Capítulo dieciocho

Una mala noche para Zack

—Amanda, no te ves bien. ¿Por qué no descansas en mi dormitorio un rato? Deberíamos dejar que Zack disfrute un poco de la fiesta también, ya la vez pasada te tuvo que acompañar —dijo Vivían a Amanda.

Ella se veía mal de salud por lo que pensaba llevarla a urgencias. Sin embargo, Amanda aceptó quedarse en el dormitorio de Vivían a descansar un momento. Noté que Vivían conocía que yo había sido quien se había llevado a Amanda en la fiesta pasada, sin embargo, en ningún momento la había llamado para preguntarle cómo se encontraba. Por lo que pude darme cuenta de que el interés de Vivían por Amanda no era legítimo.

Uno de mis hombres me escribió confirmándome que habían asesinado al objetivo, y lo habían hecho parecer un suicidio. Aunque, alguien había estado en la casa, alertando a la esposa, quien estaba despierta cuando llegaron, por lo que también tuvieron que asesinarla. Eso no era un problema para mí, estaba seguro de que ella tenía la culpa por ser la pareja de alguien tan despreciable.

—¿Qué es esto? —preguntó una de las amigas de Vivían mostrando su móvil.

A todos los estudiantes de la facultad que estaban en la fiesta les empezó a llegar un link una noticia reciente. Uno de los profesores y decano de la universidad había asesinado a su esposa y se había suicidado tras ser descubierto por tener fotos y videos de menores en su computadora. Esa información me confundió, ya que no había enviado a mis hombres a hackear la computadora de este maldito bastardo. ¿Por qué entonces se había publicado esa información y en el apartado de la universidad? ¿Quién más estaba detrás de estas personas?

Era momento de evaluar la situación, por lo que les pedí a mis hombres que no fueran tras los otros dos objetivos. Alguien más estaba molestándolo, por lo que primero me convenía encargarme de este para que no estropeara mis planes ni me metiera en problemas con mi padre.

—¿Por qué no vamos a buscar a Amanda? —preguntó Vivían.

Observé mi reloj, no habían pasado ni diez minutos desde que dejamos a Amanda cuando me propuso eso ¿Qué tenía esta chica entre manos? Cuando llegamos a la puerta escuchamos un ruido. Entré a toda prisa y vi a Amanda haciéndole una técnica de Yudo, Kesa katame (control diagonal por el hombro), a un muchacho.

—Amanda —ella dio vuelta la cara y al notar que sus ojos tenían lágrimas y su vestido estaba rasgado no lo dudé y golpeé al tipo noqueándolo—. ¿Quién es? ¿Qué te quería hacer?

—No lo sé, salía del baño y se me vino encima —dijo Amanda y escuché a Vivían decir que no podía creer que alguien hiciera eso en su fiesta.

—Nos vamos, gracias por todo —dije tomando la mano de Amanda. Sin embargo, ella me soltó como si mi conducta le molestara.

—Estoy bien Zack, por favor mantén la calma —dijo sonriendo y se subió sobre el tipo para tratar de despertarlo—. ¡Escucha maldito! ¿Quién eres? ¿Qué querías hacerme?

—Zack, Amanda está muy alterada. Mejor llévala mientras yo pido que llamen a la policía —dijo Vivían nerviosa. Seguramente ella había planeado esto. Aunque en parte tenía razón, Amanda parecía estar furiosa y no se controlaba, por lo que me acerqué a ella y la abracé para tratar de que no se hiciera daño. Pese a eso, ella siguió intentando despertar al tipo en el suelo, por lo que la tomé en brazos.

—Suéltame Zack, voy a matar a ese maldito cuando despierte —dijo mientras la cargaba en mis hombros.

—Cierra las piernas o todos verán tu ropa interior —le indiqué, ya que no dejaba de patalear.

Entramos a mi coche y ella empezó a insultarme. Según su parecer, yo no tenía derecho a sacarla de ahí de ese modo y mucho menos a interponerme entre ella y su agresor.

—¿¡Has pensado por un momento lo mal que me siento yo!? —le pregunté y se sorprendió—. Si no me preocupara por ti habría matado a puñetazos a ese maldito infeliz, pedazo de mierd*.

Mis manos temblaban, incluso una de ellas sangraba por lo fuerte que había chocado mis nudillos contra la mandíbula de ese enfermo. No podía dejar que alguien lastimara a Amanda. No sabía la razón, era como si algo en mi interior me lo impidiera. Necesitaba protegerla, era mi obligación asegurarme de que ella estuviera a salvo.

—Lo siento —tomó mi mano y la envolvió con una tela. No había nada en mi coche para que pudiera usar. Cuando la miré me di cuenta de que había cortado un pedazo de su propio vestido. El mismo que ese día la vi lucir de manera tan hermosa, ahora lo había cortado solo para curarme—. El vestido se arruinó cuando ese tipo me manoseo.

Escucharla decir eso hizo que me enfureciera. Cuando llegáramos a casa y ella se quedara dormida, yo mismo golpearía a ese tipo hasta asesinarlo. Ahora no podía mandarles mensajes a mis hombres porque Amanda me veía, sin embargo, apenas pudiera les pediría que lo secuestraran. Esto no iba a quedar así.

—No te preocupes, siempre te ves hermosa. Eso es solo un pedazo de tela —dije y arranqué el coche.

Al llegar al departamento prendí la luz y ella salió corriendo. ¿A caso le ocurría algo? Momentos después de que les mandara un mensaje a mis hombres, regresó con el botiquín de primeros auxilios y con su lindo pijama de corazones que le habiamos comprado. Era la primera vez que una mujer me curaba las heridas. Debería decir, una que no fuera mi madre. Cuando era chico siempre me metía en problemas porque quería parecerme a mi hermano mayor. Volvía a casa a escondidas, pero parecia que mamá tenía ojos en la espalda o era capaz de oler la sangre. Porque cuando me encerraba en mi cuarto ella golpeaba la puerta y al abrir lo primero que lograba ver era el botiquín de emergencias.

—No necesitas probarle nada a tu padre ni a tus hermanos —decía ella—. Aún no sabía la razón, pero papá nunca me trató como a mi hermano mayor.

Autora: Osaku

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