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Pese a que muriera de ganas por pisar el acelerador y probar esa hermosa maquina como quería, no podía, su conciencia le repetía una y otra vez que debía conducir con cuidado.
- Creí que luego de obtener este hermoso lamborghini, si quiera lo probarias como es debido. - comentó la princesa mientras cruzaba sus brazos.
- Me encantaría ponerlo a prueba, pero no puedo exceder el limite de velocidad por tú seguridad y la de mi hijo. - respondió Jiho, sin quitar la mirada de el camino.
- Entonces dejame bajar y conducelo como se debe. - respondió ésta, viendo negar a Jiho.
- No necesito un carro si no estás en él.
- Entonces usa ésta bestia como se debe. - ordenó, viendo a Jiho dudar. - Al demonio, me bajaré por mi cuenta. - añadió intentando abrir la puerta, pero deteniendose al sentir como poco a poco éste aumentaba la velocidad y la llevaba rumbo a la carretera, lugar en el cual ambos sentirían lo placentero de la velocidad, algo que compartían, algo que amaban.
El fuerte grito de la princesa al disfrutar de la velocidad, hizo sonreír a Jiho, quien volteo a verla cortamente y se llenó los ojos con lo más maravilloso que podria existir para él, esa hermosa mujer sonriendo con verdaderos sentimientos.
Dió tres vueltas en la carretera sintiendo la adrenalina volver a apoderarse de su ser, llenando ese vacío que quedó despues de perder a sus padres.
Cuando hizo la tercera vuelta, aparcó el carro a un lado de la autopista y suspiró como si hubiera corrido una maratón, una que lo hacía sentirse satisfecho.
- Eso fue fabuloso. - comentó con una sonrisa, mientras veía la belleza de carro.
- Fue mucho más que eso. - respondió Alani, ganándose la mirada de Jiho. - Creo que le he podido dar un buen gusto a mi chico humano. - añadió, viendo a Jiho sonreír.
- Me hiciste sentirme vivo nuevamente. - respondió con total sinceridad. - llevaba años sin experimentar ésta hermosa sensaciones de volver a correr.
- ¿Volver a correr? - preguntó Alani con curiosidad, viendo a su acompañante asentir.
- Antes de que mi padre me pidiera que tomara la responsabilidad de las empresas, me dedicaba a las carreras, sentía que había nacido para ello. - respondió sonriendo. - Pero... Luego mi padre se sintió cansado de los negocios, sabiendo que ya no podría manejarlos y... Tuve que dejar todo lo que amaba para tomar esa responsabilidad, renuncié a mi sueño de ser el mejor piloto, para volverme un aburrido CEO que ocupaba la mayor parte de su tiempo entre papeles y reuniones. - Contó, viendo a Alani asentir.
- Puedo entender lo que dices. - comentó, volviendo su mirada al frente. - Antes de que mi padre muriera, era totalmente libre de hacer con mi vida lo que quisiera y a tú igual, me encantaba desatar toda la adrenalina en las carreras. - añadió, dejando su cabeza reposar en el asiento. - Luego mi padre fue asesinado y como única heredera, tuve que tomar el control de mi reino y hacerme cargo de todo lo que conllevaba. - una mueca de disgusto se posó en su rostro. - Amo a mi clan y a mi reino, pero siempre creí que no estaba completa.
- Te faltaba una parte especial y esa era la de sentir que había más de ti fuera de esas paredes llenas de obligaciones. - Respondió Jiho, viendo asentir a Alani.
- Dos años atrás decidí escaparme por un día y volví a las carreras, llevándome con la sorpresa de que un competidor era casi igual que yo de aficionado. - contó. - Fue un 12 de abril. - Añadió, sin darse cuenta de la sorpresa que se marcó en el rostro de Jiho. - Me sumé a un evento que se realizaba en las afueras de la ciudad y.. Corrí con toda la pasión que marcaba en mi corazón. Me sentía viva, sentía que yo había nacido para eso y... Fue allí donde lo conocí, donde probé la adrenalina junto a un oponente perfecto, uno que no me dejaría obtener la victoria fácilmente.
- ¿ Conducías un ferrari F8 en aquella carrera? - preguntó sorprendido llamando la atención de Alani; quien volteo a verlo y asintió, preguntándose el como él sabía que ella condujo aquel ferrari que hasta la actualidad, permanece en su enorme garaje. - ¡No puedo creerlo! - exclamó con una sonrisa.
- ¿Que no puedes Creer? - preguntó Alani, sintiendo las manos de Jiho tomar las suyas.
- Yo era quien manejaba el purosangue.- respondió, viendo a Alani abrir su boca con incredulidad.
- Entonces..
- Fui tu mayor competencia en aquella carrera. - contestó, riendo sin poder creer que de no haber sido por que lo llenaron para darle la fatídica noticia, ellos se hubiesen visto por primera vez aquel día.
- Entonces.. De allí te me eras conocido.- respondió pensativa mientras asentía. - cuando llegamos a la meta, te vi a travez de la ventanilla y.. ¡Oye! ¡Te fuiste sin pagar la apuesta! - se quejó, escuchando la fuerte carcajada de Jiho.
- Mi padre me llamó con urgencia y tuve que salir de inmediato a su encuentro. - Mintió, oyendo a Alani bufar con molestia.
En aquel entonces no le molestó que su competencia se marchara sin pagar su apuesta, lo que le molestó es no haber podido conocer a semejante corredor, el único capaz de casi ganarle en la gran carrera.
Sonrió al poder por fin darle rostro a ese corredor y Volteó su mirada a Jiho, quien a su igual la observaba.
Por una extraña razón, le atraía un poco más ahora que descubrió que aquel corredor era él, ese sueño a quien quiso conocer personalmente.
Sin poder detener su impulso, se lanzó sobre éste y lo besó como hubiera querido hacerlo en aquel entonces, cuando deseo verlo bajar de el carro y caminar en su dirección.
Por su parte, Jiho correspondió a el dulce beso tomándola por su cabeza y profundizandolo mientras que su cuerpo lo llevaba poco a poco hasta el de ella.
Sus manos danzaron por la atractiva figura de la princesa, quien sin resistirse mucho, lo ayuda a deshacerse de sus prendas para luego montarse sobre él y volver a sentir lo profundo que éste llegaba al invadirla completamente con su virilidad.
Los gemidos no se hicieron esperar y poco a poco aumentaron el deseo que los poseyó en ese lugar, lejos de la ciudad, a mitad de su camino y dentro de el maravilloso vehículo que cualquiera quisiera tener en su poder.
(....)
Unas dos horas más tarde, se encontraban cenando mientras compartían charlas sobre la cantidad de carreras a las cuales asistieron y coincidieron en más de una sin darse cuentan.
Era un sueño para ambos, saber que compartían el amor por las carreras y la adrenalina que los llevó a conocerse mucho antes.
Pero fuera de eso, saber que se admiraron ante el talento que poseían, era algo sumamente maravilloso.
Alani siempre quiso saber quien se encontraba detrás de ese volante, quien era ese corredor que sin pensar, se había ganado su corazón. Pese a que tratara de pagar para obtener información, nadie supo decirle quien era o como se llamaba.
Ahora por fin lo tenía frente a ella y lo mejor de todo era que ese alguien, es el padre de su bebé.
Jiho;por su lado, también se sentía emocionado y lleno de admiración al recordar como luchó para poder ganarle a aquel piloto, el cual no sabía que era una mujer y mucho menos, esa hermosa mujer.
Si bien dió todo de si mismo durante todas las carreras, consiguió obtener una victoria de 10 que corrieron.
Era increíble, era realmente el destino quien había cruzado sus caminos desde el principio.
(...)
Mientras ellos seguían disfrutando de su charla y pasando un momento que quizás Alani no notó..
(En otra parte de la ciudad..)
-¡Es que no puedo simplemente aceptarlo, padre! - se quejó el joven, mientras caminaba de un lado a otro. - Me humilló frente a decenas de personas y no puedo quedarme sin hacer nada.
- Marck, querías la presidencia de la empresa y hice lo posible por dártela, querías la mansión de tu tío y así mismo falsifiqué documentos para que puedas obtenerlas. - habló el padre de éste mientras revolvía el vino de su copa. - ¿Ahora que es lo que quieres? ¿Que tiene de especial esa mujer?
- Padre, ella le ha comprado uno de los carros más caros en el lugar, pero no obstante de ello.. También decidió de llevarse el ferrari que he soñado tener durante años. - comentó, dejando a su padre tan sorprendido como él lo estaba cuando vió eso. - ¿Entiendes lo que eso significa?
- Que la muchacha está podrida en dinero. - respondió éste colocando dos dedos en su mentón. - Y si es así, podríamos sacar buena ventaja de ella si la tenemos como parte de nuestra familia.
- ¡Exacto! - respondió éste, aunque no era el punto al cual quería llegar. (" esa mujer lo cautivó desde la primera vez que la vio, sentía que por más extraño que parezca, su belleza no pertenecía a el mundo humano y por ello la quería consigo, para él. Si lograba arrebatarle esa mujer a su primo, no solo tendría lo que quisiera sino que también, lo humillaría como él lo hizo.")
- Perderán su tiempo. - oyeron decir a Sora, por lo que padre he hijo voltean su mirada a la mujer. - Por más intentos que hagan, la mujer y Jiho tienen más en común de lo que creen y por ello no dejaran que alguien intervenga entre su romance.
- Callate tú, bruja. - intervino su hermano mientras la veía con su ceño fruncido. - Siempre defendiste a ese huérfano dándonos a entender que no sirves ni para apoyar a tu familia.
- Tú hermano tiene razón, eres un desperdicio para nuestra familia. - Habló el padre de ambos. - Creí que al casarme con una bruja obtendría buenos beneficios pero no, tu madre jamás quiso ayudarnos a crecer con su poder.
- Por que sabes que eso implican muchas infracciones en el mundo mágico. - intervino rápidamente la joven.
- ¿Y eso debería de importarme? - preguntó con altanería el hombre. - Ni siquiera he podido sacar tantos beneficios de ella como Oscar los sacó de su esposa.
- Mi tio Jamás usó a mi tía para crecer, todo fue ingenio he inteligencia, algo que tal vez le hace falta a usted, padre. - respondió la joven viendo a su padre ponerse de pie y verla con furia.
- ¿¡Como te atreves bruja miserable!?
- ¡Alto! - intervino rápidamente la madre de ambos jóvenes. - Pese a que te duela, tú hija tiene razón. - Añadió con su ceño fruncido. - Y así como te di, también puedo quitarte y sabes que no te conviene.
- Tú...
- Provocame y verás lo que te pasa si te metes con mi hija otra vez. - Añadió la mujer, dejando sorprendida a la joven Sora, quien no podía creer que su madre la estuviera defendiendo. - En cuanto a ti, jovencita. - Dijo girándose a la joven. - Sabes que esas no son maneras de referirte a tu padre.
- Pero..
- Tengas o no razón, no te da el derecho de intervenir en la patética conversación que ambos tienen, solo ve y has tus cosas. - respondió la mujer, viendo a su hija fruncir el ceño.
- Quiero verlos a todos cuando mi primo recupere sus cosas, deseo ver como sus ojos se llenan de desesperación al quedar completamente en la nada. - Agregó la joven, para luego salir de ese ambiente que solo llenaba su corazón de más angustia. ("¿Porque te fuiste tía? Contigo era mucho más fácil soportar todo esto, eras mi esperanza.") -se dijo a si misma, mientras volvía a la misión de encontrar las pruebas que su primo necesitaba para recuperar sus cosas.
>>Alani, la princesa vampiresa que vive entre los humanos, aquella mujer contra la cual no puede hacer nada debido a que su padre, el Rey Orlock, había echo un pacto con los humanos de esa época. <<
Mientras éste protegiera a los humanos de las amenazas que los hombres lobos le daban a diario, ellos podrían vivir entre los humanos, ser parte de los vivos sin que noten la diferencia.
Pero para su mala suerte, eso jamás cambió, ellos siguieron manteniendo ese Vínculo de protección con los humanos y mientras no rompan las reglas.. No había nada que pudiera hacer.
-Por mi primo estoy dispuesta a ayudarte, Alani, pero espero que sepas reconocer todo lo que él está dispuesto a sacrificar por ti. - se dijo a si misma, dejando un pesado suspiro en el aire.
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