Capítulo ocho

Una fiesta para el olvido

—Ya llegamos. ¿Te encuentras bien? —me preguntó Zack, traté de ocultar mis lágrimas y bajé de se regaso.

—Se me acalambró la pierna —dije y me adelanté para que no se dieran cuenta de que había estado llorando.

Al entrar a la casa donde se hacía la fiesta fui derecho al baño. Arreglé mi maquillaje y traté de tomar aire. No podía ser que un perfume me causara tanto daño, ni siquiera podía sacarlo de mi ropa ahora. Tenía que hacer que alguien me pidiera un taxi para poder volver a mi casa y así poder estar con Nino.

—Amanda, ¿te sientes bien? —era Vivían. ¿Ahora qué quería?

—No, estoy pensando en volver a casa —dije y abrí la puerta del baño. Detrás de ella estaba Zack, mierd*.

—Si no te sientes bien te llevaré a tu casa —dijo él y Vivían le aseguró que no era necesario.

—Amanda se intimida en las fiestas. Soy su mejor amiga, sé cómo suele ponerse. En poco se le pasará. ¿Verdad? —me preguntó mientras apretaba mi mano.

—Seguro —dije y me solté. Si volvía a tocarme así terminaría con la nariz como Zack.

—Amanda, que bueno que vinieras —dijo uno de mis compañeros y me apartó de ellos—. Los chicos dicen que viniste con tu novio. ¿Es verdad?

Valentino me llevó hasta la cocina para preguntarme eso. Estaban un par de sus amigos buscando cervezas. Me pasaron una, pero la rechacé.

—No, no tengo novio. Zack es solo un conocido —dije y volví a rechazar lo que me querian dar para beber.

—¿No tomas alcohol o no te gusta la cerveza? Aquí hay otras cosas que puedes tomar —dijo uno de sus amigos. No parecía recordarlo de la facultad.

—No bebo alcohol porque no me siento bien —dije y aproveché para pedirles que me llamaran un taxi para irme.

—Nosotros queríamos hacer fondo blanco contigo. ¿Qué te parece si lo hacemos igual?, pero tú con agua y nosotros con cerveza —preguntó uno de ellos y el otro pareció sentirse feliz.

—Si me llaman el taxi lo haré —indiqué y Valentino lo hizo.

Tomé el vaso de agua que uno de ellos me pasó y los cuatro a la vez hicimos fondo blanco. Ellos parecían estar eufóricos. Tenía que alejarme de ese grupo, ya que presentia algo. Valentino llamó el taxi y me mostró la pantalla de su móvil. Tardaría media hora en venir.

—Iré a esperarlo a la puerta. Nos vemos —dije y salí de la cocina.

La música parecía estar más fuerte que antes y empecé a marearme. Venía estudiando mucho por lo que seguramente estaba agotada.

—Amanda, pareces más enferma que antes. ¿Por qué no vamos al patio? Te avisaré cuando el taxi llegue. Debes sentarte tranquila un rato —dijo Valentino y como una tonta le hice caso.

Empecé a sentir que mi cabeza daba vueltas y me tuve que sostener de la pared. Cuando abrí los ojos estaba recostada. ¿Qué había ocurrido?

—Vamos, la droga no dura mucho, solo uno podrá hacérselo —dijo alguien y miré a mi alrededor, pero no podía reconocer el rostro de ninguno, todo parecía borroso.

—Podemos hacerlo los tres a la vez si te pones debajo de ella —dijo otra voz.

—No, hermano, esta chica es virgen —¿Por qué sabían eso?

—No puede ser, de verdad lo es —dijo otro y traté de liberarme, pero me pesaban mucho los brazos y piernas.

—¿Qué hacen? ¿Quiénes son? —pregunté haciendo más fuerza para liberarme.

—Tranquila Amanda, cuando despiertes no recordarás nada —dijo Valentino.

—Sácale una foto y filmemosla mientras se lo hacemos —dijo alguien y escuché la puerta.

Alguien comenzó a golpearlos, parecía más de una persona por cómo se movía. Aun así, no pude distinguir quien era que trataba de ayudarme. Y finalmente me quedé dormida. Al despertar me dolía la cabeza, iba en un vehículo. Alguien me abrazaba, miré a esa persona. Nino, era él. Mi amado Nino siempre estaba protegiéndome, pensé.

—¿Estás despierta? —preguntó.

—Te extrañé mucho —le dije y lo besé en los labios.

—Amanda, espera estás confundida —dijo Nino, siempre trataba de protegerme del señor Li.

—No me detendré, nunca más lo haré. Solo puedo amarte a ti —dije y lo besé de una manera que creí que mis labios sangrarían.

—Amanda, lo digo en serio —dijo y bajamos del taxi. Parecía que iba a caerme por lo que me sostuvo hasta que entramos a su departamento.

Empecé a quitarme la ropa mientras estaba en su sofá, él llamó a alguien por teléfono. Aunque no supe a quién. Sin embargo, al volver me tomó en sus brazos y me llevó con él. ¿Aceptaría estar conmigo por fin? Entramos al baño juntos, abrió el agua de la ducha y empecé a sentir frío.

—Duele, ayúdame por favor Nino—dije temblando.

—Amanda, soy Zack —dijo y lo miré desconcertada. Aun la cabeza me daba vueltas—. ¿Puedes oírme?

—Zack —dije repitiendo ese nombre que me parecía conocido.

Ahí entendí que nunca había estado con Nino. Solo había sido una alucinación.

—¿Qué fue lo que tomé? —pregunté asustada mientras me apartaba de él y caía en el suelo de la ducha.

—Parece que te dieron una pastilla en la bebida —dijo y se agachó en el suelo de la ducha a mi lado—. ¿Te hicieron algo?

—¿Por qué me preguntas eso? —aunque no veia bien me daba cuenta de su amnera de hablar y parecía estar furioso.

—Estabas desnuda cuando te encontré y uno de ellos también. Te juro que voy a asesinarlos si se atrevieron a tocarte —Zack acababa de decirme que yo estaba desnuda frente a desconocidos. Por lo que me miré y solo llevaba ropa interior.

—¿Dónde está mi ropa? —pregunté asustada.

—Ponte esto —dijo y me pasó una toalla—. Te quitaste, lo que logré ponerte en la fiesta, cuando entraste. Ahora mírame, ¿te duele algo? ¿Sientes algo?

—No lo sé —dije avergonzada.

—¿Segura? —preguntó de nuevo mientras me sostenía de los hombros—. No te preocupes, los mataré y no dejaré rastro de ellos si te lastimaron. Puedes contarme tranquila.

—Nunca tuve relaciones, no sé cómo se siente —tuve que confesar. Era muy vergonzoso decirle eso a él.

—Tranquila, lo importante es que tú estés bien —dijo y me ayudó a salir del agua.

Autora: Osaku

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