Camino en silencio mientras medito lo que está pasando, puede que la situación sea grave, pero aún hay muchas incógnitas nadando en mi cabeza.
La primera es el hecho de que no tengo idea como llegué a este lugar o porque perdí la memoria y la segunda es el porqué Liam está precisamente en este lugar.
—Liam—digo rompiendo el silencio lúgubre del bosque, pero incluso el sonido de mi voz se escucha extraño—¿De dónde nos conocemos?
Él se detiene, pero no lo hace debido a mi pregunta, sino porque hemos llegado a una bifurcación que divide el camino y no hay nada que señale que hay en ambos caminos.
—Dividámonos—propone, pero la simple idea de separarme de él es inaudita, me van a matar sin él a mi lado.
—No—protesto—puede haber locos por ahí, no puedo hacer nada contra ellos.
—Claro que puedes—declara y enseguida saca de su funda un arma corta que lleva en su cintura del lado derecho y luego de revisar el cartucho me entrega la pistola.
—No, yo no la necesito—replicó y la rechazo, pero él enseguida encorva los labios y vuelve a ponerla en mis manos.
—Apunta, quitas el seguro y disparas, no es nada que no hayas hecho antes—revela, cuestión que me deja perpleja.
—¿Qué acabas de decir?—preguntó aún sorprendida.
—Solo has lo que te digo. Si encuentras la iglesia espérame ahí, pero si no es así, vuelve y ven por este sendero—expone mientras comienza a trotar tomando el camino de la derecha mientras que yo lo observo desaparecer a la distancia.
Miro el arma en mis manos, es extraño, pero el peso no me resulta molesto, de hecho, me parece que tal vez Liam tiene razón, puede que esté acostumbrada a esto. ¿Será que a esto me dedico? ¿Soy policía o algo parecido?
Respiro profundamente y camino con precaución por el otro camino. Mi cuerpo se estremece ante cualquier ruido a la distancia, cuervos acechando y por lo que logro escuchar, también lobos.
Ruego por no encontrarme con un animal salvaje en mi camino o peor aún, una persona que resulte estar igual de intoxicada que los demás.
Luego de un rato de camino sin encontrar nada más que árboles, diviso una casa bastante grande. La cual me habría pasado desapercibida de no haber visto algo que me pareció extraño.
Se trata de una mujer que lleva puesto una camisa ajustada de color rojo y un pantalón similar al mío, solo que a diferencia de mí, ella lleva todo tipo de cosas en sus bolsillos, como armas y cartuchos de pistola listos para usar.
La mujer entra por la ventana con sigilo, pero antes de entrar completamente, gira la vista hacia afuera para verificar que nadie la hubiese visto, pero al ver su rostro un extraño zumbido se apodera de mí.
Un fuerte dolor de cabeza me obliga a cerrar los ojos y de inmediato, veo en mis recuerdos el rostro de aquella mujer, solo que no como lo he visto ahora.
En mis recuerdos ella viste de rojo, solo que un vestido ajustado y un par de medias negras las cuales rasgó en algún momento, además de que lleva un arma en las manos que tiene un nombre grabado sobre el cañón. «Eva»
Lo poco que puedo ver en mis recuerdos es una extraña escena donde Liam y ella están sentados en una camilla de ambulancia y ambos están besándose.
Algo en mi corazón se agita al recordar eso, pero no es emoción por ir recuperando de poco a poco mi memoria, sino más bien un sentimiento de desilusión.
Al abrir los ojos, el dolor de cabeza ya se ha desvanecido, pero no ese sentimiento de aflicción, el cual me extraña, puesto que Liam no ha sido específicamente muy caballeroso conmigo ni tampoco empático respecto a mi condición de salud. De hecho, aunque parece conocerme no se ha mostrado interesado en decirme absolutamente nada sobre quien soy yo, incluso me parece que no cree en lo que digo.
Decido apartar ese recuerdo por el momento y averiguar porque esa mujer se encuentra en este preciso lugar, así que me acerco con sigilo a la casa.
Esta no parece tener muchas diferencias de las que vi en aquella primera parte del pueblo, hay animales por doquier y claro también suciedad de los mismos animales por todos lados, parece que se escaparon del establo y pensándolo bien, es probable que Liam tenga razón.
Ya que la gente no ha atendido a sus animales de establo, estos han tenido de salir por la fuerza para buscar comida por ellos mismos.
Me aproximó a una de las ventanas y desde ahí puedo ver el interior del lugar. Hay un comedor con velas y varios platos colocados sobre la mesa, varias sillas y a lo lejos, parte de lo que supongo es la cocina, no obstante, noto la presencia de dos mujeres, las cuales tienen la mirada perdida en el suelo, pero tienen comportamientos casi normales. Se mueven de aquí para allá haciendo labores domésticas, aunque a mi parecer parece que se les dificulta bastante, es como si sus manos estuvieran tiesas y les costará moverlas o mejor dicho, como si les doliera.
Muevo la vista hacia las escaleras, donde puedo ver con claridad a un hombre bastante alto que lleva una gabardina negra y supongo que un traje oscuro debajo de esta, es calvo y por lo que se puede apreciar, también es viejo.
Se mira al espejo y aunque su mirada también se nota perdida, mira con ira y maldad su propio reflejo.
Me muevo de lugar para tener un mejor rango de visión, me agachó y continuó hasta llegar a la siguiente ventana, la cual tiene una mejor perspectiva de la escalera y de aquel hombre, pero al mirar hacia arriba noto la presencia de esa mujer, la cual mi cabeza jura que se llama Eva.
Ella observa con sigilo al mismo hombre que yo, solo que ella tiene el atrevimiento de apuntarle con un arma y no duda en dispararle y hacerle saber que ella está ahí.
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