Capítulo 8

Después de una intensa búsqueda en las prisiones locales y no haber obtenido ninguna pista sobre Arian, Gabriel estaba completamente desesperado e iracundo.

-¡No pudo haber desaparecido así! ¿Para que les pago tanto dinero si no saben hacer su trabajo? ¡Debían mantenerla vigilada, su seguridad era su trabajo!-. Descargó su ira contra sus empleados lanzando objetos en su contra y después los corrió de su oficina.

Tomó el teléfono y se comunicó con su amigo, el director de penitenciarias del estado.

-¡Horacio! ¡Estoy bien gracias!-. Se dejó caer en el sofá de su oficina mientras hablaba.

-¡Estoy buscando información sobre una reclusa, fue transferida de la prisión de máxima seguridad y no se a donde la llevaron! ¡Su nombre es Arian Coll!-. Dejando ver su frustración Gabriel terminó por recostarse en el sofá y con los ojos cerrados esperando una respuesta.

-¡Bien, déjame revisar! Coll, Coll. ¡Aquí está! ¡La enviaron a una de máxima seguridad que está cerca de la frontera norte!-. Dijo el director Horacio.

-¿Estás seguro? ¡Mis hombres ya fueron hasta ese lugar y efectivamente, ella aparece en el registro pero nadie la ha visto en ninguna celda!-. Gabriel se empieza a sentir más inquieto.

-¡Eso es muy extraño señor Luna! Aunque podría ser que estén tratando de esconder algo. Hay situaciones en las que se pueden falsificar los registros. Uno por fuga y otro por desaparición forzada-. Horacio no pudo terminar de hablar, pues Gabriel lo interrumpió.

-¿Qué quieres decir con desaparición forzada? ¿Insinúas que alguien la asesinó?-. Gritó Gabriel y se puso de pie de un salto.

-¡Mantenga la calma señor, es solo una posibilidad! ¡Según su registro no tenía problemas con nadie, incluso se buscaba presentar una apelación para reducir su condena por buena conducta, probablemente se fugó y no quisieron hacerlo público!-. El hombre estaba muy nervioso al escuchar que Gabriel perdió los estribos.

-¡Haz lo que tengas que hacer pero encuéntrala! ¡Y no me importa cómo, pero en menos de mes la quiero fuera de ahí! ¿Entendiste?-. Furioso Gabriel colgó el teléfono y lo arrojó con furia al piso. No solo el teléfono sino todo lo que encontró a su alcance terminó destruido.

Mientras tanto Arian revisaba minuciosamente el video de vigilancia que le dio Demian, lo repetía una y otra vez llegando a la misma conclusión en cada ocasión.

-¿Esto también es obra tuya, Gab? ¿A qué estás jugando?-. Se preguntó en voz baja mientras se recostaba en la cama pensando en esa imagen.

Un par de días después, el equipo se preparaba para el robo de los fondos internacionales, Aliccia buscaba los huecos cibernéticos para acceder al sistema de seguridad, Demian y Andrei estudiaban los planos del banco y Leopoldo, Cattan y Arian hacían trabajo de campo en los alrededores del banco y de la casa del secretario Morzova.

-¿Ya está listo, princesa del mal?- preguntó Cattan a Arian.

-¡Dame un segundo! ¡Listo! ¡Ya podemos entrar!-. Respondió ella desde un ducto de ventilación en la sala de limpieza del banco.

-¡Eres bastante hábil Coll! ¡Sin duda naciste para ser una criminal! ¡No me equivoqué en ponerte ese apodo!-. Se burló Cattan.

Después Arian, Cattan y Leopoldo entraron uno tras otro por el ducto para colocar inhibidores de señales de comunicación y cámaras para monitorear los movimientos de los miembros de seguridad del lugar.

Instalaron todo y finalmente salieron de los ductos, se pusieron sus uniformes de personal de limpieza y salieron del cuarto como si nada hubiera sucedido, simularon salir a limpiar las ventanas para colocar dispositivos también en el exterior del edificio.

Además de hacer su trabajo de instalación, también pudieron observar el comportamiento de los elementos de seguridad, el movimiento administrativo y las formas de manejo de los protocolos de protección monetaria.

Por la noche, todos se reunieron en el centro de investigación para concretar el siguiente paso.

-¡Bien! Ya casi está todo listo. Ya solo faltan las armas y los explosivos para esconderlos y tenerlos a la mano en ese momento-. Dijo el capitán.

-¡Está es una lista d los accesos y posibles salidas, así como los puntos de seguridad débiles!-. Mencionó Andrei mientras repartía una carpeta con la información necesaria para cada uno.

-¡Hasta entonces tenemos unos días libres! ¡Además Luna tampoco ha mostrado ningún movimiento en los alrededores de la casa Morzova, en cualquier caso, estaremos pendientes por si hay algo que adelantar!-. Demian terminó la reunión y todos se retiraron, a excepción de Arian, quien cuidadosamente y sin ser detectada entró a la sala de inteligencia para buscar algunos registros que necesitaba para poder aclarar la situación que surgió después de ver el vídeo.

Por la noche las hermanas cenaban en casa.

-¿Y como va todo ranita?-. Kristal se empeñaba en usar el apodo que le dio cuando Arian era una niña aunque a esta le molestara. Había visto a su hermana algo deprimida durante los últimos días y trataba de animarla.

-¡Bien, todo va bien!-. Respondió Arian con desgana.

-¡Oye! ¿Estás bien? ¿Comiste algo antes de venir? ¡No has tocado tu comida! ¡Incluso tu cerveza está cerrada!-. Dijo Kristal y la miró con preocupación.

-¡No, yo, estoy bien!-. Terminó de hablar y empezó a comer sin decir nada más.

Al terminar la cena Kristal estaba a punto de ir a la cama cuando su hermana le habló.

-¡Kristal!... ¿Puedo pedirte un favor?-. Ella se emocionó al escuchar que su hermanita le pedía un favor, era un gran avance en su relación.

-¡Claro! ¡Lo que sea!-. Respondió

-¿Crees que puedas llevarme a ver a papá y a mamá?-. Un poco sorprendida por la petición, Kristal se quedó un momento en silencio.

-¡De acuerdo! ¿Cuándo quieres ir?-.

-¿Puede ser mañana mismo?-. Kristal se volvió a sorprender por la premura pero accedió.

-¡No hay problema! ¡Le avisaré a Demian y me tomaré el día libre!-. Le dedicó una tierna sonrisa a Arian y se fue a su habitación un tanto confundida.

-¿Qué fue eso? ¿Por qué estaba tan seria? ¿Será que intenta volverme loca?-. Se dijo a si misma y tomo el teléfono para hablar con el capitán sobre su paseo del día siguiente.

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