Roble Viejo

—Feliz cumpleaños Sofía— Me gustaba ver su carita sonriente y oírla reír mientras aplaudía cada vez que le daba un pastel de frutos secos y nueces: Era su favorito.

Ya debía tener cinco años, no estaba seguro en realidad, nunca supe su verdadera edad y festejaba su cumple año desde los tres, este apenas era su tercer celebración; lo celebraba en el día en que la había recogido, su edad no debía oscilar más allá de un solo año de todos modos.

—Gracias papá— Sonreía mucho tras haberse comido todo el pastel, era uno pequeño después de todo, no tenía el dinero para comprarle uno y si no fuese porque la anciana que los hacía me dejaba llevarle los frutos seguramente no podría comprarle nada.

La vida en general en Roble Viejo era tranquila, era un pueblo Gaurdense muy pequeño, era muy fácil que la mayoría se conociera entre sí; aun si no sabían de sus vidas. Sabían guiarse de quien era o no del pueblo basados en eso, me reconocieron con facilidad al regresar y por eso fui bienvenido, decían que la niña era mi hija y no iba a desmentirlo: ambos teníamos el cabello de color negro, no importaba lo demás, podía parecerse a su madre después de todo.

Aún la llevaba a todas partes conmigo, en parte por su edad y por otra, porque siempre había sido así antes de que la trajera al pueblo y desde que aprendió a caminar le gustaba hacerlo, solo hasta que realmente se cansaba me pedía cargarla, aun ahora que las distancias llegaban a ser más cortas de las ciudades cercanas donde me pedían llevar mensajes o algún paquete, ya fuera de Roble Viejo a una ciudad o viceversa; ella siempre buscaba conocer y explorar por donde sea que anduviéramos. Siempre ha sido tan callada como yo, si no fuera porque empezó a hablar conmigo después de su cuarto cumpleaños pensaría que era muda, ningún balbuceo de su parte en todos los años que estuvo conmigo, nada más de repente comenzó a hablar, al inicio de manera algo chistosa, aún hay algunas palabras que de hecho le cuestan; no habla en absoluto cuando hay alguien más presente.

En general ambos estábamos solos, solo veía personas cuando me acompañaba a comprar alguna cosa, era una vida plácida y tranquila aquí, me agradaba estar así con ella, aunque aún se escuchaban cosas sobre la guerra. Como por ejemplo como algunas zonas de Gaurd eran invadidas aun, las razones eran demasiadas según el pueblo, había quienes decían que eran saqueos por recursos mientras que otros juraban que era porque eran perversos y lo hacían por diversión, era difícil culparlos por estos últimos pensamientos. La mayoría de sus filas eran orcos, el ejército tenía prácticas tales como empalar cráneos y dejarlos en las zonas, práctica que sabía no hacían en sus propias tierras pero al parecer gustaban de hacer en las nuestras; Querían dejar un mensaje para que no nos metiéramos como nación seguro.

Me había quedado tan sumergido en mi propio pensar que ni siquiera había notado cuando Sofía se movió de su sitio, le tuve que buscar con la mirada, jugaba con su muñeco de trapo, que simulaba una iguana; a veces me preocupaba que se fuera a mover demasiado conforme iba creciendo, ningún lugar era del todo seguro con la guerra latente. Podía moverme más adentro en Guard, ir hasta Balamb o Skylight también era una opción, pero no tenía nada en otro sitio y seguir viviendo como los dioses me daban a entender en la intemperie no era lo que una pequeña necesitaba.

Roble Viejo era lo más lejano que tenía de la guerra y lo más seguro también, podía ganarme la vida y estar al día de manera cómoda, aun siendo nosotros dos, claro que esta era la vida perfecta para mí a partir de ahora lejos de todo ese dolor que podían causar las guerras, a veces pensaba que había sido un error el meterme de joven a una, siempre es solo sangre y más sangre; esta guerra solo era distinta en una cosa, ese orco, Garnuk, parecía que de verdad quería destrozar todo lo que estuviera a su alcance.

Ya pronto debía enseñarle un poco más de cosas, tanto para que supiera defenderse como que supiera de cosas básicas, todo lo que conocía ella lo sabría, ya de por sí conocía un montón de nombres de animales y plantas, así como muchas cosas de ellos, era más lista que yo a su edad. Mi madre sabia de estas cosas pese a ser una campesina, sabía leer y de números, por eso yo también las sé, aprendí la lengua de los elfos por ella también; aunque jamás entendí si era porque ella recibió estos conocimientos de mi padre o ella de ante mano lo supo antes, era un misterio todo lo relacionado con mi familia ya. Los secretos murieron con ellos dos.

Me alegraba tanto verla en su curiosidad por la vida, tenía el mismo interés que yo por su alrededor, con la ventaja de que me tendría a mí todo el tiempo a diferencia de mi padre. Me animaba ver las similitudes entre nosotros, me hacia sentir que era mía pese a que el fondo sabía que no era así, un tema que hasta la fecha no sabía como abordar con ella y seguramente nunca lo sabría. Pronto me llamo la atención su pequeña voz.

—Alguien viene— Se tenía que colgar del borde de la ventana para ver mejor, aunque era lista, intentaba asomar lo menos posible su cabeza. No había pierde también para saber que venían a la cabaña en la que nos encontrábamos, finalmente era la única cosa a visitar, ya que quedábamos apartados del pueblo, por lo que lo único en este camino era nuestra casa o adentrarse al bosque y era raro tomar el camino directo a mi hogar para ir al bosque. Pronto estuve al lado de ella, solo que me asomaba de manera muy discreta apenas viendo con el rabillo del ojo quien se acercaba.

Enseguida reconocí a la persona que se acercaba, era un viejo conocido, siendo exactos el líder de la Capucha Verde, un grupo auxiliar en la guerra que participe aquí en Guard, pronto salí de mi hogar para confrontarlo antes de que llegara a entrar o siquiera tocar.

—Mosca, demasiado tiempo sin verte.

—Dime por mi nombre mejor —Una mueca de desagrado se marcó en mi rostro al escucharlo, tenía demasiado que alguien no me llamaba así y no era un buen apodo por mucho que se esforzará en convencerme de ello.

—Está bien, Jingo, ¿Tienes un momento para hablar con un viejo como yo?— Se quedó de pie a unos metros de mi casa, extendiendo los brazos hacia los costados en espera.

Me le quede observando unos segundos y solte un pesado suspiro oara hacerme a un lado y así dejarlo pasar, sea lo que sea que quisiera no debían ser buenas noticias, ese hombre me habia convencido de hacer muchas cosas en post de grandes ideales antes, pero por más muertes que hubo Gaurd no quedo unificado para nada, solo seguía tan segmentado como lo estuvo en un inicio antes de la guerra que se dio por diferencias entre nobles.

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Comments

Clocker91

Clocker91

Llegó a su hogar, llamándole por su apodo. No creo que a Jingo le venga a hablar de algo bueno.

2023-11-05

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