Capítulo 4

—¡Salta! —me grita indicándome imitar aquel impulso de idiotez que, extrañamente le ha salvado la vida.

Mi cuerpo se paraliza y niego con la cabeza, no es muy alto como para matarme al tocar el suelo, pero es probable que me rompa algo en el intento, sin embargo, un estruendo me hace girar hacia atrás. No muy lejos de mí se encuentran tres hombres, me parece extraño que todos ellos tengan los ojos rojos, pero todos corren hacia mí con la intención de hacerme daño, así que no me queda más que lanzarme por la ventana hacia afuera, solo que muy diferente de lo que pensé. Liam logra atrapar mi cuerpo antes de caer al suelo.

Mis mejillas su ruborizan cuando cruzó una mirada con él, pero aquello solo dura un instante, puesto que aún no estamos a salvo.

—Vamos—le escucho decir cuando coloca mis piernas sobre el suelo, entonces descubro la agilidad que posee para salir corriendo de algún sitio.

Trato de seguirle el paso, aunque me es muy difícil porque sus pasos son bastante alargados.

Seguimos un camino al azar o al menos eso pienso. Liam no parece conocer el sitio, puesto que se muestra alerta cada que cruzamos alguna cabaña. No hay nadie y parece que los que estaban siguiéndonos han perdido nuestro rastro.

Luego de un par de minutos Liam se detiene sin previo aviso lo que provoca que choque contra su espalda ancha y caiga hacia el suelo.

Me sorprende como es que mi cuerpo no pudo siquiera moverlo un poco, pero lo que sí hizo fue mirarme desde su posición y ofrecerme una mano para ayudarme a levantarme.

—¿Por qué te detienes así?—protesto y él hace un movimiento de cabeza para indicarme que mire al frente.

Delante de nosotros hay una puerta de madera, la cual parece dividir una zona del pueblo. La construcción no parece vieja, sino recién construida, incluso aún se puede ver algunos rastros de los materiales que usaron para edificarla.

Se trata de don muros aledaños en donde está fijada la puerta y estos muros están unidos a una cerca hecha de piedra que utilizaron para marcar el límite de esta zona.

—Parece que no podremos pasar por aquí—dice señalando la cerradura de la puerta, la cual tiene una cadena y un candado bastante grande y por lo que se ve, también viejo.

—¿Y si brincamos? —propongo acercándome al pequeño muro de piedras, no es muy alto así que puedo saltar perfectamente.

Me subo sin ninguna dificultad, pero antes de pisar el suelo del otro lado, Liam me detiene.

—Si aún quieres seguir con vida, te recomiendo bajar de ahí—indica con voz seria, así que preocupada, vuelvo la mirada hacia él.

—¿De qué hablas?— cuestiono y él enseguida señala el suelo del otro lado, pero a simple vista no parece haber nada fuera de lo normal, aunque por lo que he visto en tan poco tiempo desde que desperté, nada en este pueblo es normal u ordinario.

—Son minas terrestres, parece que de esa forma obligaban a la gente a quedarse recluida en este sitio—expresa, pero a simple vista yo no logro ver nada.

—¿Cómo lo sabes? —cuestiono algo inquieta,

—Ese árbol—indica y mira hacia la derecha, en el primer árbol que se puede ver, hay palas y picos, pero además también se puede ver una serie de cables conectados a una pequeña caja donde hay una luz roja que parpadea cada ciertos segundos.

Me bajó de aquel muro y miró con recelo a Liam, no solamente está cargado de armas hasta los dientes, sino que es muy observador y de no haberlo sido, seguro ya habría volado en mil pedazos.

Parece que él puede ser igual de peligroso que la gente que nos persigue, solo que no sé a qué grado porque de otra forma no estaría en este sitio tan extraño.

De alguna forma me siento como si hubiese saltado en el tiempo y hubiese vuelto en la época donde la gente tenía que utilizar carretas y otros artefactos rústicos para sembrar y cosechar en el campo. No entiendo qué está sucediendo aquí, pero parece que Liam sí.

—¿Por qué no les disparate a esos hombres?—cuestiono algo ansiosa— querían matarnos.

—Mis municiones son limitadas, no puedo dispararle a cualquier imbécil que se me cruce enfrente—justifica— pero, ya que no tenemos otra forma de abrirnos paso, supongo que debo hacerlo.

Saca de su funda, la misma arma que utilizó para acabar con la vida de mi atacante, saca el cartucho y revisa el número de balas que aún le restan, luego quita el seguro del arma y retoma el camino por el que corrimos.

—Espera—camino con los nervios a flor de piel—es peligroso.

—Yo también lo soy—menciona confirmando mis sospechas, no sé quién sea ese hombre, pero parece que no tiene miedo de enfrentarse a dos hombres fuertemente armados.

—¿Por qué nos atacan? ¿Acaso les hiciste algo?—cuestiono bastante alarmada cuando noto que no estamos muy lejos del sitio del que huimos.

Él me mira con cierto recelo, luego niega con la cabeza ligeramente y suspira.

—No tengo motivos para hacerle algún daño a esta gente—explica mientras comienza a avanzar hacia lo que parece ser un problema— pero sí alguien se atreve a perseguirme con una moto sierra en las manos, lo menos que debería hacer es matarlo antes de que ese alguien me mate a mí.

La forma en como lo dice me obliga a quedarme parada sobre mi sitio. Cuando reaccionó él prácticamente ha llegado aquella fogata donde aún se consume el cadáver. Hay tantas cosas apestosas que a penas se puede percibir el olor chamuscado de la piel quemada.

Cuando comienzo a escuchar disparos me escondo en el primer sitio que encuentro, un pequeño establo donde solo se encuentra una vaca y un par de pollos dispersos.

Ahí se encuentra una abertura desde la que se puede escuchar y ver parte de lo que ocurre. Escucho ruido y disparos, gritos y luego solo un horrible silencio.

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