No puedo quejarme de ella, desde que volví se la pasa con Alexander; y estudiando en los videos que le dí, la manera de ser de mi difunta esposa. Parecía tomarse en serio el trabajo de ser su madre, ya que estaba detrás de los terapeutas, la dieta y las actividades físicas que mi hijo tenía para hacer.
—No quiero ir —dijo Alexander y vino a la mesa donde yo me encontraba desayunando—. ¿Dónde está mamá?
—Tu madre está descansando, ¿por qué no te fuiste aún? —le pregunté mientras dejaba el tenedor sobre la mesa.
—Quiero que mamá me acompañe —Alexander parecía un poco más caprichoso que de costumbre, pero había estado casi cuatro meses lejos de su madre—. No iré si mamá no viene.
—Tu madre sigue enferma, necesita descansar. Sé un buen hijo y ve a hacer tus actividades —le pedí, pero él no me hizo caso y corrió hacia la escalera. La mujer venía por lo que mi pequeño hijo la abrazó de las piernas.
—Mami, ven conmigo. Quiero que mis amigos te conozcan —mi hijo tenía una forma de hablar que conquistaba cualquier corazón. Ella me miró y se dio cuenta de que no la dejaría salir aún.
—¿Por qué no lo planeamos bien para la próxima vez y vamos con papá también? —le preguntó mientras lo agarraba del suelo y lo cargaba para darle un beso en la mejilla.
—¿Podemos ir todos juntos? —parecía que había convencido a mi hijo.
—Solo si hoy haces lo que papá te pidió —ella logró que Alexander se marchara con una alegría que no solía ver en él seguido.
—Lo hiciste bien —le dije y ella me miró, pero no dijo nada. La mucama le trajo el desayuno y comenzó a comer.
¿Ahora qué le ocurría? Una vez que la mucama se fue y estuvimos solos me comentó que quería buscar la ropa vieja de Alexander, de Elena y mía para llevarlas al hogar de huérfanos.
—Empieza a hacer frío y no tienen una buena calefacción, por lo que recuerdo es posible que ni siquiera tengan las ventanas en condiciones —parecía que sus memorias la ponían triste—. Me gustaría que me permitieras comprar algunas cosas para ellos con la tarjeta que me diste.
—Por qué no vamos a visitarlos hoy para saber qué es lo que les hace falta. Enviaré a alguien para comprar las cosas por ti —dije y me miró como nunca hasta ahora—. Solo si tú quieres.
Tuve que apartar la mirada, sus ojos eran idénticos a los de mi Elena. Solo podía pensar en ella cuando la veía así. Tal vez debería llamar a Irina, ya que mi cuerpo se sentía extraño. Tendría que descargar un poco de energía. No era bueno que me acercara a esta mujer, nuestro vínculo debía ser insignificante.
—Puedo ir con uno de tus guardias, no necesitas perder tiempo conmigo —dijo ella mientras tomaba un poco de caviar y lo ponía sobre una tostada y me lo pasaba.
—Si te digo que te acompañaré no es necesario que te preocupes —dije y me di cuenta de que era probable que esa no fuera la razón—. Ya sé dónde es el lugar, si quisiera hacerles daño no me haría presente ahí. Si me ven, seguramente los medios comiencen a hablar y eso me perjudicaría.
—Gracias entonces —ella parecía de buen humor, desde que vino a vivir aquí era la primera vez que parecía estar tan feliz.
—Si sabes el talle de la ropa de los niños podemos pasar por una tienda antes de ir, así no llegamos con las manos vacías —le recordé y se levantó de prisa.
—Le mandaré un mensaje a la monja que está a cargo para que me lo diga. Los niños se pondrán muy felices —ella salió a toda prisa.
Una vez que se cambió la ropa subimos al coche y fuimos a hacer las compras. Le avisé a Dmitri, mi asistente en la empresa familiar y quien estaba a cargo de todas las decisiones en mi ausencia, para que no me esperara hoy. Cuando bajó por las escaleras de la casa noté que llevaba un hermoso conjunto que Elena solía usar cuando salía en sociedad.
—Si me sigues mirando harás que mis orejas comiencen a arder —me advirtió y volví a ver mi móvil después de tragar saliva.
—No puedo creer que tardaras tanto —no quería ser grosero, pero se la pasaba atacándome. Y no sabía que más decir, se veía muy bella así vestida.
Fuimos a varias tiendas, ella parecía comprar siempre lo más económico, por lo que tuve que pedirle que se detuviera.
—Son muchos niños, debes comprar cosas de buena calidad si quieres que la ropa les dure —dije y mandé a la empleada a traer lo que yo había elegido mientras ella mandaba mensajes a la monja.
—Pero no sé cuánto dinero tengo en la tarjeta y quiero tratar de pagarle a alguien para que revise la calefacción —trató de explicarme y me molesté un poco con ella.
—Te dije que yo me haría cargo de todo. ¿Puedes entenderlo de una vez por todas? —le pregunté y le recordé que ahora era mi esposa—. Lo que sea que desees sin importar lo que cueste te lo proporcionaré. Estamos hablando de niños desposeídos, necesitan tener las comodidades mínimas, ya demasiado sufren por estar sin sus padres.
Ella parecía sorprendida al escucharme hablar así, yo era un hombre de negocios. Aun así, siempre que podía trataba de contribuir con la sociedad. Era por eso que no había estado de acuerdo con Sánchez y Abel cuando propusieron lo de las drogas. Podíamos evitar pagar impuestos, vender alcohol y cigarrillos de manera ilegal, también monopolizar el juego, pero no éramos bestias sin corazón.
—Gracias por hacer todo esto por mí —dijo y ahora el sorprendido fui yo. Era la primera cosa amable que me decía desde que llegó a mi vida—. Al parecer, tu corazón no es tan frío como parece.
—No te equivoques conmigo, no soy un iceberg. Sin embargo, soy capaz de arrojarte al agua helada y sumergirte hasta que te ahogues si me provocas —le aseguré y en vez de molestarse ella se sonrojó y sonrió.
Autora: Osaku
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Updated 58 Episodes
Comments
esterlaveglia
yo creo que la sustituta es mejor mujer y persona que la verdadera Elena..... ya que la suegra parece una bruja y quizás la finada era igual a su madre 🤔😳🥴😝
2024-07-23
2
Graciela Peralta
el va a tener que tragarse las palabras porque se terminara enamorando
2024-03-13
6
Scarleth Montano
uyuyuyuyuyyyyy...me parece ver a una bestia amanzándose sin darse cuenta¡¡🤭🤭🤭
2024-02-01
1