Trece años atrás…
-¡Vamos Ari, apúrate!-. Dice un insistente y divertido Leonel mientras Arian está sobre una barda de aproximadamente tres metros de altura.
-¡No estoy tan loca como tú para saltar desde aquí! ¿Qué pasa si se me rompe una pierna?-. Dijo la chica asustada y molesta por la insistencia y la burla de su acompañante.
-¡Los huesos se vuelven a pegar, anda!-. Dijo Leo sin poder contener su risa.
Arian finalmente saltó y Leo se acercó para atraparla y evitar que se lastimara.
-¿Ves? ¡No te rompiste ni una uña pequeña miedosa!-. Ella lo empujó y siguieron su camino.
Van tomados de la mano planeando lo que harán para divertirse el fin de semana y entran a la casa de Arian cómo todos los días. Dejaron sus mochilas en el perchero y fueron directo a la cocina para servirse un vaso de jugo. Justo en ese momento escuchan ruidos y van a la sala para recibir a los padres de Arian.
Para su sorpresa Lilian y Eduardo no llegaron solos, un par de hombres robustos y armados les gritaban y amagaban con sus armas mientras entraban a la casa, Leo reaccionó a tiempo y jaló a Arian para evitar que la vieran.
-¡Se les advirtió de todas las maneras posibles! ¡No nos dejan otra opción! ¿En dónde están tus hijas?-.
Eduardo inmediatamente respondió: ¡No están aquí! ¡Estudian en el extranjero!-. Al terminar sus palabras uno de los hombres le da un golpe en el rostro haciéndolo caer al piso.
-¡Al menos no verán como terminaré con ustedes! ¡Debieron cooperar conmigo! ¡Pero no! El señor Coll se niega a ser corrupto y mantener sus manos limpias. ¡No eres más que un perdedor!-.
Arian y Leo observan todo detrás de una de las paredes que da a la sala de estar sin hacer ruido. Pueden ver a un hombre de traje que apunta con un arma a la cabeza de Lilian.
-¡Tu vas primero! ¡Lastima de mujer, tan bella pero tan estúpida por casarte con este idiota!-. Termina sus palabras y tira del gatillo dejando sin vida a la mujer, para inmediatamente hacer lo mismo con Eduardo.
Para evitar que Arian hiciera algún ruido, Leo puso su mano en su boca, mientras la abrazaba para tranquilizarla pues su cuerpo temblaba sin control y sus lágrimas caían por su rostro. Esperaron hasta escuchar que los hombres se habían ido y Arian corrió hacia sus padres.
-¡Mamá! ¡Dime algo, mamá!-. Arian tomó el rostro de su madre pero era inútil. Entré su llanto escuchó la débil voz de su padre. -¡Ari, mi niña!-. Arian soltó el cuerpo de su madre y se acercó a Eduardo.
-¡Papá, todo estará bien, ya viene una ambulancia, por favor resiste!-. Dice entre sollozos al hombre que ahora agonizaba en sus brazos. -¡Mi niña, pórtate bien, mamá y yo siempre estaremos contigo y con tu hermana!- Arian entro en pánico y se aferró con mucha más fuerza a su padre. -¡No papá, no me dejes, tu no! ¡Resiste un poco más! ¿Si? ¡Escucha, ya vienen a ayudarte!-. Dice la chica entre sollozos y lágrimas. -¡Te amo mi princesa, por favor no llores, sonríe para mi!-. Arian hizo lo que su padre le pidió. -¡Te amo pr…!- Eduardo no pudo terminar la frase y perdió la vida.
Arian no pudo soportarlo y empezó a llorar tan fuerte que sus gritos atrajeron a los vecinos quienes al llegar vieron la desgarradora escena, Arian de rodillas cubierta de sangre llorando y tomando la mano de sus padre. Leo no sabía que más hacer, así que la tomo entre sus brazos y la alejó de los cuerpos inertes de sus padres.
Una vez más tranquila llamó por teléfono a su hermana para darle la mala noticia, sin embargo Kristal nunca respondió llamada, sólo le envió un mensaje para decirle que estaba ocupada y que después la llamaría. Esto destruyó aún más el corazón de Arian, apenas tenía diecisiete años y necesitaba el apoyo de su hermana mayor, pero al parecer no era tan importante para Kristal.
Las autoridades tomaron su declaración y acordonaron el área para investigación, por lo que Arian fue acogida por Leo y su padre Alquiles Sollow, quien se unió a la investigación del caso.
Dos días después del asesinato sus padres al fin tuvieron un funeral y fueron sepultados en el cementerio local. Arian no volvió a derramar ni una lágrima, lo único que quería era encontrar al sujeto que le arrebató a sus padres y destruirlo con sus propias manos.
Ese día regresó a su casa por algunas cosas que necesitaba y cuando iba bajando la escalera escuchó la conversación de unos policías que estaban recolectando evidencia.
-¡Estas personas fueron realmente tontas! ¿Cómo pudieron negarse a trabajar para el señor Santoro? ¡Debieron desear la muerte!-
-¡Cierra la boca y ten más respeto!-.
Arian salió de la casa y empezó a recabar información sobre ese señor Santoro.
Por su parte, Leo estaba seguro de que Arian no se encontraba en la mejor condición y sabía que en cualquier momento podía cometer alguna de sus locuras, por lo que pidió ayuda a sus amigos Alex, Fabio y Gabriel para mantenerla vigilada.
En una de sus charlas entre amigos el tema del señor Santoro salió a relucir.
-¡A ese tipo hasta la policía le tiene miedo! Ojalá hubiera alguien que pueda darle su merecido-. Dice Fabio indignado y molesto.
-¿Te gustaría hacerlo Ari?- pregunta Gabriel. Arian lo mira confundida pero aún así responde.
-¿Qué estás planeando Gab? ¡En verdad me das miedo cuando te pones tan serio!-. Todos se quedan mirando a su sonriente amigo mientras el responde tranquilamente.
-¡No sé! Tal vez podamos tomarlo por sorpresa y ¡Pum! … Hacerle lo mismo que hizo con tus padres-. El odio de Gabriel por Santoro es más que evidente, no es secreto para nadie que haría lo que fuera por Arian, pues ha estado enamorado de ella desde hace tiempo.
Ambos se miran fijamente a los ojos hasta que Leo interviene.
-¡Lo que sea que estés pensando olvídalo! ¡Ari no pensaría ni por un momento en tu sugerencia!. Dijo Leo mientras tomaba la mano de Arian, sin embargo ella se soltó y volteó a ver a Leo.
-¿Cómo sabes que es lo que pienso? ¡Su idea no es mala después de todo, pero creo que sería mejor si sufre en vida la desesperación y la angustia que hizo pasar a mis papás!-. Leo se sorprendió de ver a Arian sonreír de una manera tan malévola y ver la frialdad en sus ojos, lo que le indica que está dispuesta a hacer cualquier cosa por lograr su objetivo.
-¡Hey hermano, está también es tu oportunidad para llamar la atención de tu viejo, sabrá que eres un tipo listo y audaz y que eres capaz de hacer justicia por tus propios medios!-. La persuasión de Gabriel funcionó y poniendo como meta el bienestar de su querida amiga todos accedieron a hacer un plan para destruir poco a poco al señor Santoro.
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