Por el bosque

Olía a sangre, habia tenido que picar, matar e incapacitar a diferentes criaturas a lo largo del día, estaba empezando a cansarme y ya era re noche, para variar un bosque habia cambiado por completo su bioma, su forma de actuar, parecía como si la guerra hubiera obligado a las criaturas a ser más violentas, intentaban defenderse a la primera, sin dudarla, alertas de cualquier peligro.

Llevaba ya cinco ataques desde que había entrado a este sitio y básicamente había salido ileso de heridas, más no del cansancio y siendo que el manto nocturno se avecinaba, descansar era cada vez más prioritario, resultaba aún así frustrante tener que hacerlo, se suponía que al no ir por los caminos se llega más rápido a algunas ciudades, sobre todo ahora que había guerra en estas tierras.

Encontrar un sitio para descansar era relativamente fácil, cualquier árbol podría funcionar, cualquier cueva o recoveco, al final decidí que sería un árbol a falta de desconocer que había en la zona cercana y que la noche estaba ya oscureciendo todo. Al subirme me acomode entre el follaje y observe los alrededores. Dormiría un rato.

......................

Desperté de repente, sin poder realmente ver nada, los rayos lunares apenas y pasaban de más copas de los árboles y el espeso follaje no me dejaba observar que había abajo, no sabía si algo me había despertado por lo que permanecí alerta, expectante de lo que pudiera escuchar o mirar conforme mis ojos se iban acostumbrando a la oscuridad. Al final quedé con solo los oídos atentos, se escuchaban movimientos lejanos, no iba a poder estar tranquilo, estaban lo suficientemente lejos para no ser preocupante, pero eso podía cambiar de cualquier momento a otro, cerraba y descansa los ojos por ratos mientras meditaba en como este recinto termino siendo tan peligroso.

Solo me quedaba meditar que la guerra era la causante de que el bosque fuera tan alterado que las criaturas semi pensantes y salvajes fuesen tan hostiles con todo lo que se acercara, sin el menor temor a morirse, inclusive me daba a pensar que otros seres serían arrinconados a vivir miserablemente, como los trasgos que aún había muchos en tribus, ellos seguramente estarían más hostiles de lo usual con cualquiera que osara pasar por sus territorios. Esta trifulca estaba afectando a todos.

Por algo estaba haciendo lo que hacía, los mensajeros comunes y corrientes debían morir fácilmente y los que tuvieron más cerebro abandonaron el oficio tan pronto la guerra se expandió por toda la nación y ningún lugar era seguro en Oeilvert. Los poderosos tenían la magia de su lado o podían enviar emisarios más resguardados o incluso diplomáticos para enviar sus mensajes de manera más eficiente, ¿Pero el pueblo? ¿Qué les quedaba a ellos? No había ya casi nadie que se arriesgara a hacer el oficio por un precio accesible para cualquier plebeyo, menos de una pieza de plata, usualmente 2 o 3 de cobre por llevar de una ciudad a otra algo, por dar un mensaje o por simplemente traer las noticias de un sitio a otro.

Los comerciantes siempre querían sacar provecho y cobran algo que para ellos valiera la pena, hay que estar a la disposición de que alguno tenga el buen corazón de incluso hacerlo gratis, ahora había menos, la mercancía peligraba más, el comercio era algo de osados también y pasaron en estos dos años de guerra a ser tan odiosos como lo llegaban a ser los mercenarios, esos tenían lo suyo, ninguno iba a rebajarse a escuchar las plegarias de un campesino si no había la suma de dinero adecuada.

Quedaba confiar en nuestros soberanos, los ejércitos locales o el ejército del gran emperador Graknus, lo cual era arriesgarse a que, en el mejor de los casos se burlaran y en el peor, que se quisieran cobrar mucho más que simple oro, las carnes de alguna de las hijas de alguien, una golpiza por diversión y en muchas de las ocasiones ambas. La peor parte era que eso no aseguraba para nada que atendieran la necesidad de comunicarse.

Me temblaba el ojo del coraje al meditar este tipo de cosas, mi mandíbula castañeteaba haciendo que mis dientes chocarán entre sí, me ponían muy de malas saber que en estas tierras no se podía confiar en nadie, aun los mensajeros que se dedicaban al oficio podían llegar a ser traicioneros, confiándose en los que tenían cierta reputación para entregarles mensajes o bien porque simplemente eran la mejor opción que quedaba.

En Oeilvert siempre hay ciudades peleándose entre sí y llegando hasta el belicismo. pero esta vez la escala era mucho mayor. Garnuk fue diferente de otros orcos al tomar la nación, no solo reunio a una gran cantidad de tribus de los suyos, sino que también fue mucho más estratégico a la hora de tomar el reino, la vida estable, territorios amplios y quien sabe que más debio ser suficiente para convencer a los de su especie para abandonar sus tribus y aliarse con él para conquistar el imperio. Así se gano su apodo seguramente: La serpiente.

Un ruido repentino llamo mi atención sacándome de mis pensamientos haciéndome abrir los ojos de golpe, estaba más cerca que otros y de hecho se dirigia hacia mi dirección. Cuando estuvo a la vista, supe de inmediato que era, un dragón. Su color era verde, lo esperado al estar en bosques y su tamaño no era demasiado, apenas era mas grande que un caballo, lo que en cierto modo era un alivio. Por su postura agazapada sabía que estaba cazando, sería fácil caerle encima y matarlo pero lo cierto era que podría no estar solo, su camada debía aun estar con el para apoyarse en una etapa tan vulnerable, las madres de su raza no se caracterizaban por cuidar sus nidos.

Pasaron unos minutos en los que lo observaba hasta que escuche claramente como inhalaba y luego escupía el ácido de repente con un potente chorro, le dio a algo, su comida seguro, lo que me faltaba, tener al peligro comiendo a pocos metros de donde me encontraba. Pronto pude escuchar los crujidos de los huesos y los burbujeos de la sangre provenientes de su alimentación. Comió con toda la calma que quiso el desgraciado.

Al final parecía marcharse por donde vino y la relajación se fue dando por todo mi cuerpo tenso de golpe, un alivio que duro poco cuando se detuvo de repente. Se quedó con el hocico en alto, olisqueando del aire, para pronto apuntar en mi dirección. Por un demonio, estaba empapado en sangre y de diferentes criaturas, claro que era algo que no era usual de oler.

—Un valiente, ¿Quieres cazarme solo?—Era un alivio saber que estaba preguntando, eso me decía que tenía noción de donde estaba no de saberlo con exactitud.

Me quede con la espalda contra el tronco, la mano aferrada a la daga y expectante de si diría algo más, fueron segundos muy tensos en lo que simplemente termino marchándose. No pude dormir el resto de la noche, solo quedarme atento.

Cuando llego el amanecer me baje de mi sitio para tocar suelo, unas horas de sueño y descansos intermitentes no estaban mal ¿No?. A veces así era esto de la mensajeria.

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Comments

Arlette Andrade Ruiz

Arlette Andrade Ruiz

cada aventura será emocionante

2023-06-25

1

Clocker91

Clocker91

Dijiste que seria una aventura divertida, ahora me tiembla el ojo del coraje jajaajajaja

2023-04-07

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