Orfanato

Había llegado ya tras unas semanas a un lugar decente, una ciudad llamada Caligo, lo suficientemente grande como para tener lo que buscaba de seguro. La guerra también parecía haber afectado su entorno, pese a su tamaño, apenas y había actividad en sus calles y la gente apenas y se veía deambular, solo encontraba grupos de gente en los mercados donde todos buscaban algo de comer, vender alguna prenda con tal de tener de comer.

Esperé a que se dispersaran un poco las personas para abordarlas y así saber si había algún orfanato, los pocos que me contestaron dijeron el mismo lugar: El hogar de Baba. Al parecer estaba cerca por las indicaciones que me dieron.

Al llegar, note que el edificio no estaba en las mejores condiciones, era de tres pisos y lo suficientemente grande para albergar a muchos niños, incluso habían unos que estaban afuera jugando, el sitio estaba bastante lejos de otras casas para parecer tener su propio jardín, aunque fuera con solo un árbol y algunas flores, por lo demás, era tierra por donde se viera. Su deterioro se dejaba ver en múltiples puntos, huecos en diferentes zonas del hogar, algunos más grandes que otros, las ventanas se veían desvencijadas y rotas, la puerta de entrada se veía desgastada, tuvo mejores épocas seguro, en general,aquella morada estaba deshecha. Aun así, los niños afuera jugaban plácidamente, y eso me daba la suficiente confianza como para buscar averiguar más.

—Disculpa pequeño ¿Dónde está la señora que atiende este lugar? -El chico me miró unos segundos con cierta desconfianza y luego señaló hacia dentro del recinto, iba a preguntarle algo más, pero desistí de la idea para simplemente acercarme. Toqué y tan pronto lo hice la puerta se fue abriendo lentamente con un rechinido.

Entré con lentitud, no estaba haciendo ruido hasta que lloró la pequeña en mi espalda, era algo que no terminaba de acostumbrarme que ahí estuviera, seguramente le despertó el sonido de la entrada, poco pude hacer para pasar desapercibido así. Pasé a la pequeña delante de mí y la acurrucaba mientras caminaba entre el pasillo, pronto una puerta abierta estuvo a mi costado y vi a un niño de pie observarme fijamente.

—Estoy buscando a la señora llamada Baba ¿tú... sabes dónde está?- Dudé mientras hablaba, pues conforme lo hice noté que el chico me miraba demasiado fijo, atento a lo que hacía. No me contestó, y terminó yéndose por un costado de la habitación sin dejar de observarme.

—¿Necesitas algo, joven?— Me sobresalté al escuchar la repentina voz de una anciana a mi lado, nunca oí cuando llegó, inclusive la pequeña en mis brazos terminó en llanto de nuevo cuando habló.

—Sí, quería saber... —La observaba cada vez mejor conforme hablaba, me daba mala espina esa mujer, una sensación que no podía explicarme, aún cuando solo era una anciana de nariz respingada, demasiadas arrugas en su rostro al grado que sus párpados parecían regordetes y caídos, llevaba ropas sencillas y una capucha para protegerse seguramente del frío, aunque esta tenía demasiados agujeros.

—... si puede quedarse con esta niña—Enseguida alargó las manos hacia la pequeña y la alejé por instinto de ella —Antes me gustaría ver más el lugar y como sería su estadía aquí.

Ella sonrió de manera que sus dientes picados quedaron a la vista, amarillos y llenos de sarro por diferentes partes, una sonrisa algo torcida, como si le costara trabajo poder sonreír. —A comeeeeeeer.

Su grito hizo de inmediato que todos los niños, tanto dentro como fuera vinieran corriendo, pasando algunos por mi costado hasta meterse por una de las puertas abiertas, otros bajaron por las escaleras que daban al segundo piso, se movía y rechinaba el barandal conforme bajaban, incluso salió el pequeño que estaba en el cuarto y que nunca me habló, para ser niños le hicieron caso inmediato a la anciana, quien solo me indicó con su huesudo dedo que la siguiera.

Terminó por llevarme al comedor donde ya todos los niños estaban terminando de sentarse con platos y cubiertos, desde los más chicos que parecían tener cuatro o cinco años hasta los mayores de, quizá once. La anciana entonces con un cuenco empezó a ir y venir y servirles a los niños algo parecido a potaje con algo de carne, no todos tenían esa suerte en orfanatos, menos tan pobres como se veía este, era algo que me daba cierta esperanza de que sería un buen lugar.

Los niños comían entusiasmados y en silencio, disfrutaban de poder comer, era entendible que no me ofrecieran comida, volví hacia la anciana para poder preguntarle más acerca de este lugar.

— ¿Y cómo adoptan a los niños aquí?

—Hasta ahora no ha pasado —Su voz era algo escabrosa de escuchar, como si proviniera de dentro de su garganta y no de sus labios, era la sensación de escuchar un eco. —Estos niños están aquí desde hace cinco años, los más viejos... Yo y mi esposo cuidamos a los niños, él está abajo, le falta una pierna, por eso no se encuentra con nosotros ahora.

—Si no adoptan a los niños, entonces no tengo razones para...

—Claro que las tienes, la vida de un viajero no está hecha para una niña como ella— Me interrumpió de inmediato antes que pudiera decir más.

—Déjeme pensarlo un día

—Puedes quedarte aquí, hay un lugar para invitados que puedes usar perfectamente,  ya es tarde para que todavía busque lugar en una posada— Extendió los brazos hacia la pequeña que aún tenía entre mis brazos, y la alejé por instinto para luego asentir.

—Tomaré su oferta señora, ¿Dónde debo ir?

—Tercer piso al final del pasillo...

Me alejé de la cocina y fui subiendo por las escaleras, el segundo piso parecía en pésimas condiciones como el primero, no era un buen lugar para dejarla y aun así, era mi mejor opción hasta el momento, los niños se veían desnutridos, jugaban con tranquilidad pese a la guerra y tenían un techo, por más escabrosa que fuera la anciana, que un matrimonio se dedique a cuidar pequeños en sus últimos días no era tan malo, de hecho,  parecía hasta ideal, difícil sería que se aprovecharán de los pequeños, no obstante, debía seguir observando por si había una mejor opción.

El tercer piso estaba igual de jodido, no pude más que echar un vistazo leve al interior de un par de cuartos mientras pasaba, todos parecían habitaciones, solo una habitada. Llegué al final y abrí la puerta, sin problemas pude entrar. Para mi sorpresa estaba habitable, había algo de polvo en algunas zonas, pero la cama estaba bastante limpia y puesta. Estaba algo vacía, sin embargo, no era muy grande el cuarto, un closet con espejos en la parte delantera y una mesa pequeña con una silla, por lo demás, no había mucho, tendría que dormir con la pequeña en mi regazo. Me alisté para dormir quitándome la pechera y comiendo un poco de fruta, preparando a la niña para dormir también en todo lo que necesite.

Cuando me recosté por fin, noté algo extraño en el colchón, se sentía húmedo y además parecía tener menos relleno de lo que debería. Me tuve que levantar para analizarlo, pero ver a la pequeña adormecida me hizo desistir y volver a recostarme. Me costaba dormir, las condiciones eran mejores de las que estaba acostumbrado y aun así resultaba difícil, el entorno era algo que no terminaba de ser tranquilizador, me dejaba alerta y preocupado. Esa anciana tenía algo que no me dejaba estar tranquilo.

Aun así, sentí como mis párpados, poco a poco, fueron haciéndose pesados, como la somnolencia se apoderaba de mí y se llevaba mi consciencia, aunque mis preocupaciones seguían. Caí dormido de un momento a otro, hasta que un ruido me despertó.

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Comments

Clocker91

Clocker91

Nooooo, vas a despertar si la niña

2023-04-07

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