Un día antes de la cacería nos tuvimos que marchar para llegar a tiempo al reino donde se llevaría a cabo, tuvimos que ir en un carruaje que llevaba mi padre y un guardia de mucha confianza para él, casi su mano derecha, un gran consejero y amigo; supe que mi padre y él crecieron juntos y apenas había regresado de un encargo que mi padre le había hecho como rey. Me quedé pensando todo el camino en que desde muy joven me aprendí el nombre de los reinos y sus escudos, la relación que tenía mi reino con el resto respecto al comercio y el nombre completo de los integrantes de la realeza…a pesar de que no me agradaran todos; hablando de agradar espero que Aramis y su pandilla de revoltosos no nos molesten y nos dejen tranquilos como la cacería pasada. Mi hermana se la pasó leyendo y durmiendo, de vez en cuando hacíamos paradas para comer algo, pero sin detenernos mucho tiempo para no toparnos con bandidos y no retrasarnos.
-¡Ay! Me siento tan cansado y lo único que hice fue estar sentado todo el día- dije bostezando, faltaba poco para que llegaramos y me sentía ansioso.
-Viajar es cansado, sobre todo si es a un lugar lejano- dijo mi hermana colocando un listón en su libro como separador, creo que intuyó que ya no le dejaría seguir leyendo.
-¿Papá no piensa volver con nosotros?-
-Tiene mucho que no ha visto a su amigo, no puedes culparlo, deben ponerse al día y no habría tiempo suficiente para que ambos puedan hablar respecto a todo lo que quisieran-
-Bueno- nos quedamos un momento en silencio y mi hermana se preparó de nuevo para leer -¿Algún consejo que me quieras dar para mi primer cacería- mi hermana cerró su libro un poco molesta.
-Ya hemos hablado bastante respecto a este tema, no creo que sea necesario saturarte de información- colocó el libro en sus piernas, yo reí.
-Perdón, solo te estaba molestando-
-Sí, me di cuenta…que siempre que estoy más inmersa en mi lectura es cuando se te ocurre interrumpirme constantemente-
-Disculpa, no siempre es a proposito- volví a reír y el carruaje se detuvo, miré por la ventana y suspiré mientras bajabamos, pues ya nos encontrábamos frente al castillo del rey Seely, padre de Jullen Máxime Baramont y Thibault Aramis Baramont, dos de los cuatro rivales que mis amigos y yo hemos tenido desde que somos muy jóvenes.
-Buenas tardes, bienvenidos, gracias por acompañarnos en una ceremonía tan especial- dijo el rey Seely, a lado de él se encontraban los dos príncipes y la reina Colette. Mi hermana, mi papá y yo saludamos a cada uno de los miembros de la familia, pero algo llamó mi atención y estuve más atento a la conversación del príncipe Máxime y mi hermana.
-Pincipe Jull me halaga- dijo mi hermana, pues antes de eso él le había dicho la palabra "belleza", razón por la cual empecé a prestarle más atención a su conservación.
-Realmente es un deleite para cualquiera, no solo su belleza, también su intelecto y habilidades- él le contestó y le besó la mano, hice una mueca de desagrado sin voltearlos a ver, pero sentí cómo mi hermana pasaba detrás de mí.
-¡Ey! te estoy hablando- dijo el principe Aramis casqueando sus dedos frente a mi cara, yo le quité su mano de enfrente.
-Deja de comportarte así, un principe no puede chasquear los dedos de ese modo…de hecho dudo que alguna vez mi padre o el tuyo haya siquiera chasqueado los dedos-
-Te estoy retando y ni siquiera me estás prestando atención, es mi casa así que debes respetarme-
-Suficiente respeto te estoy brindando como para siquiera considerarte un rival en esta competencia- le contesté un poco disgustado por la conversación de mi hermana y su hermano, apretó los dientes pero ya no dijo alguna otra cosa así que saludé a su hermano con demasiada seriedad.
-Pequeño príncipe espero que tengas lo necesario para esta clase de actividades- fue lo único que me dijo y después me acerqué a mis amigos que al parecer habían llegado mucho antes que yo, les hice una reverencia y ellos correspondieron, después miramos a nuestro alrededor para asegurarnos de que nadie nos escuchara para poder hablar con mayor confianza.
-¿Alphonse te caiste de la cama o cómo lograron tus padres que fueran de los primeros en llegar?- le dije a mi amigo, Edmond y yo nos reimos.
-Victor, siempre tan ocurrente- dijo Alphonse cruzando sus brazos -¡Ay no! Mis padres me hicieron prepararme mucho antes que todos, no querían que los retrasara- Edmond y yo volvimos a reír, pero en esta ocasión fue tan fuerte que algunos reyes nos miraron con desaprobación.
-¿Cómo te fue con tu transformación? Alphonse y yo estábamos hablando de que le costó demasiado trabajo- dijo Edmond girando la cabeza hacia mí.
-También fue dificil sobre todo controlar las transformaciones y mi instinto animal- dije suspirando.
-Veo que no solo mi cabello es perfecto, también mi control y habilidades como hombre lobo a diferencia de otros- dijo Edmond manoteando como sí sus manos desprendieran brillos, Alphonse y yo nos miramos levantando las cejas demostrando que no estábamos de acuerdo con él, y después nos reímos porque al parecer habíamos pensado lo mismo, justo después pusimos nuestras manos en el cabello de Edmond y lo alborotamos hasta que nos quitó de encima -realmente son insufribles, envidian mi encanto y quisieron hacerme ver mal ¡Pero no les saldrá! porque a pesar de tener el cabello despeinado se sigue viendo increíble- dijo cerrando su puño. Continuamos molestándonos entre los tres hasta que llegó Adelaide y su familia, ella y su hermana tras saludar al resto de la realeza se acercaron a nosotros, la princesa Anne tomó su vestido e inclinó la cabeza saludándonos.
-Debemos pensar en una forma de ganarles- nos dijo Adelaide antes que cualquier otra cosa.
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