Espero con impaciencia algún sonido, un grito, algo que me indique que diablos es lo que está pasando allá afuera, pero los siguientes segundos no logro escuchar nada más que un mugido de vaca y el cacareo de los pollos.
Respiro profundo, hasta sentir que los pulmones se me llenan de oxígeno, claro que el olor para nada es agradable, pero desgraciadamente mi cuerpo lo necesita.
Por alguna razón estar con Liam me causa tranquilidad, pero estando sola me siento indefensa y vulnerable, dudo en salir en su búsqueda, pero después de todo ya no se escucha ningún sonido, así que deduzco que tal vez Liam pudo hacer algo para neutralizarlos, así que una vez que exhalo el aire en mis pulmones, camino con extremo sigilo y precaución lejos de aquel lugar para seguir los pasos de Liam.
Efectivamente, a mi paso veo los cuerpos de quienes intentaban atacarnos, pero no veo ni rastro de Liam. Miro a mi alrededor, pero no lo veo por ningún lado y tampoco rastros de sangre. ¿Me habrá abandonado?
Trato de no pensar en ello y dejarme llevar por el pánico, pero conforme más lo pienso la idea de que me hubiese dejado sola, se hace cada vez más real.
De pronto escucho un sonido y al buscar el origen de este, observo con horror como es que uno de los hombres al que yo creía muerto se levanta de su lugar como si no tuviese varios agujeros en el cuerpo.
Al momento de verme intenta correr hacia mí sin importar que su ropa comienza a empaparse de un líquido oscuro justo donde parece haber recibido varios disparos.
Cuando mi cuerpo intenta reaccionar para escapar de él, ya me ha tomado por el hombre impidiéndome moverme, luego abre la boca y de ese lugar emana un asqueroso olor a podrido y como si estuviera a punto de morderme se abalanza sobre mí y logra tirarme.
Intento con todas mis fuerzas alejarlo de mi cuerpo, pero a pesar de que está herido, tiene la fuerza suficiente para lograr someterme y cuando siento que en realidad está a punto de morderme el cuello, un estruendo bastante sonoro lograr detenerlo.
El peso del hombre cae sobre mi cuerpo dejándome inmóvil, solo entonces logro divisar el cuerpo de Liam acercándose. Enseguida se inclina para quitarme a ese hombre de encima y cuando estoy liberada me extiende la mano para ayudarme a levantarme.
Cuando lo miro algo extraño me sucede, es como si pudiera ver una visión del pasado o quizás un recuerdo de cómo conocí a Liam.
De pronto veo a Liam dándome la mano de la misma forma que lo hace ahora, pero no lleva puesto un traje táctico sino más bien un uniforme de policía, se mira mucho más joven y guapo, además en su rostro muestra una expresión de alivio y no la expresión seria que sostiene desde que me vio.
Finalmente, ese recuerdo desaparece de mi cabeza, frente a mí no está el Liam joven sino el que me desprecia y me gustaría saber por qué. Tomo su mano y entonces veo el cadáver no muy lejos de nosotros.
—Pudiste haber muerto—me regaña Liam mientras se inclina sobre el cadáver para buscar en sus bolsillos.
—¿Cómo es que se levantó? —cuestiono enseguida algo alarmada—eso fue antinatural.
Liam no responde y eso me pone aún más nerviosa.
—Dime que diablos está sucediendo aquí—le exijo sabe aunque no alzó la voz por temor a que más personas estén por ahí, entre las casas, quizás confabulando como acabar con nosotros.
Me parece que Liam encuentra algo en los bolsillos de aquel hombre y enseguida me lo arroja hacia las manos.
Se trata de un pequeño frasco amarillo de medicamentos que tiene varias cápsulas de color rojo. La etiqueta dice «Activo rojo (Tirant prototipo C)» pero además se puede ver el logo de una farmacéutica que lleva por nombre “Purdue Pharma”
—¿Qué es esto? —cuestiono al no comprender que son las cápsulas o para que sirven.
—Purdue Pharma—comienza mientras se levanta de su sitio— se declaró en quiebra hace cinco años, después del incidente en Linvinstong. Esto no debería estar aquí.
Se aproxima al otro cuerpo y hace lo mismo para después sacar otro frasco similar.
—Demonios—musita mientras se levanta.
—¿Qué se supone que es esto? —expresó mientras muevo las pastillas del frasco, él las toma de la palma de mi mano y mira su contenido con cierta melancolía.
Liam abre el frasco y saca una cápsula, para después romperla y colocar una especie de polvo rojo sobre la palma de su mano, la cual lleva un guante táctico que le ayuda a sostener su arma.
—Oxycotin—expresa— o al menos eso parece, estas personas muestran síntomas similares que presentaban quienes eran adictos a estos medicamentos.
—¿Oxycontin? —repito, instantáneamente recuerdo un frasco blanco con letras oscuras que los doctores solían recetar por su efectividad para aliviar el dolores severos, se trataba de un narcótico que se hizo muy popular entre los adictos porque era fácil de conseguir y los efectos que producía era casi lo mismo que meterse 10 kilos de mariguana de una sola fumada, pero lo que no recuerdo son sus efectos secundarios—¿cuáles eran los síntomas?
—Desorientación, comportamientos agresivos y erráticos y en ciertos casos incluso canibalismo—explica, pero algo en su forma de hablar me indica que algo le preocupa, quizás la presencia de esos frascos aquí.
—¿Y los ojos rojos?—cuestiono dirigiendo la mirada hacia los cuerpos, solo uno de ellos los tiene abiertos, pero tal y como los había visto antes tienen una apariencia extraña e inquietante.
—Creo que esto no es exactamente Oxycontin, quizás es una fórmula diferente, eso explicaría los ojos y la sangre—explica y, ya que lo menciona supongo que también es consciente de que en la sangre de estas personas hay algo extraño, quizás causados por estos fármacos— puede que sea una fórmula diferente, quizás lo mismo que causó la muerte de la gente de Livingston.
Levanta la vista hacia el resto del pueblo, hay muchas casas a nuestro alrededor, pero no parece haber nadie más ahí.
—¿Cómo llegaría esta droga a este sitio? —continuó con el interrogatorio, puede que no recuerde mucho, pero si con preguntar puedo obtener respuestas, aprovecharé el hecho de que Liam esté dispuesto a dármelas.
—No lo sé con exactitud—responde.
Toma una de las cápsulas para después guardarla en una pequeña bolsita de plástico que ha sacado, me parece que la sostiene como si fuera alguna especie de prueba de algún delito. ¿Será que sigue siendo policía?
—Este es un pueblo menonita, aquí no hay electricidad ni cualquier otra tecnología que te imagines y claro, la gente no suele contaminar sus cuerpos con esto. Así que es fácil deducir que probablemente los obligaron a consumirlas.
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