Capitulo 16

ANNA

Una noche le escribí al correo sabiendo que él estaría despierto y lo leería y que seguro me llamaría, y lo hizo.

– ¿Anna que es eso? – su tono de voz es de preocupación.

– Lo que dice ahí en el correo: son ventas de activos que me parecen extraños por los altos montos en lo que son vendidos, no ví un avalúo de esos terrenos actualizado, y obvio que la utilidad de ese año se incrementó por dichas ventas.

– Conozco esos terrenos – dice luego de un silencio. – ¿podría hacer un avalúo? Podría revisar los registros de esa venta, podría…

– Debes hacerlo, lo más pronto posible. Así tenemos prueba suficiente de que esa venta se infló para incrementar la utilidad de ese año – digo y lo escucho botar aire y luego reír.

– ¿Quieres decir que podría ser eso?

– Sergio – lo interrumpo – vamos por pasos, ve y consigue ese avalúo y luego revisamos la posibilidad…

– Sabía que lo haría Anna – dice de repente.

– Sergio no nos adelantemos – le digo sin embargo, el hombre no me escucha.

– Tengo un abogado amigo que sabe todo el caso, lo llamare para que venga y me ayude con esa cláusula – le escuchó decir.

– Sergio…

– Lo sé…pero déjame que arregle ese viaje primero y seguimos hablando, ¿si? – dice y siento que cambia su tono de voz cuando me dice lo último – tu le has vuelto la tranquilidad a mi vida.

Y tranca la llamada. Yo me quedé con el celular pegado a la oreja un buen rato. Sonriendo como idiota. Sabía que no estaba bien lo que sentía pero como podía ahora evitarlo.

Llegó un mensaje.

Mi vida cada vez es más feliz desde que tu Anna, llegastes a ella. Sergio Piettri

El otro día no supe de Sergio si no por unos mensajes que me envió. Se había reunido con un amigo que lo ayudaría en lo de los terrenos que se vendieron.

Mientras Sergio estaba ausente yo seguí con mi trabajo.

Cuando llegue a la casa revice mi cuenta y vi que tenía dos tranferencia con el mismo monto y pensé en Sergio, y que era un error, ya me había cancelado el delanto y no entendía esto. Así que le escribí preguntándole pero no respondió. Me pareció raro cuando el siempre responde al escribirle. Me.quede inquieta esperando pero no llego su mensaje.

Cuando me desperte, como idiota también revice el celular pero note que no había mensaje de el.

Me subí al auto, Sergio me había dejado un aito azul ya que Jhon viajo con el y así yo podía tener como movilizarme mientras ellos no estaban.

No me dió tiempo de negarme.

Al segundo día, recibí una llamada a la mitad de la tarde, del celular de Sergio, pero era John.

– Señora Anna – mi corazón se me iba a salir pero luego me decepcione.

– John – dije – ¿cómo está el…viaje?

– Bien, puede durar más de lo que se planeo – me explica el muchacho – sobre lo que la llamo es que no hubo error, el jefe le hizo esos pagos bien.

– ¿No puedo hablar con el? – me regaño, por qué en verdad, solo quería escucharlo.

– El jefe esta reunido ahora, me dejó su celular porque no quiere que lo molesten – dice

– No quiere que lo molesten ¿no? – repito y me sentí aún peor, porque si creí que lo molestaba. – está bien.

Trabaje, la llamada recordo que estaba ahí para un trabajo, y solo para eso le servía a Sergio Piettri. Me sentí tan mal que ese día me fui temprano a casa y quice olvidarme de él y de todo lo que tiene que ver con Sergio.

Esa era mi realidad y otra razón porque la que debo estar lejos de Sergio Piettri.

Ese viaje si hizo largo, dos días, tres cuatro, una semana y casi llegan a la segunda, me sorprendí luego que llegue a la oficina y en mi escritorio conseguí una caja roja y la abrí, era un reloj de pulsera dorado con muchas piedras. Me sorprendí en verlo y sin darme cuenta me lo puse, era muy bello. En ese momento se abre la puerta y creo que es Sergio, pero no, era Sebatian.

– Hola bonita – me dijo, entra algo distraído y pone unos papeles en su escritorio y luego se sienta su silla y se concentra en algo en el computadora. A veces lo veía hacer eso y luego se va. Dura muy poco en la oficina, este o no esté Sergio.

– ¿Sabes si Sergio viene a la oficina? – lo miro aunque él no me mira.

Agarro el reloj en mi muñeca.

– ¿Ya llegó? – le pregunto. Aún no me ha escrito y tampoco lo he visto..

– ¿Hm? – me mira.

Sonríe,

– ¿No te ha llamado? – dice y su tono no me agrada. Pareciera que se burlara.

– Hemos hablado sobre trabajo – le miento.

– An ok.

Lo veo levantarse.

– Imagino que vendrá más tarde – recoge otros papeles y me guiña un ojo. – pásala bien bonita.

Y me deja sola, pero me siento estúpidamente molesta. Me quitó el reloj y lo meto en la caja y voy y se lo pongo sobre su escritorio.

Trabaje la mañana con una molestia que no dejaba concentrame, cuando Iba a buscar a las niña al colegio llega Jhon.

– Hola Señora Anna ¿como ha estado? – el muchacho sonríe hasta que nota la caja sobre el escritorio de Sergio y veo que lo toma. – ¿No le gusto?

Me lo nuestra.

– Si es lindo – digo y disimulo que sigo trabajando.

– Úselo, el jefe le gustara verselo puesto – el muchacho lo saca de la caja y me lo da.

– No puedo aceptarlo – digo – ¿no te da cuenta que no está bien? El no sabe darme ese tipo de cosas.

El muchos ve el reloj y luego lo vuelve a meter en su caja, lo pone sobre mi escritorio.

– Se esforzó mucho en elegirlo señora Anna, aceptenlo, no se imagina todo lo que está pasando el jefe.

No le digo nada más, porque no entiendo como ve eso bien, quizás creerá que todo eso es normal o está acostumbrado a ese tipo de comportamiento de Sergio.

– Iré por sus hijas y luego la pasaré buscando, yo le aviso.

– ¿Buscando? – le pregunto y lo miro.

– El jefe la espera para almorzar – no puedo decirle nada porque ya había salido de la oficinas.

Me impaciente hasta escuchar el celular y ver que era Jhon. No le escribo a Sergio, él tampoco lo hizo y eso en parte me tenía muy molesta

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