Capítulo dieciséis

La reacción de Amanda

Alguien me sorprendió mientras pintaba. No pude evitar reaccionar y tiré a esa persona contra el suelo. Al notar que era Zack me preocupé. Al parecer había hecho caso omiso de mi mensaje y había venido igual a verme. Yo ya casi estaba terminando de pintar por lo que no quería molestarlo. Ahora lo tenía en el suelo desmayado.

—Zack, lo siento —dije y él abrió los ojos luego de unos minutos de estar inconscientes. Balbuceó algo, pero no pude entenderle—. ¿Te duele algo?

—¿Amanda? —por lo menos podía ver. Se notaba que el golpe que se dio en la cabeza había sido fuerte.

—Me asustaste, yo no esperaba que viniera nadie —traté de explicar y él solo me miró y me abrazó.

¿Por qué lo hacia? Aun así, el parecido de él y Nino era tanto que no pude evitar desear estar cerca de él, así que lo abracé también. Incluso su perfume y su corte de cabello, todo en Zack me recordaba a Nino.

—Amanda —dijo y lo miré.

—Dime —era vergonzoso que lo hiciera de ese modo. Él me besó y aunque pensé que lo detendría no lo hice. ¿Por qué? Era el recuerdo de Nino grabado en mi alma el que me hacía desear que Zack lo reemplazara ¿o había algo más? Porque ya no podía resistirme a sus palabras o incluso a sus besos.

—No podemos estar juntos. Lo entiendes, ¿verdad? —preguntó después de soltar mis labios.

—Seguro, yo no quiero estar contigo —le dije y volvió a besarme hasta que sentí que perdía el aliento.

—Vamos a casa, ya es tarde —dijo y acarició mi rostro. Miré sus ojos y pude ver a Nino a través de él. Deseaba seguir haciéndolo, ya que él lo traía a la vida.

Al otro día le pedí que me acompañara a comprar algo de ropa para la fiesta de Vivían, imaginaba que las chicas lucirían esos tontos vestidos ajustados y quería pasar desapercibida.

—¿Me preguntarás cómo te ves? —Zack era insoportable a veces con sus chistes.

—Claro, sin el consentimiento de mi protector no podría vivir —dije con ironía mientras entraba a ponerme la ropa que la chica habia elegido para mi y al salir del vestidor me dio vergüenza que me viera de ese modo—. ¿Por qué me ves así?

—Nunca creí que podrías verte más hermosa. Ese vestido es estupendo —dijo y sacó su tarjeta—. Será mi regalo para ti.

—No, yo pagaré mi propia ropa —dije y él no me dejó.

—Ahora vamos a comprar algo que haga juego con ese vestido. ¿Usas tacones? —me preguntó y lo miré con desprecio. Que prefiriera la ropa deportiva no quería decir que no pudiera utilizar tacones.

—Claro que sí. No soy extraterrestre —dije y tomé su mano para que fuéramos más rápido. La tienda estaba por cerrar.

Al final me compré unos zapatos con plataforma plateados que combinaba con el vestido blanco que también tenía detalles en el mismo tono. Cuando salí de la tienda, Zack no estaba por ningún lado. Caminé un poco y cuando estaba por llamarlo lo vi hablando con Vivían. Ella lo agarraba del brazo como si fuera su novio. Me vieron y me acerqué a ellos.

—Hola, Amanda, me encontré con Zack e íbamos a beber algo —dijo ella, al parecer él no le dijo que me estaba acompañando. Estaba bien, después de todo nosotros no éramos nada.

—En realidad vine a buscar a Amanda —dijo Zack y tomó mis bolsas.

—¿A Amanda? ¿Ustedes están saliendo? —preguntó Vivían como si eso le molestara.

—Claro que no, Zack es como mi hermano mayor —dije como una tonta. Si bien no éramos nada, sabía que no hacía falta decir eso.

—Entiendo, nos vemos esta noche en mi fiesta. Zack, no faltes —dijo Vivían dejándome colgada, como siempre. En realidad, no era mi amiga, así que no debería importarme. Caminamos en silencio hasta el coche de Zack y cuando subimos me preguntó si todo estaba bien y le dije que sí.

Esa tarde mi tío me envió la información de los tipos que habían tratado de abusar de mí. Al parecer, habían salido del país. Seguramente no solo tenían problemas por lo mío. Sin embargo, los protegían, por lo que le pedí que investigara quien lo hacía. Uno de ellos era un decano de la universidad. Rodrigo se había metido en su computadora y había una cantidad inmensa de contenido ilegal, fotos de menores haciendo cosas de adultos. Era un maldito desgraciado, un mal nacido.

—Amanda, solo coloca el pen que te mandé y luego de que se descargue el programa sal de ahí. ¿Entendiste? —mi tío no quería que me arriesgara.

—Haremos que ese desgraciado pague —dije furiosa mientras me encerraba en el dormitorio. No quería que Zack me escuchara.

—Solo eso, si usas tu arma, les informaré a tus padres —me advirtió.

—Tranquilo, sé lo que hago —le dije a mi tío y colgué.

Me vestí y me maquillé para la fiesta, me coloqué los zapatos y me hice una trenza en el cabello. Antes de salir coloqué mi pistola en la funda que tenía para agarrar en la parte interna de mi pierna y me aseguré que mi disfraz estuviera cubierto por el vestido. Cuando salí, Zack bebía agua de la nevera.

—Estoy lista —dije y él se quedó viéndome por un rato. ¿Tendría una contusión por lo ocurrido el día anterior? —. ¿Tomaste tus medicinas?

—¿De qué hablas? —preguntó y siguió con la mirada perdida.

—La que tomas para no desmayarte —le dije y por fin vio mis ojos.

—Sí, ya la tomé. Es solo que no puedo creer lo bello que se te ve ese vestido.

Yo lo había comprado porque podía ocultar mi ropa de escalar en él y no por lo bello que era. Sin embargo, debía reconocer que me veía linda en él. Zack llevaba una camisa blanca y unos jeans. No se había arreglado mucho, pero era un muchacho muy carismático con las mujeres. Una sonrisa y todas caían a sus pies. En ese momento recordé lo que le pedí hace unos días y me sentí avergonzada. Estaba un poco dormida cuando se lo dije.

Autora: Osaku

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