Despierta

Lyoth no pudo formular otra pregunta, pues la descarga en su pecho la hizo doblarse de dolor para luego ser jalada hacia la oscuridad y de nuevo la luz. Entre aquella errática danza de luces y sombras, los dolores en su pecho y los latigazos involuntarios de su cuerpo, Lyoth escuchaba zumbidos acompañados de susurros y siluetas que la rodeaban.

Con cada descarga, las voces se volvían un poco más entendibles, pero aquello no libraba a la joven del dolor.

-¡Despejen!- dijo una de las siluetas.

Otra descarga.

El cuerpo de Lyoth se contrajo una última vez. Su cabeza se dobló hacia atrás al momento en que ésta se levantaba, al igual que el resto de su cuerpo. A excepción de sus muñecas y tobillos, se impulsaron hacia adelante, a la vez que un doloroso gemido nacía de la garganta de la joven, llenando sus pulmones de aire para después dejar caer su cuerpo con un ruido sordo en la mesa de observación, mientras un pitido poco a poco tomaba el ritmo de su corazón.

Una silueta se acercó a la joven. Lyoth solo pudo observar un rizado cabello pelirrojo y ojos oscuros, pero antes de captar algún otro detalle, aquella persona tomó una luz y la pasó rápidamente y muy cerca de los ojos de la joven para medir sus reflejos al mismo tiempo que le indicaba a alguien que había una reacción.

-¿Qué hacemos ahora?- preguntó alguien.

-Ajusten la dosis y aseguren las ataduras. Queremos que esté sana, pero no que se vaya tan pronto -dijo la persona pelirroja con aire ausente.

-No es como que pueda ir muy lejos de todos modos -respondió una tercera voz desde otro lado de la habitación.

Lyoth sintió cómo los presentes la movían en aquella mesa, sentándola, recostándola y poniendo su cuerpo sobre un lado u otro, mientras le incrustaban agujas con pequeñas mangueras en la palma de sus manos y en la parte superior de sus brazos, haciendo que su cuerpo y mente se sintieran adormecidos como en la habitación donde tenían a sus víctimas, con las pequeñas diferencias de el número de agujas dispersas en su cuerpo y el tirón que el líquido negro le provocaba a todo su cuerpo. Pues ahora, en esa nueva habitación, Lyoth solo se sentía invadida por una sensación de pesadez y ensoñación, pero sin caer dormida.

Como "decoración" final sobre el cuerpo de la joven, Ojos Rojos se acercó a ella y le colocó una mascarilla cubriendo su boca y parte de la nariz, ayudándole a respirar aire fresco.

Las siluetas se acercaron de nuevo a Lyoth, observando, analizando, escribiendo y murmurando cosas, retirándose al cabo de un rato, dejando a la joven en aquella habitación acompañada por el extraño pitido rítmico que sonaba al par de su corazón.

¿Dónde me encuentro ahora?, se preguntaba entre ensoñaciones mientras observaba la oscuridad del techo, junto a las mangueras infinitas que se perdían en este.

Impulsada por aquella duda, la joven giró su cabeza hacia ambos lados con algo de dificultad, descubriendo que ya no se encontraba en aquel cuarto del horror donde tenían a sus presas. No, este lugar era diferente; al igual que la primera habitación, esta era blanca y circular, pero en lugar de cuadros sobresaliendo de las paredes, se encontraban camas con blancos más opacos, junto a varas metálicas de las cuales colgaban bolsas que parecían contener medicamentos y las mangueras con el líquido negro que se distribuían por encima de la cabecera de las camillas dónde se encontraban algunos seres recostados como ella, observando hacia la oscuridad de aquel techo y una extraña columna igualmente circular que sobresalía de la habitación.

De no ser por aquella rara columna y las mangueras, Lyoth habría pensado esperanzada que de alguna forma se encontraba libre de aquella prisión. Sin embargo, el dolor en su cuerpo le recordaba lo equivocada que estaba; pues seguía en la guarida de ellos.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***