Eva dispara y aquel hombre que la supera en altura, fuerza y crueldad gira en su dirección y aunque observo con claridad que esa bala atravesó su pecho y salió del otro lado, no se inmuta en lo absoluto, es tal y como sucedió con ese hombre que Liam asesino de un disparo en la cabeza.
El hombre corre y Eva desaparece de mi visión en el segundo piso, así que me muevo de lugar esperando no encontrarme con nadie y así revelar mi posición, pero al dar vuelta a la casa, escucho el mismo sonido que Liam provocó al romper una ventana.
Cuando espió en la esquina de la casa, veo con asombro la fuerza y la valentía de Eva para pelear con ese hombre desde el techo del segundo piso, escucho golpes y disparos, pero al intentar observar lo que sucede, algo me incita a bajar la vista y por suerte lo hago cuando las personas que hacían labores domésticas salen a ver cuál es el motivo de tal alboroto.
Aunque tengo el arma en las manos, no tengo el valor como para hacer algo en contra de esas personas. Sé muy bien que estando intoxicada pueden ser bastante peligrosas, pero es el miedo a matar lo que me impide a dispararles aunque sé bien que ellos no tendrían piedad de mí.
Me escondo detrás de una caja de madera, la cual parece ser una composta de heces de animales y otro tipo de orgánicos.
Nadie se percata de mi presencia, pero cuando los disparos se detienen escucho voces agitadas y nerviosas que hablan algo sobre el alcalde, pero debido a sus voces entrecortadas, no distingo con claridad la conversación. Luego de un par de segundos, las voces se alejan y escucho pasos acelerados que van en otra dirección.
Veo entonces mi oportunidad para huir de ese lugar, pero al volver por el mismo camino desgraciadamente me encuentro cara a cara con Eva.
Tal es su sorpresa al verme que incluso alza ambas cejas y sonríe con cierto descaro, entonces algo vuelve a mí, quizás no un recuerdo, pero si un sentimiento y es que Eva demuestra con esa estúpida sonrisa su descaro. Luego sale corriendo din decir nada y aunque intento seguirla, ella es más que rápida, así que no pasa mucho tiempo para que la pierda de vista.
Sigo mi camino y aunque no sé muy bien a donde se metió Eva, tomo el camino que siguió Liam para encontrarme con él.
Supongo entonces que la propiedad que visite se trató de la residencia del alcalde y aunque es muy difícil saber de quién pueda tratarse, imagino que se trata de aquel animal al que Eva se enfrentó, aunque dudo mucho que pudiera hacer algo en su contra después de haber visto que una bala que atravesó su cuerpo no hizo nada para poder moverlo de su sitio.
Pienso que se trata de aquella droga que Liam me mostró, causa efectos secundarios que son imposibles para el cuerpo humano por sí solo.
En mi camino no logro ver a Eva y por suerte tampoco a ese hombre alto que estoy segura podría aplastarme la cabeza de un nada más de un golpe.
En cierto momento, mis pulmones piden piedad así que aligero el paso y cuando lo hago mi mente comienza a meditar mucho aquel último recuerdo sobre Eva.
Parece que en algún momento de nuestras vidas, los tres, es decir, Liam, Eva y yo nos encontramos en un mismo sitio, solo que no estoy segura en donde ocurrió, aunque por lo jóvenes que se ven Liam y Eva en mis recuerdos parece que sucedió hace mucho tiempo, quizás años.
Cuando recuerdo que no debería estar pensando en eso, sino en encontrar a Liam y evitar a toda costa el que alguien me vea. Me detengo y observo que estoy en un cementerio que está justo al lado de la iglesia, solo que mientras camino veo vestigios del paso de Liam por aquí.
Hay cadáveres de hombres, los cuales supongo que Liam tuvo que neutralizar para poder pasar hacia la iglesia.
Avanzó con precaución y entonces al llegar a las puertas, escucho ruido adentro, voces, pero no la de Liam, sino más bien la voz de alguien mucho mayor.
Me retiro un par de pasos y decido espiar por la ventana, parece que esa es la forma para viable y segura de saber que es lo que ocurre en el interior de algún sitio. Avanzó a la más cercana y observo la figura de un hombre musculoso que lleva puesto un uniforme militar, tal vez de los Estados Unidos, no lo sé con exactitud.
Desde este lado de la iglesia me percató que no se alcanza a escuchar sus voces, pero si logro ver todo lo que sucede.
Sobre el altar se encuentra una silla enorme de terciopelo púrpura, en la cual está sentado un hombre de extraña apariencia, si bien a simple vista parece un hombre de mediana edad común, por su piel supongo que no es así y no solo noto eso.
La piel del hombre se nota amarillenta como si estuviera enfermo, pero al menos en ese momento no parece tener ninguna complicación. Sus ojos tienes vestigios rojizos, como si estuviera recuperándose de una fuerte infección de ojos o quizás como si también fuese víctima de la droga que ha acabado con la cordura y la razón en ese sitio.
Ese hombre lleva puesto una túnica roja de color marrón que da la sensación de estar viendo a algún padre de alguna orden sacerdotal de votos de pobreza, pero muy diferente de lo que parece, el hombre lleva una especie de bastón que está lleno de joyas.
Enseguida me parece que ese par discute, pero el militar termina yéndose, tal vez para evitar agravar más la diferencia de opinión.
Sigo con la mirada aquel sujeto y antes de que desaparezca de mi vista logró ver una cicatriz en su rostro, como si algo le hubiese intentado partir la cara en dos, pero hubiese fallado o quizás se hubiese detenido para provocarle dolor en vez de piedad con la muerte. Luego al volver la vista hacia el interior, descubro que el hombre de túnica ha desaparecido y no sé cómo o porque.
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