Aquel mapa nos indica un camino más corto para llegar al lago y es precisamente por los túneles subterráneos qué debemos seguir, aunque también existe la opción de volver al pueblo e ir por otro camino más largo en donde probablemente nos encontraremos con más aldeanos.
Así que ambos optamos por regresar, solo que esta vez tenemos noción de lo que hay en ese sitio. Después de veinte minutos de camino encontramos una cueva inundada por la que debemos seguir y es el único camino para atravesar o debemos volver y tomar el camino largo.
—¿Qué hacemos? —cuestiono ante el silencio de Liam.
—Seguir— propone con tranquilidad, parece que sabe lo que hace, pero yo no.
—¿Sé nadar?—le pregunto aunque cuando él se vuelve hacia mí y entrecierra los ojos, me arrepiento. No quiero que me deje atrás.
—Estarás bien—menciona y extiende la mano hacia mí, tal vez para decirme sin palabras que no me dejara ahogarme, aunque así lo quiera.
Tomo su mano y ambos comenzamos a sumergirnos y aunque al principio tengo la impresión de que todo va a estar bien, en cierto momento cuando dejó de sentir el fondo de la cueva, mi ansiedad se eleva y siento que me resbaló, pero es en ese momento que Liam se aproxima y me toma de la cintura para ayudarme a flotar.
No digo nada, ni unas gracias porque me avergüenza lo que está sucediendo, además de que mis mejillas están ruborizadas, por suerte lo único que alumbra aquella caverna es una pequeña lámpara qué Liam ha encendido y lleva en la mano.
Continuamos nadando hasta que nos encontramos con un muro y eso me inquieta.
—¿Ahora que hacemos?—digo confundida, se supone que el mapa marcaba este camino para cortar camino, pero está cerrado.
—Aguarda—dice y entonces me ayuda a apoyarme del muro, luego se sumerge y la luz de su lámpara desaparece.
Me quedo en silencio esperando a que vuelva, pero luego de varios segundos no escucho nada. Sé que Liam no piensa a abandonarme, pero aun así, me pone nerviosa el estar sola, pero luego de un minuto Liam regresa y toma una bocanada de aire.
—¿Estás bien? —preguntó ya un poco más tranquila.
—El camino continúa, pero debemos sumergirnos un tramo para llegar al otro lado.
Escuchar eso me pone un poco nerviosa. ¿De verdad podré llegar?
—¿Es muy largo?—preguntó algo ansiosa.
—No—responde y vuelve a tomarme de la cintura. Se pone frente a mí y de pronto siento que su peso jala mi cuerpo hacia al fondo.
—Espera un poco—me tiembla la voz y él enseguida se detiene—solo déjame respirar profundamente.
Lo hago, dejo entrar aire a mis pulmones, pero aunque inhalo y exhalo, siento que el oxígeno qué entra no es suficiente.
—¿Lista? —cuestiona y aunque parece que está molesto por mi ansiedad, supongo que ya me ha esperado lo suficiente, de hecho sé que fue mucho pedir de su parte.
Asiento y entonces, con su ayuda ambos nos sumergimos hacia el fondo. Abro los ojos, pero me cuesta ver hacia donde debo ir, sin embargo, Liam no me suelta y de hecho, me guía hasta que atravesamos un pequeño tramo de un pasillo hundido, luego él me señala hacia arriba para volver a la superficie.
Tomo una bocanada de aire al volver a respirar y aunque el tramo fue demasiado corto, quizás no estaba lista para hacer algo como esto, sin embargo, no me permito detenerme porque de lo contrario, Liam se vería en la necesidad de dejarme atrás.
Ambos nadamos hasta la orilla, pero al salir del agua, mi ropa se siente pesada, además de que parece que hay una brisa de aire frío. Me cubro los brazos cuando mi cuerpo comienza a temblar.
—Será mejor que descansemos un poco—indica Liam, lo cual me deja desconcertada.
—Creí que te urgía encontrar a la chica.
—Si, pero estoy cansado y mojado, no podré rescatarla en estas condiciones—dice y entonces se levanta del suelo.
—¿Adónde vas?—expreso al verlo caminar hacia un pasillo.
—Creo que la salida de este lugar está cerca. Iré a ver si encuentro algo con que podamos calentarnos—indica—enseguida vuelvo.
Me lanza su pequeña lámpara y finalmente se va, dejándome sola y en aquella caverna. El agua está bastante tranquila, por lo que puede que esté estancada, es decir que esto no es parte del lago, aunque puede que si de algún tipo de presa.
Ya que no escucho disparos, supongo que Liam está bien. Me levanto de mi lugar y alumbró cada espacio de aquella caverna hasta que a los lejos sobre el agua divisó una puerta. ¿Adonde llevará?
La puerta dice precaución y tiene parte de un dibujo que indica ser la maquinaria de una presa, tal y como lo había pensado.
Vuelvo a inspeccionar el lugar y entonces descubro qué hay una puerta grande, que está bajo el agua y apenas se puede ver una esquina del marco de metal ya oxidado.
Me acerco a la orilla y apuntó la luz de la lámpara a ese punto, pero doy un brinco al percatarme de lo que hay ahí. Con la ayuda de la lámpara es más fácil divida lo que hay ahí y me gustaría no haber visto nada.
En ese sitio logro ver cuerpos flotando, cadáveres de personas que fueron encadenadas a la puerta para evitar que salieran. Intuyo qué alguien los encerró en ese sitio con la intención de acabar con sus vidas, llenando este espacio de agua y ahogándolos.
—Ey—escucho la voz de Liam detrás de mí, me vuelvo hacia él y no sé por qué algunas lágrimas brotan de mis mejillas.
No me gusta llorar frente a Liam, pero ya es demasiado tarde.
Él entrecierra los ojos confundido y desconcertado, pero entonces quita la lámpara de mis manos para apuntar la luz en el mismo sitio.
—Supongo que no hacen distinción entre ellos mismo—menciona Liam, suponiendo que fueron los mismos aldeanos quienes los dejaron ahí para morir.
—Tal vez se negaron a tomar las drogas—quiero suponer.
—Puede ser—se vuelve hacia mí, entonces extiende la mano hacia mi rostro y aunque mi cara está húmeda, es fácil distinguir qué gotas son mis lágrimas.
Liam las limpia con delicadeza y me dedica una mirada extraña, quizas dulce.
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