Capítulo doce

Otro mal día

—¿Qué haces aquí? —pregunté molesta al llegar a fuera de la casa.

—Vine a buscarte para que fuéramos a cenar —dijo como si eso fuera normal.

—Esta es la casa de mis tíos —susurré más enojada aún.

—Sé sincera, si no venía huirías de mí de nuevo —dijo como si se sintiera satisfecho.

—No vuelvas aquí o no volveremos a vernos —traté de amenazarlo.

—¿Eso quiere decir que después de hoy habrá otro encuentro? —preguntó feliz.

—Solo vámonos que mi tía está mirando —este tipo no sabía ser más molesto solo porque era imposible.

Cuando llegamos a mi edificio estacionó fuera. Era temprano aún, por lo que le dije que podíamos ir a comprar algo para cocinarle. Quería pagar mi deuda y seguir con mis asuntos. Me mostró el baúl, al parecer ya se me había adelantado.

—Yo llevaré todo. Tú solo mantén la puerta abierta —dijo y no discutí más con él.

Estábamos por entrar a mi departamento cuando me percaté de que la cerradura había sido forzada. No podía ser que esos tipos me siguieran buscando. Maldición, mamá, ¿en qué líos se había metido ahora?

—Espera un minuto —dije y abrí la puerta.

Todas las cosas estaban tiradas y habían roto todo lo que pudieron. Se habían llevado mis ahorros y habían dejado un gran cartel en la pared con pintura negra con el nombre de mi madre.

—¿Qué rayos pasó aquí? —preguntó Zack al ver el desastre.

—Si quieres irte hazlo. Mañana cocinaré para ti —dije mientras recogía mis cosas del suelo.

—¿Quién es Zaria?–preguntó mientras dejaba las compras sobre la mesada y me ayudaba a juntar todo.

—Es mi verdadera madre —le pasé una bolsa para tirar todo. Se habían asegurado de dejarme sin nada—. ¡Maldición!

—Necesito más información para entender esto —dijo Zack mientras me mostraba mi computadora hecha trizas—. Quien sea que vino no quería robarte.

—Es una advertencia, mi madre seguramente debe dinero y me están avisando que si no pago por ella me pasará lo mismo —dije sin ganas de tener que explicarle esto a Zack.

—Tranquila, yo te ayudaré —dijo y me abrazó.

No quería que me tocara, sin embargo, me sentía muy frustrada. Tenía demasiadas cosas en la cabeza para tener que lidiar con estos malditos. Tendría que hacerme cargo de ellos también. Ya estaba cansada de tener que mudarme por culpa de mi verdadera madre y sus vendedores de droga.

—No necesito que me ayudes —dije y lo aparté de mí—. Yo lo resolveré como siempre.

—Para ser tan bella tienes demasiado carácter —sus comentarios eran tontos como él—. No puedes quedarte a dormir aquí. Si esa gente vuelve tratarán de lastimarte.

—Volveré a la casa de mis tíos —dije por inercia y recordé que si lo hacía mi tío no me dejaría buscar a los tipos que me acosaron—. Tal vez vaya a un hotel, encontraré la manera de resolverlo sola.

—Ven a mi departamento. Quédate conmigo hasta que consigas otro lugar donde vivir —dijo y lo miré sorprendida.

—¿Por qué me ayudarías? No conseguirás que me acueste contigo si te comportas como mi amigo —le dije solo para molestarlo.

—No quiero acostarme contigo por ahora —él parecía hablar en serio.

—¿De qué hablas? No me digas que ya te dejé de gustar. Eres rápido para olvidarte de las mujeres —no sabía por qué su comentario me molestó tanto—. Se nota que lo difícil no es lo tuyo.

—Lo digo en serio. No soy de los que disfrutan estando con mujeres sin experiencia, aunque tu beso fuera bueno —dijo serio, provocándome sin darse cuenta.

—Pagaré la mitad de la renta y será solo hasta que pueda arreglar este sitio y conseguir uno nuevo. Nadie puede saber que vivimos juntos —dije enojada.

—Genial, para mañana tendré el sitio en condiciones para que resignes contrato. Después me devolverás el dinero —tuve que detenerlo.

—No, yo misma lo arreglaré. No quiero pagarle a alguien por cosas que puedo hacer yo misma —le aclaré.

—¿Eres pobre? —preguntó faltándome el respeto. Eso era mi problema.

—Mis padres controlan mis finanzas, si hago algún gasto excesivo sospecharán que algo malo ocurre y querrán ayudarme —dije mientras íbamos a su coche con lo poco de mi hogar que había quedado en pie.

—¿Es malo que tu familia quiera ayudarte? —preguntó cuándo terminamos de subir a su coche que claramente habían comprado sus padres, ya que él como docente nunca ganaría ese dinero.

—No es que sea malo, pero implica perder libertad. Si dejara que ellos pagaran todas mis cosas les daría permiso a decidir sobre otros aspectos de mi vida —reconocí molesta.

—Entiendo, mi padre ya está preparando mi boda con una mujer que ni siquiera conozco —sus palabras me dejaron impresionada. No esperaba que me contara eso—. Aunque no me quejo, nunca me hizo falta nada. Desde que tengo uso de razón siempre hubo personas trabajando para mí y haciendo lo que le pidiera. Sabía que al nacer en una cuna de oro tarde o temprano tendría que hacer sacrificios. Sin embargo, casarme por la fuerza solo para que mi padre tenga un mejor futuro no parece ser suficiente, según me ha dicho.

Me hacía sentir más tranquila, no era la única traumada ahora.

A él le ocurría algo similar a mí, el señor Li era mi padre, por lo que en algún momento debería aceptar que me pidiera que me casara con alguien que no amaba, solo por el bien de la organización. Incluso era un riesgo para mí salir con alguien, ya que siempre estaban vigilándome.

—¿Qué harás de comer? —preguntó Zack como si deseara cambiar de tema.

—No lo sé, aunque mi madre adoptiva sea argentina, este no es mi país de origen. Por lo que no sé cocinar muchas recetas de aquí–en realidad no era buena cocinando nada, esa era una de las sorpresas que tenía preparadas para él, de la que empezaba a arrepentirme.

—Entonces pidamos algo, ninguno de los dos está de buen humor. Tienes tiempo para cocinarme algo ahora que viviremos juntos —dijo feliz por eso.

—¿Por qué no estás de buen humor? —pregunté.

—Uno de mis hermanos está viniendo a verme, me mandó un mensaje. Eso solo significa que mi padre ya eligió a mi prometida —las palabras de Zack parecían pesarle.

Autora: Osaku

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