Un extraño

Todo había sucedido tan rápido.

Un momento miraba las ondas del agua que se habían generado detras de mi y al siguiente el suelo se había desvanecido bajo mis pies, llevándome a las profundidades del agua a una oscuridad mucho mayor que en la que me encontraba momentos antes.

Sentía el peso del agua aplastando mientras movía mis brazos frenéticamente buscando salir a la superficie, pero lo que sea que se hubiera envuelto a mi tobillo me apretaba con más fuerza y me fue arrastrando al fondo, privando poco a poco de la escasa luz proveniente de la superficie pues varias siluetas de manos la cubrieron mientras que aquel objeto era acompañado un frío glacial que poco a poco ascendía por mi cuerpo; cómo cuando tocas el hielo por mucho tiempo con la piel desnuda, para finalmente perderme en la oscuridad.

Al abrir mis ojos, me encontraba ante un cielo azul, un campo verde que se fundía con este hasta donde alcanzaba mi vista, pero con lejanas siluetas que quizás iban o venían del otro extremo.

¿Estaré muerta? me pregunte mientras observaba el entorno.

Voltee de nuevo hacia el cielo descubriendo que este estaba libre de nubes pero al bajar mi vista descubrí que un imponente bosque se alzaba, intentando cubrir aquel hermoso lienzo celestial por las copas de los árboles que de manera insonora abrían un camino hacia la profundidad de este.

Al acercarme a uno de los troncos y sentir su corteza logré percibir el relieve de un símbolo; el círculo que iniciaba de adentro hacia afuera para extenderse hacia el infinito pero se separa creando una delgada línea ondulada para crear un círculo nuevo que va de afuera hacia dentro representando el final. Ese era el símbolo de mi pueblo, y aquel bosque era el último lugar donde habíamos estado juntos antes de que ellos nos descubrieran.

Sentí un hueco en el estómago que no tardo en ascender por mi garganta mientras una voz interna me decía que debía ir hacia el lugar donde el cielo y la tierra se unían pero... al mismo tiempo también me invadió el inevitable impulso por adentrarme en aquel camino.

Apenas puse un pie dónde comenzaba el bosque sentí como si me empujarán a gran velocidad alejándome de la luz para quedar entre sombras junto con un leve mareo que me hizo recargar en uno de los gruesos troncos para evitar caer al suelo.

Lyoth

Alce la vista rápidamente pero enseguida me arrepentí debido a que me invadió un nuevo mareo.

Lyoth

Mire lentamente a mi alrededor esperando ver a algo o alguien, pero solo estaban los troncos de los árboles y el susurro de sus hojas que se mecen ante el imperceptible viento.

Lyoth

-¿Quién es?- pregunté a la nada.

Lyoth

-¿Quien es? ¿Dónde estás?- preguntó de nuevo mientras me muevo por el laberinto de árboles.

De nuevo el silencio, de nuevo mi nombre y después el sonido de agua en todas las formas que he conocido; el río, la cascada, cuando hierve y finalmente, el goteo que es acompañado de ondas de tenue luz blanca y pura. Las sigo con la mirada y ante mi se encuentra un árbol cuyas raices apuntan al cielo y sus ramas verdes y frondosas torcidas en diferentes direcciones se esparcen por la tierra, pero centro mi atención en una en particular que tiene la forma del símbolo de mi pueblo pues en el final de aquel círculo cae aquella gota blanca y brillante sobre el lago, expandiendo sus ondas más allá de la tierra y entre cada una vuelvo a escuchar como mi nombre es pronunciado con más fuerza.

Lyoth.

Me acerco a la orilla del lago cuando una nueva gota cae para crear otra onda de luz cuando llego a la orilla veo a alguien que poco a poco se materializa entre las aguas acompañado de nuevo por la mención de mi nombre.

Siento como un nudo se forma en mi garganta dejando escapar un sollozo. Ahí en el reflejo del agua se encontraba mi hermano con su piel dorada y ojos color lavanda extendiendo a lo largo y ancho sus alas verdes llamándome para que me acerque desde algún lugar que ahora he olvidado. De pronto cae una nueva gota al lago. La figura de mi hermano se pierde entre las ondas para dar paso a una pequeña yo de 8 años que corre alegremente hacia él, yo tengo un pequeño ramito de flores en mi mano. De pronto una nueva gota cae para desvanecer la imagen de mi joven yo y vuelve a aparecer él otra vez. Otra gota cae y veo como estoy abrazando a mi hermano y le entrego el ramo mientras vamos juntos caminando hacia algún lugar a la vez que él me pregunta donde he estado.

las lágrimas resbalan por mis ojos cayendo en aquel lago brillante pero la imagen continúa moviéndose.

-¿Que es esto?- me preguntó entre lágrimas.

-Recuerdos. Ecos de sus recuerdos.- dice una voz de entre los arboles.

Miro hacia todos lados pero no encuentro a nada o a nadie.

-¿Ecos? ¿A qué te refieres con eso?- preguntó

-A eso. Son ecos de lo que alguna vez fue- dice una voz asexuada detrás de mi.

Me giro intentando asestar un golpe al invasor pero solo he conseguido mirar una sombra que se ha movido hacia el otro lado, quedando a mis espaldas de nuevo y el suceso se repite de nuevo mientras le escucho decir

-Sin duda, tu especie, ha sido de los que más ha resistido esa tortura.

-¿Mi especie?- pregunto mientras me vuelvo lentamente hacia la figura y lo veo.

Ante mi yace un ser de aspecto humanoide; rostro afilado, un ojo de plata y uno dorado, su piel cambia del blanco perla al café oscuro pero no es lisa...pues entre las tenues luces que proporciona el lago puedo darme cuenta que son escamas lo que cubre su cuerpo, su cabello es largo del tono del ámbar y le llega hasta los hombros y no tiene dos alas sino cuatro, cada una del color de la naturaleza; las primeras dos que se alzan sobre sus hombros son verde como el pasto y azul como el mar mientras que las otras que sobresalen por detras de su abdomen y llegan hasta su rodilla son blanco cómo la nieve y rojo como el fuego.

- ¿Quien eres tú?

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