Crisis

Ya habían venido cerca de cincuenta tipos, el cansancio ya estaba asomándose entre nosotros, nos habíamos colocado en la entrada cuando vinieron y de ahí no pudieron pasar, no fue hasta que empujaron a uno que terminamos matando que más pudieron abrirse paso y nos obligaron a subir al segundo piso, las escaleras estrechas fueron el escenario de muchas micro batallas, puñaladas y choques de armas, al final dejamos un reguero de unos veinte cadáveres por las escaleras ya estando en el segundo piso, ellos ya dudaban de confrontarnos desde el final del pasillo, tenían miedo de ser los siguientes en morir cuando ya habían visto como caían uno a uno contra nosotros pese a número superior.

— ¿¡Ahora si temen eh!?—Gritó Agnus con fuerza y sonriendo mientras lo hacía, por supuesto que Leandro y yo volteamos a verle, estaba más que claro, al menos para mí, quería provocarnos la muerte, ya estaba nuestra respiración con dificultad por todo el ajetreo.

— Si, perros. Vengan— Leandro hablo de repente haciéndome voltear a verlo de repente, ¿Qué se traían esos dos?.

Pronto algunos se lanzaron sobre nosotros más no todos, lo que hizo que eliminarlos fuera fácil, aun con las lanzas dándoles distancia para los tres era fácil desviar o esquivar para adelantarnos y apuñalar, ya había más caídos de nuevo, los otros que quedaban se fueron haciendo lentamente hacia atrás, estaban bajando las escaleras y no entendía muy bien por qué.

—Rápido, a las ventanas.

Cada quien fue a una habitación para cumplir diferentes flancos y así observar que pasaría, lo hacía con cautela, intentando no ser visto mientras yo miraba. Pronto vi a algunos arqueros y mucha más gente en donde me alcanzaba la vista, estábamos seguramente rodeados por completo. Los arqueros estaban prendiendo fuego a sus flechas; dispararon a la casa a diferentes puntos, inclusive a las ventanas para que la casa comenzara a arder también por dentro. Enseguida llegaron donde me encontraba mis compañeros.

—Tenemos que pensar rápido y de los tres soy el que mejor lo hace así que cállense— Agnus comenzó a dar vueltas sobre una pequeña área mientras el humo se hacía más presente en el lugar, pronto se paró y miro hacia mí con una amplia sonrisa.

>>Tu serás nuestra salvación muchacho, necesito que salgas con todo por una de las ventanas del primer piso, la que menos fuego tenga, así sea mejor la puerta principal, una vez afuera de vas a trabar a todo el que veas, no te controles, mata tantos como puedas. Nosotros mientras tanto nos encargaremos de los que queden, es importante que seas un grano en sus culos o no se moveran, cuando queden pocos nosotros acabaremos los que queden de nuestro lado, una vez veas que la mayoría van a por ti, es que debes huir... si caes caemos contigo, eres la esperanza de que esto salga bien.

Me aturdió un poco todas sus palabras, solo asentí con lentitud, al menos entendía que debía salir y acabar con todos los que pudieran mientras ellos acababan con el resto, fui a la ventana de la habitación y me lancé del segundo piso. Los que estaban afuera se sorprendieron y más de una flecha voló hacia mí mientras caía, al caer rodé continuando mi trayectoria y colocándome a la par de los que estuvieran en l primera fila frente a los arqueros, dos tipos intentaron atacarme, uno de cada lado, solamente me colé en el espacio entre ellos, picando a uno por el costado, la armadura de cuero no fue problema para llegar a su carne, no lo mataría pero tener una herida en el costillar era doloroso.

Llegue frente a un arquero y empece a apuñalarlo varias veces, ni siquiera le di tiempo a sacar la espada corta de su funda cuando ya estaba cayendo al suelo entre convulsiones. Los arqueros a los costados tensaron sus arcos y dispararon hacia mí, no fueron tan precisos al atacarme, solo tuve que rotar para que no me dieran ambas, terminando viendo hacia los primeros que me recibieron, ya también venían hacia mí otros más, eran como treinta los que querían venir a atacarme, los arqueros prefirieron seguir quemando la casa.

Los fui recibiendo conforme me iba moviendo hacia atrás, muchas de sus golpes cuando venían de frente los esquivaba, los que llegaban a rozarme es porque me atacaban por los costados, poco a poco mis ropas se iban rasgando y finos cortes me hacían sangrar. Por otro lado, ellos iban siendo cada vez menos, algunos tenían la suerte de ser heridos en sus brazos, ya que usaban espadas, picar o rebanarles los dedos era algo que podía hacer con cierta facilidad entre sus ataques, otros tenían la mala elección de acercárseme demás durante sus tajos, lo que provocaba una puñalada en la frente o en uno de sus ojos; incluso a veces en sus gargantas; Mientras que los que tenían lanzas corrían con más suerte, no podía acercármeles mientras hubiera tantos y los ataques siguieran lloviendo hacia mí. Poco a poco iban quedando menos atacantes, llego un momento donde choque con pared y tuve que esquivar una lanza directo al corazón, se me enterró un poco, la herida más grave que me hicieron, pude moverme ladeándome para que no fuera tan letal.

En ese momento, arrinconado mi mano movía las lanzas, mi daga desviaba las espadas y mi cuerpo evitaba toda arma que se me acercara, ni siquiera estaba concentrado en poderlos atacar, un error y mi vida podía acabar en cualquier momento, no tenía la más mínima intención, había ocho sujetos rodeándome en media luna y no veía un claro escape, hasta que vi a uno golpeando a otro por error con el codo. Jale la lanza de uno que intento atacarme muy de fondo y termino contra mí, recibió espadazos y más de una punta de lanza se clavó en su cuerpo, escupió sangre hacia mí y tuve que cerrar los ojos para no perder la visión volviéndolo a abrir de inmediato, no podía darme el lujo de no ver durante demasiado tiempo.

Me escurrí del lado que había más lanceros que apenas sacaban sus armas, pegándome tan rápido a uno que termino soltando el palo de su arma con tal de abrirse espacio entre yo y él; por ahí escape y de paso le introduje la daga en el cuello más flechas volaron hacia mi dirección, mientras me moviera y no parara no tendría problema en esquivarlas. Corrí hacia los pocos arqueros que estaba apuntándome, acabando uno por uno y comenzando a correr hacia los que no, para también acabarlos, cuando estaba comenzando a darle parte de la vuelta a la casa es que se acercaron muchos más hacia mí, ya sentía mi respiración alterada y mis brazos y piernas comenzaban a fatigarse, esperaba que me dieran una buena ayuda pronto.

Preferí ir a buscarlos yo, para que así pudiera enfrentarlos de uno en uno y no se volvieran a aglomerar, no me concentraba ya en matarlos, prefería solo herirlos donde alcanzara, algunos terminaron con heridas en sus piernas, torsos y brazos; otros pocos en sus cuellos y rostros. Termine de nuevo contra una casa, esta vez por elección propia, ya venían hacia mí, la puerta estaba abierta, por eso había elegido llegar a este punto, al entrar cerré la puerta y me metí más dentro de la casa, sentía que necesitaba un respiro momentáneo y ese hogar me lo daría, me termine ocultando bajo una cama de paja, metiéndome de hecho entre la misma observando hacia afuera; podía escuchar como forzaban la puerta mientras otros tumbaban la puerta.

Como no había una puerta en este dormitorio podía ver como algunas cosas eran aventadas y como rebuscan por todo el sitio hasta que entraron a la recámara, igual movían todo, hasta lo que tapara sitios del suelo, suponía buscando algún pasaje secreto, eran tres soldados en donde estaba, me preparaba mentalmente cuando venía el que tenía la lanza, con la clara intención de revisar con esta si había alguien, cuando un grito les hizo voltear hacia la sala principal del hogar.

—¡Hay una trampilla, puede estar abajo!

Salí con rapidez de mi escondrijo, como estaba parcialmente volteado tuve que pegármele, taparle la boca y clavar la daga en su cuello, soltó su arma, pero lejos de calmarse me dio un fuerte golpe en el estómago que me saco el aire y me hizo ir hacia la cama de nuevo alertando a los otros dos, me quede con mi arma y su cuello sufrió un desgarre lo suficientemente grande para matarlo, cayendo de rodillas muerto. Como no sabía si podía enfrentar a ambos, lance mi daga a la frente de uno de los que venía, que termino cayendo mientras que el otro se creía victorioso al verme sin aire, intentaba darme varias estocadas, que con solo rodar de mi parte terminaban en la paja, hasta que decidió hacer un corto más horizontal, ahí me colé por sus piernas, si bien recibí una patada improvisada de su parte llegue a tomar la lanza, cuando me volvió a encarar, clave está contra su estómago, a la altura de los riñones, aún intentaba atacarme pero la lanza lo mantuvo a la suficiente distancia para que no llegara y su herida fue lo suficiente letal para que quedara derrumbado hacia la cama de paja. Justo ahí, otro tipo entro a ver que diablos pasaba, por lo que me quede quieto con los ojos cerrados.

Oía como se acercaba con cautela, me era difícil aguantar la respiración en ese momento, por lo que termine abriendo los ojos de golpe y respirando hondo cuando estuvo a mi lado con la espada alzada, lo sorprendió tanto que termino bajándola de golpe intentando matarme. Me moví un poco y patee su entrepierna con tanta fuerza que cayó al lado en el suelo con un grito ahogado en su boca, enseguida gatee hacia mi daga, sacándola de la cabeza del otro y yendo a clavársela en la nuca, tuve que arrojarme casi sobre él, las fuerzas ya me faltaban.

—Vaya vaya que tenemos aquí -Había varios sujetos, tenían un par de niños agarrados por los cabellos que se retorcían y quejaban intentando zafarse, yo me levantaba, con las piernas temblando, ya estaba cerca de mí límite, demasiado esfuerzo para mí ya —Aquí llego tu fin pequeño hijo de pu...

En ese momento una punta de flecha salió de su boca y sus palabras se ahogaron y enseguida vi como Agnus enfrentaba y mataba a otros dos, para un cuarto morir de otro flechazo, habían venido a socorrerme. Me acerqué a ellos, había unos pocos más muertos pero Agnus pronto hablaría.

—Vámonos de una vez, no hay nada más que hacer aquí, aún quedan muchos de ellos y creo que hicimos suficientes bajas por hoy... ¿Puedes moverte?.

Le negué con la cabeza, sentía los pies pesados como para correr, a lo que se acercó a mí y me dio la espalda, para cargarme. Al ir saliendo del cuarto pude ver que Leandro tenía un arco, los niños les decía que volvieran a ocultarse bajo la casa y que no salieran, pronto empezamos a correr hacia afuera, efectivamente aún quedaban algunos algo lejos pero no se percataron de lo que había pasado ya. Salir de la ciudad fue simple, ya que había menos gente, pronto fuimos al punto designado donde esperaríamos por los demás.

...****************...

Ese día solo salimos vivos nosotros tres, me sacaron de mis recuerdos Agnus, quien había puesto sus manos sobre mi hombro.

—Tengo que presentarte a la gente.

—Oh vamos, ¡estaba contándole una historia al chico!

—Si si si, ambos la conocemos, estuvimos ahí —La cara de aquel hombre quedó con la boca abierta.

—¿El es Jingo?

—Quería decirtelo Alfonso, pero te veías emocionado contando la historia —Soltando una risa escueta el tipo de la coraza que nos abrió la puerta, que había estado escuchando la historia.

Más populares

Comments

Clocker91

Clocker91

Casi siempre en este tipo de historias, el protagonista siempre tienen un pasado o habilidad secreta que los hacen el idóneo para las necesidades combativas de estas narraciones. No sorprende que ya a estas alturas, sepamos que no es simplemente un mensajero, lo que si es sorpresivo es que sabiendo y viviendo de primera mano la crueldad de esas batallas, no se le ocurra que lo que está apunto de hacer, no le dará el mundo pacífico que busca para Sofía.

2023-11-06

1

Arlette Andrade Ruiz

Arlette Andrade Ruiz

no era un simple mensajero también sabía técnicas de lucha

2023-06-27

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play