Capítulo doce - Mentiras o engaños

Lisandro, ahora el nuevo señor Li, se había ganado el puesto tras engañar a Sánchez. Esto era bueno, aunque debíamos hacer que desapareciera por un tiempo porque su nombre era muy importante. Si bien al cumplir la mayoría de edad se había puesto el apellido de su madre, para pertenecer en la organización debía usar su apellido paterno. Algo con lo que no parecía estar demasiado de acuerdo, aun así, él era consciente de lo que esa otra organización les haría a sus seres queridos por enfrentarlos. Por lo que aceptó firmar el contrato de sangre con nosotros.

Ahora debía volver a casa, me preocupaba que esa maldita mujer estuviera a solas con los padres de Elena y con Alexander. Había resultado ser mucho más inteligente de lo que esperaba, notó cuan desconfiado, yo resultaba ser al punto de querer hacerme creer que mi mejor amigo sería capaz de hacerle algo a Alexander. Ella no sabía de la organización y del acuerdo que firmábamos al entrar. Nuestras mujeres no nos pertenecían los días de iniciación y debíamos aceptar que el iniciado estuviera con ellas si lo deseaba. Así que Elena ya había participado en esas fiestas en el pasado, yo no era celoso de ella porque sabía que no haría nada en mi contra, pero extrañamente logró hacer que me enojara.

Al pasar por la puerta de entrada escuché a Alexander gritar, fui corriendo, pero al encontrarme con Iván este me hizo señas de que no debía preocuparme. Mi hijo estaba jugando a las escondidas con la sustituta. Cuando entré al living los vi en el suelo, ella le hacía cosquillas y ambos reían. Hacía tiempo que no veía así a Alexander, ni con su madre hacía ese tipo de cosas.

—Mami, te quiero más ahora que ya no estás enferma —dijo mi hijo y le dio un beso en la mejilla.

—Yo siempre te querré, sin importar donde me encuentre —ella parecía ayudar a re afianzar el hecho de que algún día no estaría cerca de él. ¿Ya querría dejarnos? Solo yo sería el encargado de decidir cuando era momento de que se fuera.

—¿Papá? —Alexander me vio y vino hasta donde yo estaba. Tomó mi mano y me pidió que ayudara a su madre a ponerse de pie.

—Ven a la cama, estás haciendo demasiado esfuerzo —dije y ella me miró con disgusto. Aun así, hizo lo que le pedí.

—Mami, ¿puedo esta noche leer un cuento contigo como ayer? —preguntó Alexander con entusiasmo.

—Dejemos que papá decida esta noche —dijo ella con la voz apagada.

—Papá, ¿me dejarás leer un cuento con mamá? —preguntó Alexander de manera insistente. Por lo que se lo permití. Aunque le pedí a su niñera que lo llevara a darse una ducha, ya que pronto sería la hora de la cena.

Ella y yo quedamos a solas en mi dormitorio después de que le diera un beso en la frente a Alexander para despedirse de él. Después de que me quitara la corbata y me sacara el saco, le pregunté cómo había visto a Alexander. La bruja de mi actual esposa me miró a los ojos como si no me temiera.

—¿Por qué me lo preguntas? Iván estuvo siguiéndonos a todos lados, mi sombra nunca estuvo tan cerca de mí como él. Podrá darte todos los detalles —dijo ella enfrentándome de nuevo.

—¿Crees que no sé lo que Iván hace? Si te pregunto a ti es porque quiero tu versión. No me hagas perder el tiempo dándote explicaciones de cosas que no necesitas saber —dije mirándola de la misma manera. No iba a amedrentarme una mujer como ella.

Se sentó en la cama y después de quitarse las pantuflas se recostó ¿Estaba ignorándome? Por mi mente pasaron más de diez maneras en las que lograba que alguien hablara en contra de su voluntad, sin embargo, no podía usarlas con ella.

—Alexander es un niño muy amoroso, inteligente y muy bien hablado. Pareciera tener algunas dificultades a la hora de interactuar con su madre, necesitaré videos en los que está con él en público y a solas para poder tener una reacción más parecida a cómo ella actuaba con él. Ya que tiró un vaso al suelo y se tapó los oídos —me sorprendió que hablara de esa manera. No parecía haber sido criada en los barrios bajos.

—¿Necesitas algo más? —pregunté mientras le enviaba un mensaje a Iván para que trajera lo que ella pidió.

—Los padres de Elena son muy insistentes al preguntar si me tratas bien. Al parecer, ella tenía pensado abandonarte. Su madre me dio un teléfono móvil para que pueda contactarlos sin que tú sepas. Lo dejé en tu mesa de luz —dijo ella y tuve que ir a verificar. Era imposible suponer que Elena hiciera eso. Su madre había empezado a tratarme diferente, necesitaba recordar desde cuándo y ver las grabaciones de la casa—. La que tiene más ganas de que decida irme con ellos es la madre, incluso me preguntó si recordaba donde había dejado unas pastillas. Busqué en el dormitorio y en el baño y no había nada. Les pregunté a las mucamas y me dijeron que las únicas que ellas vieron son las vitaminas de Alexander. ¿Por qué toma vitaminas si sus estudios salieron bien?

—¿Dónde están esas pastillas? —pregunté y al abrir el cajón de la mesa de luz las vi al lado del móvil.

—Tomé una y me sentí mal toda la mañana, con el pensamiento lento. No creo que sean vitaminas —dijo y la miré sin comprender porque sería capaz de hacer eso por mi pequeño.

—¿Tú tomaste una? —pregunté sorprendido.

—Se supone que se las iban a dar a Alexander y se las saqué, para que no se dieran cuenta me la metí en la boca y se disolvió muy rápido. Tú me diste un sinnúmero de información y en ningún lado decía que el pequeño tomaba algo por lo que supuse que lo desconocías —ella parecía dudar de Elena—. Alexander estuvo más activo hoy después de no tomar eso.

¿Qué era lo que estaba ocurriendo? Mi hijo vino al cuarto por lo que debimos posponer la conversación. Me llevé el móvil y las pastillas para que las revisaran.

Autora: Osaku

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