Es lo Natural

Ya llevaba casi un año buscando un lugar, caminando de ciudad en ciudad, no había algún sitio que me terminara de convencer, cada vez por cosas más pequeñas. Claro algunos hogares si eran pésimos, por ejemplo había edificios que no estaban en condiciones para que ella viviera, sea porque eran casas muy humildes que no podrían alimentarla como es debido o porque eran demasiado pobres en general. Otros, por su parte parecían gente que poco nada se diferenciaban de lo de Baba y por supuesto que no iba a dejarla ahí.

Con el tiempo no tenían que ser lugares tan malos, ya los había empezado a rechazar por cosas más mínimas, pensamientos que si realmente iba o no a ser feliz con ellos, si la tratarían como debería y mil excusas más para yo ser el que quizá no sea suficiente para ella. La tenía de ciudad en ciudad, en la intemperie y apenas y la podía alimentar como era debido con las frutas que encontraba y ocasional leche de algún animal. En definitiva no estaba siendo el mejor para ella. Solté un profundo suspiro.

Ahora ella se encontraba gateando y caminando a mi alrededor, feliz jugando con lo que encontraba, no hablaba aún, ni siquiera sabia si eso estaba bien o mal, es más, ni siquiera le había puesto nombre aun, ya la tenía conmigo todo un año y ni siquiera pude ponerle nombre, no me hacía a la idea de quedármela pero ya le decía mi pequeña, ya la trataba como mía y siempre me preocupaba por su salud y bienestar. ¿Cómo podría llamarla?.

Podría llamarla como mi madre, Sofía, tuve la fortuna que pudiera criarme el tiempo suficiente para tener más recuerdos de ella que los de mi padre, que abandono este mundo mucho antes de lo que mi madre, todo por lo mismo que esta bebe, las guerras. Una diferente quizá, todas se llevan aun así a gente querida. Mi padre un día fue a la guerra y nunca volvió, ni siquiera hubo alguien que pudiera decirnos que le paso, siempre dormía con la esperanza de que volvería, cada año con menos fuerza, hasta que murió mi madre... recordaba que mi viejo siempre estaba orgulloso de mí "eres como los elfos muchacho", debió ser lo que más repetía porque es lo que mejor me queda en la memoria siempre de él, el orgullo con que lo decía y también sus abrazos... pasábamos horas entrenando o al menos, algo parecido, era muy pequeño para cuando él se fue.

Nunca revise si el padre de esa pequeña murió también en ese incidente, a veces me hacía pensar que aún podría seguir vivo por ahí, quizá solo era un hombre más en la guerra que no supo el daño que su lealtad podría causarle a su familia, que terminaría enterándose que su esposa murió y que un desconocido se llevó a su hija. Mi padre también podría estar vivo y yo nunca haberlo sabido, espere diez años por él desde que tuve cinco, hasta que decidí irme de casa que quedo en soledad tras la muerte de mama.

Pase los años ayudando a mi madre, trabajando desde pequeño para poder aportar algo de comida en la casa, aún jugaba como mi padre me enseño, explorando los alrededores, atento a mi entorno, recolectando frutos, escabulléndome para espantar a los animales o huyendo de los que hacía enojar, me hacían recordarlo y no extrañarlo tanto. Con mi madre fueron cinco hermosos años hasta que murió, poco a poco su salud se fue deteriorando y termino por consumirla una enfermedad que nunca supe que era, parecía un catarro común y corriente que fue empeorando cada vez más, hasta toser sangre, fui su compañero hasta el último de los días.

Me quedé solo durante cinco años, perdía mi tiempo trabajando o de alguna manera ejercitándome en el bosque cerca de la casa, tendía a veces hasta dejar de trabajar para divertirme entre los animales y los árboles que cada vez me hacían menos feliz. Me adentraba, a veces durante horas buscando que conocer o hacer, trepando árboles, ocultándome entre la maleza alta, viendo a los animales comer. En el pueblo había gente que me cuido, velo por mí, pero nunca fueron cercanos en realidad, únicamente se preocupaban porque era un niño que podía morirse al ser descuidado, no porque realmente me quisieran, nunca hablaban conmigo, ni les interesaba al final del día que hacía, solamente me dejaban ser.

Cuando cumplí quince años fue que me terminé yendo de aquel pequeño pueblo que me vio nacer, cuando supe que otra revuelta se dio en Gaurd, no era como el conflicto de hoy en día en Oeilvert, son naciones muy diferentes y sus razones para pelear también lo eran, mientras que ahora en Oeilvert era la tiranía buscando más poder, mientras que en Gaurd eran diferencias irreconciliables entre sus habitantes, unos veían un mejor futuro con el antiguo régimen de gobierno mientras que otros preferían a nuevos y así empezaban las trifulcas. Esta vez quería participar, porque si mi padre seguía vivo, quería ser capaz de encontrarlo.

Y entonces llamo la atención la pequeña cuando esta empezó a berrear por alguna razón lo que me hizo ir a buscarla y alzarla del suelo, me hacía sonreír verla feliz jugando o cuando necesitaba de mí, como era el caso ahora. La sostuve alto entre mis brazos mientras lloraba, viendo como poco a poco se fue calmando para soltar una pequeña risita tras observarme demasiado.

—Te llamarás Sofía— la mecía en el aire de arriba hacia abajo, la había aceptado hace tanto en mi corazón y en mi alma, era natural ya darle un nombre, su padre viviera o no, la cuidaría por completo como mía hasta que él llegada.

Si ya no iba a buscarle un lugar con otras personas era hora de darle un hogar más seguro y aquí en Oeilvert mientras iba y venía de un lugar a otro no me sería posible, volvería entonces a mi hogar en Gaurd, al pueblo de Roble Viejo, para que pudiera crecer sana y salva.

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