Declan Millers [Capitulo 9]

—¡Muchacho!—escuche lejano, mis ojos pesaban y sentía que todo me dolía, mi cuerpo, mi mente sólo estaba envuelto en vagos recuerdos que no tenían sentido.—¡Despierta!—esta vez más fuerte, moviendo mi cabeza.

¿Qué demonios pasaba?

Así que con un poco de esfuerzo lo hice, encontrándome con el conductor: que parecía ser policía, inclinado a mi lado. Justo detrás de él se encontraba el auto boca abajo totalmente destruido. Entonces lo aparte y lo empuje tan lejos cómo pude mientras me levantaba del suelo para salir corriendo totalmente aterrado de lo sucedido. No sabía de dónde había sacado las fuerzas para hacerlo, tal vez del miedo que me había invadido en el momento. Pero mientras corría y miraba de vez en cuando hacía atrás para echar un vistazo me arrepentí. Sin embargo sentía que no podía volver, mi mente era un desastre y mi aspecto era demacrado. No podía tenerme más asco cómo lo hacía ahora porque era imposible.

Y aquí estaba, seguía corriendo por el bosque sin rumbo alguno. Tenía hambre y sed; así que me detuve y me encogí en algún árbol hasta recuperar el aliento. Por alguna razón mi estómago se sentía diferente; cómo si hubiera ingerido algo que me había caído mal para el estómago, dolía pero era algo soportable. Seguía sin recordar nada de todas formas. Esto parecía otra pesadilla más de tantas.

Me levanté de nuevo y deambule hasta parar a la puerta de un desconocido pero caí en el momento en el que iba a tocar totalmente deshidratado y con frío. No sabía si alguien me ayudaría o siquiera si había alguien en casa. Pero esperé y esperé sin tener éxito de encontrarme a alguien hasta después de dos horas.

Una chica abrió la puerta y la ví de espaldas primero, cómo si antes de salir de casa se estuviera despidiendo de su madre, pero al momento en que su madre me vió y abrió los ojos de sorpresa su hija de cabello rojizo se dió la vuelta de inmediato y me vió. Y cuando lo hizo noté lo hermosa que era.

Ella se cubrió la boca, y justo después se arrodilló junto a mí. Parecía preocupada, pero a la misma vez no sabía que hacer.

—¿Mamá?—Fue lo que dijo ella cómo si estuviera buscando su permiso para dejarme entrar a la casa mientras miraba a la madre y me ayudaba apoyándome en su hombro.

—Sisí, déjalo entrar.—se apresuro a decir otra chica en la sala al verme.—; ¿No ves lo herido que está?

—¡Oye!—se quejó un chico de inmediato cuando me vió entrar levantándose del sofá de la sala, molesto.—; ¿Quién es este idiota?—me señaló, y yo le dí una mirada.

La chica de cabello rojizo me llevó a una habitación desconocida y de inmediato me di cuenta de que era su habitación, lo noté por las pequeñas fotografías que tenía en su tocador con lo que parecía ser sus amigos haciendo poses y gestos "graciosos" a la cámara.

El chico la siguió enfadado con los puños a sus costados y me vió sentado sobre su cama. —¿QUÉ DEMONIOS HACES ALICE?—exclamó, aún confundido.

Ella suspiró y se dió la vuelta.

—¡Está herido!—me señaló.

Él me miró un segundo y con algo de desagrado apartó la mirada hacia ella.

—¡Es un desconocido!

—¿Y?—arrugó las cejas con fastidio hacía él.—; no puedo dejarlo simplemente en la puerta tirado.

Él hizo una pausa, indignado y sin poder creer lo que ella estaba haciendo.—¿En serio estás haciendo esto en nuestra cita?—eso pudo ser la gota que derramó el vaso porque se dió la vuelta cuando ella se cruzó de brazos y lo miraba en desaprobación, saliendo de la habitación azotando la puerta detrás de él totalmente furioso.

¿Había separado una pareja inconscientemente? Esto parecía ser surrealista.

—Lo siento.—fue lo único que dije apenado después de un momento de silencio y ella se dió la vuelta para mirarme con una sonrisa incomoda en el rostro. Entonces hizo un ademán a mi disculpa, cómo si no importará lo que pasó.

—Esta bien, era un idiota.—se encogió de hombros sin importancia.—; Sólo está así por los celos.

—¿Por qué?—pregunte curioso cuando ella me tomó de los hombros con cuidado para observar mi rostro y inspeccionar las heridas que tenía.—¿Qué haces?—le dije encuanto ví que sacó un trapo blanco y alcohol.

Se rió.

—Tranquilo, sólo voy a limpiar un poco tu herida de la sangre.—se acercó de nuevo y me tomó de la mandíbula con cuidado de no lastimarme. Entonces susurró un segundo después mientras pasaba el trapo en mi cien.—; Por suerte tienes una piel hermosa.

Sonreí, extrañado.

—Ah, ¿Sí?—no era una pregunta en sí pero no sabía que responder a eso.

Ella no respondió, parecía distraída mientras me atendía; pero me pregunte si en realidad era una molestia haber llegado a esta casa por la forma en cómo había reaccionado su madre cuando me vió y se paralizó sin decir nada.

—Cielos, ¿Qué te pasó?—fue lo que dijo cuando terminó de limpiar mi rostro y se echó hacía atrás para mirarme por completo, de pies a cabeza.—¿Acaso escapaste de la cárcel?—dijo en broma cuando no le respondí.

"Podría decirse que si" Quería decir, pero no quería asustarla. En cambio levanté las cejas sin responder.

—¡Oh por Dios!—abrió la boca en sorpresa y se alejó cuando seguía sin decir nada. Al parecer mi expresión lo había dejado claro y no me había dado cuenta de ello. No recordaba que mi rostro era tan expresivo después de todo.—¡No puedo creerlo...pero...!

De inmediato levanté mis manos en defensa para tranquilizarla y trate de acercarme a ella para explicarle todo. Pero ella se echó más hacía atrás, pegando su cuerpo a la puerta y yo tuve que apoyar mi mano al lado de su cabeza, acorralándola.

—Yo estoy tan confundido cómo tú, créeme... —señale mi cabeza refiriéndome a la enfermedad que tenía en mi mente.—; déjame explicarte...esto...—traté de decir pero ella seguía negando con la cabeza apretando los ojos cerrados con miedo.

—N-no me hagas daño, por favor...—tartamudeó, asustada y totalmente vulnerable mientras se ponía las manos en su pecho, cómo si estuviera cubriéndose la invisible desnudes que ella tenía en mente.

—No voy a tocarte sin tu consentimiento ni voy a hacerte daño...—le aclaré mientras me alejaba. Ella abrió un ojo insegura y luego pude ver cómo se iba tranquilizando de apoco, así que continué.—; Dame otra oportunidad, no te voy a fallar.

Ella se quitó las manos de su pecho y se pasó los dedos por su cabello, apenada por cómo actuó hace un momento atrás.

—¿Entonces no vas a tratar de tocarme?—dijo una vez más, un poco... ¿Decepcionada? Tal vez era mi imaginación.

Arrugue las cejas.

—No.—aclaré.

Ella tomó asiento a mi lado y suspiró.

—Es que, ¿Sabes?—me miró, se acomodó el cabello sonrojada y un momento después pasó una pierna sobre mi regazo y así estar ahorcajadas sobre mí.—; Eres muy sexy.—murmuró. Ella tenía una minifalda y no pude evitar tomar su cintura de inmediato. Lo que hizo que ella me rodeará con sus brazos mi cuello mientras suspiraba de la excitación en mi oído.

Quería decir que no pero algo dentro de mis pantalones decía otra cosa.

Entonces negué con la cabeza tratando de que el fuego que estaba pasando por mis venas se fuera y la quite de encima mientras me levantaba de la cama para mirarla de nuevo, pero más serio. Ella puso un puchero cuando lo hice y me miró un poco confundida.

—Esto no está bien.—le dije.

Se comenzó acercar regateando en la cama con sus manos, mirándome cómo si estuviera apunto de lanzarse sobre mí en cualquier momento. Yo puse las manos en defensa para tranquilizarla.

Esto me parecía cada vez más loco.

—¿Quién dijo qué el peligro no era exitante?—me guiñó el ojo, y no pude evitar reír por cómo estaba actuando, aunque seguía confundido por su comportamiento.

Ella suspiró de nuevo.

—Me encanta tu sonrisa, es tan contagiosa pero sexy a la vez...

Pase mi mano detrás de mi cuello sin saber que hacer.

Tenía un presentimiento que ella iba resultar ser un problema, o una ayuda favorable.

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