Infiltrados en la Fortaleza

Daba vueltas en círculos, estaba en cierto modo desesperado, teníamos tres días en el bosque. No entendía que esperábamos, si iban a pasar por aquí las personas o sí no podíamos ir por alguna razón, quizá, Agnus esperaba que bajaran la guardia. La verdad no sabía, así que me dispondría a averiguar.

—¿Qué esperamos aquí?— La carcajada de Agnus me hizo sobresaltarme y termine confundido.

—Tenemos que esperar el día adecuado, si no se hace bien y coordinado, tendrán la necesidad de dejar sin suficiente vigilancia varios puntos y darse a la necesidad de retomarlos, así como también buscar que lo causo

—¿Y por que te reíste?

—Es que eres increíble, llevas días con nosotros aquí, sin olvidar los que nos tomó llegar aquí caminando y hasta ahora es que preguntas que es lo hacemos aquí, esperaba que preguntaras mañana, ya no eres tan paciente como antes —No pudo evitar volver a reírse, hasta que lo patee y tumbe de donde estaba sentado en un tronco. Se levantó y sacudió un poco las ropas. —Al menos sigues usando la placa que te aconseje, tan tonto no eres.

Rodé los por la parte superior de mis parpados y me volví a sentar, los días eran demasiado tranquilos y extenuantes, nunca había estado así de intranquilo por una misión, a veces había que esperar hasta días para que ocurriera lo que tuviera que ocurrir, esperar a quien tuviera que llegar y en el peor de los casos fue un error haber esperado y en los más nefastos, bajo la lluvia o nieve, en condiciones hostiles. Ahora solo habían pasado tres días de inactividad.

Esos días se convirtieron en una semana, en la tarde de esa semana fue que Agnus por fin se dignó a decirme que pasaría bien, se haría un repaso, por alguna razón no me pidió ir a reconocer el terreno o fue el mismo, ni nadie más. Puso un mapa sobre el suelo de la tierra, expandiéndolo por completo, era del territorio de Oeilvert.

—Este es nuestro lugar, estos otros dos son los lugares que les tocaron a los demás, estamos en medio porque si alguno falla, nos tocara ir de inmediato, aquí es donde entra este buen hombre, Benson, es un mago que decidió que mandar mensajitos a las cabezas de otros le ayudaría a tener la vida resuelta y quien lo diría, atino, él nos mantendrá comunicados con los otros dos lugares y así sabremos si fallaron o no, si tenemos éxito aquí tenemos a nuestro otro hombre, Camel, pues cuando acabemos con la gente vamos a tener que dejar al menos en esencia el lugar ocupado, él hará estatuas de piedra para que "vigilen" el lugar.

>>Los demás nos encargaremos de limpiar el sitio lo mejor posible, siendo solo cinco los que entraremos a hacer la mayor cantidad de bajas en silencio y los otros cinco son más especialistas en confrontar de manera ruda, yo daré la señal con un cuerno para que se traben en combate, si muero, tomen el cuerno y no duden en tocarlo. Si nos va bien, mataremos en silencio a más de seiscientos hombres, si nos va mal, morimos ¿Dudas?.

Nadie dijo nada en un inicio, por mi parte que estaba acostumbrado a sus ideas y formas, sabía que aunque eso sonaba tan simple, los por menores se harían sobre la marcha, pues aun queriendo tener todo controlado era imposible que un plan fuera tan lineal como a uno le gustaría, le gustaba solo explicar las partes que eran necesarias y confiaba que le daba las tareas adecuadas a cada persona, por algo les debió pedir su apoyo.

—Bien, entonces en marcha.

Viajamos durante horas, a un ritmo lento, llegando en la noche, ya bastante entrada cerca de la madrugada, Benson y Camel se quedaban atrás mientras John, Agnus y yo avanzábamos con los otros dos, los ubicaba por Drake y Audiel, uno era un arquero mientras el otro parecía no llevar arma alguna, como yo tampoco llevaba protección, de hecho de verdad que no llevaba nada a diferencia de mí, solo sus ropas. Los cinco nos quedamos en el umbral del lugar.

Era una gran fortaleza, con una entrada enorme de madera, las diferentes salientes del lugar, habia zonas oscuras y otras con antorchas ilumnando. En general apenas y podia verse el lugar en su totalidad, hecho de piedra macisa, podía observarlo aunque fuera desde la distancia, tenía suficientes salientes para que escalarlo no fuera un problema para mi y Agnus, esperaba los demás igual.

—Iremos por las partes oscuras supongo

—No mi querido manitas —Contesto Agnus a Audiel mientras lo volteaba a ver —Tenemos que ir por las partes más ilumiandas, sera un error garrafal hacerlo por la parte oscura.

—Oh vamos, no creo que no puedas ir a oscuras, pensé que eras más capaz —Fanfarroneo el hombre contra Agnus.

—Verás, si vamos por la parte que no se ve nada, estaremos en desventaja contra los que si pueden ver, la mayoría de los soldados de Oeilvert no son humanos, son orcos, las zonas sin iluminación no son errores ni puntos ciegos en sus defensas, son pocos para que parezcan reales y son realmente carnadas para los incautos, aun si la mayoría son humanos aquí, no se te olvide que son orcos... ahora vigilaremos para esperar el mejor momento, la gente siempre tiene rutinas, por muy dispersas que sean—Ahí estaba, esa sonrisa petulante en el rostro de Agnus.

Observamos a la distancia como y cada cuanto se asomaban las personas por los bordes de los lugares, algunos se alcanzaba a ver que pese a estar en zonas iluminadas eran orcos, por lo que debía significar la mayoría eran de esta raza. Pronto me dio la impresión de saber cuál era el mejor punto para subir pero aun así espere a que fuese Agnus el que decidiera. De repente señalo un punto.

—Subiremos por ahí cuando les dé la señal — Habíamos observado por como dos horas en total, Agnus señalo el mismo punto que pensé así que no estaba tan mal después de todo. Mantuvo su mano alzada durante algunos minutos, hasta que la bajo de golpe.

Agnus y yo nos movimos la par yendo por delante, seguidos por John y al final seguidos por los otros dos. Fuimos rápido hasta topar contra la pared del castillo, empezando a escalar a toda velocidad tan pronto llegamos, solo nos frenamos justo en el borde, antes de asomarnos nos quedamos escuchando, una práctica que ambos teníamos bien aprendida esta rutina. No escuchaba que alguien estuviera cerca y fui el primero en buscar con cautela si había alguien por ahí. Despejado, me subí enseguida y Agnus detrás de mí, ayudamos a subir a Drake y John, el único que no se dejó ayudar fue Audiel que se quiso subir solo pese al ofrecimiento de mano de Agnus.

Terminamos subidos a una parte con balcón, más o menos a la altura media, había una puerta cerrada frente a nosotros, todos nos encontrábamos encorvados y agachados, fue hacia la entrada para poner la daga contra la cerradura pero entonces la mano de John me detuvo sobre mi hombro, con un movimiento de su cabeza me pidió que me hiciera a un lado y así lo hice. El saco una ganzúa y la coloco en la cerradura, sin desbaratar nada, en poco tiempo y con mucho menos ruido ya había abierto la puerta, solo que a la hora de empujar no cedía, parecía tener una viga atorada del otro lado. Metió una vara de metal curva delgada entre la hendidura de la madera hasta que ambos extremos estuvieran afuera y ahí fue donde los agarro y empezó a mover la mano una vez lo alzo, no entendí del todo que hacía hasta que escuche caer el tronco con cierta sutileza. Al final la puerta se abrió lo suficiente para que apenas y pasáramos, un pasillo oscuro fue lo que nos esperó, sería una labor bastante difícil andar de aquí para allá sin ser atrapados, de momento Agnus cerro la puerta y acomodo la puerta como estaba antes.

—Drake, quédate aquí en medio con tu arco Audiel ven conmigo, ustedes dos vayan para el otro extremo, no importa que pase, mientras no suene el cuerno se quedan en sus puestos. Maten lo que puedan, si fallamos aqui acabo el sigilo.

Así cada quien hizo lo que Agnus dijo, tomando nuestras posiciones en los bordes de ambos pasillos.

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Comments

Arlette Andrade Ruiz

Arlette Andrade Ruiz

no saben si tendrá éxito

2023-06-28

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