una cama grande matrimonial, lo suelto.

– Ve a dormir – le digo para que entre pero él apoya su espalda en el marco de la puerta y luego pone su mano al otro extremo.

– Quieres …– dice y me mira y luego mira dentro de su cuarto.

Yo lo miro confundida.

¿Me está invitando a su cuarto? ¿Está loco? ¿Con su esposa ahí?

Aunque admito que luego de la escena frente a mi, no la volvía a ver.

– Ve a dormir Sergio, estás muy borracho! – le digo y doy la vuelta.

– ¡Anna! – dice y me volteo.

Estaba en la misma posición y me mira. – Gracias…

Me dice y yo solo lo miro. Me doy vuelta y escucho a mis espaldas.

– Gracias... por venir Anna…– no pare solo escuché cuando cerro la puerta y entonces cerré mis ojos al apoyarme de la pared.

¿Qué fue todo eso? Mi corazón está latiendo como loco.

¿Mire a Sergio porque en verdad quería estar con el?. ¿Me quedé toda la noche a su lado porque era lo que quería,su atención? y la tuve aunque el solo estaba ahí, a mi lado, en silencio.

Debía irme desde el comienzo y no lo hice.

¿Qué me hace sentir este hombre? Un hombre casado, un hombre comprometido, un hombre de la cual tengo millones de razones para alejarme lo más lejos que pueda. No estoy preparada para algo así. ¡Yo no!

Busque a Sebastián, sin embargo, el estaba muy distraído con una morena que hablaba con el muy cerca, aún quedaban alguna personas y de repente veo a Jhon.

– ¿Jhon? – el muchacho sonríe. Creo que es el único sobrio en ese lugar donde escucho risas y algúnas voces.

– Señora Anna – le muchacho vino con un plato comiendo.

– ¿Has estado aquí todos la noche? – le pregunto. Me ofrece de lo que come y niego con la cabeza.

– Si, deje a Jenny en su casa y me vine. ¿No me vio? – que voy a verlo si pase la noche en la terraza con el cumpleañero a mi lado.– la vi con el jefe, pero cuando vengo solo estoy en la cocina para comer – me mete un trozo de queso en la boca.

– ¿Puedes llevarme a la casa? – le pregunto y miro que Sebatian está muy pegado a la morena y dudo que desee llevarme.

– Claro señora Anna para eso estoy aquí, al final debía ir por Jenny a su casa – cierto que la esposa de Jhon estába cuidando a mis niñas.

Así que me fui con Jhon. Necesitaba alejarme de ahí. Fue una noche extraña e incómoda. Y que me hizo ver cuál era mi lugar en la vida de los Piettri, principalmente en la de Sergio.

El domingo decidí trabajar mucho y tratar de hacerlo lo más rápido posible porque en verdad que con lo de la noche anterior debía estar lo más lejos de Sergio Piettri. Se que no le soy indiferente, se que él tampoco lo era para mí, y la razones para alejarme de él cada vez se multiplicaban.

El lunes fue como si no hubiera pasado nada. Sergio estaba serio y distante e igual lo hice yo. Solo trabajan e ignoraba la presencia del hombre, quien dejó de compartir el almuerzo y pasaba mas tiempo lejos ausente de la oficina y eso me decía mucho. El también estaba buscando la manera de alejarse de mi, que lo que hizo estaba mal y él lo sabia muy bien. Eso en vez de hacerme sentir aliviada me dolía como nada. Cómo idiota me había hecho ilusiones con el, por mas que lo dije,me lo repetía a diario. Estar con el me gustaba, y ahora que no estaba me dolía.

Debía irme. Debía terminar el trabajo.

Una tarde luego de volver. Del almuerzo me consigo con una caja de fresas con chocolate sobre mi escritorio, igual a la que me había enviado Sergio con Jhon hace unos días. Suspire al abrirla porque me emocionó su gesto pero al tiempo me sentí triste. Mientras miraba con anhelo aquel detalle se abre la puerta y es él. Quise esconder la caja pero me miró y caminó hasta mi escritorio. Sentía sus pasos como los latidos de mi corazón.

– Hola Anna – dice con voz baja.

– Buena tardes Sergio – no lo miro, fijo mi vista en la pantalla del computador.

– Hoy ví las fresas y me hizo pensarte – mi estúpido corazón se descontroló.

Me quedé en silencio.

– Quería que lo supieras – porque sentía su voz tan triste? O solo era mi estúpida manera de creer que el como yo sentía que aquello le dolía como a mi.

– Gracias pero no debistes…

– Si…yo…solo quería que tú también…pienses…

– Debo… Ir al baño – lo interrumpo y paso frente a el, mis piernas tiemblan y no paro hasta encerrarme en el baño.

Me encerré y no salí por un largo rato hasta poder calmarme. No estaba bien todo aquello él lo sabía.

Cuando regreso ya no estaba. Y me sentía aliviada. Pero al sentarme en mi lugar veo que me dejó una nota.

Solo quería que pensé en ti y quiero que tú también pienses en mi. Sergio Piettri

Ya esto se está saliendo de control.

Seguí trabajando calmando mi corazón, ignorando lo que me hace sentir Sergio cada vez que está en la oficina, cada vez que escucho su voz, cada vez que siento su olor. Es como si fuera un gran castigo, pero a la vez uno muy delicioso.

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