-¿A qué te refieres con qué opino?- me preguntó Adelaide.
-Sí…- le contesté pero mi hermana dio un suspiro demasiado ruidoso y molesto.
-No puedes sacar un tema como ese de la nada- mi hermana no me dejó terminar de decir lo que pensaba y antes de que Adelaide o yo le dijéramos algo ella prosiguió -sabes que hablar de ellos causa revuelo entre los ciudadanos-
-Pero son sus protectores ¿Por qué dices que causan revuelo?- la interrumpí, Adelaide solo nos miraba detenidamente.
-Les tienen miedo-
-¿Solo porque son lobos?-
-No entiendo por qué lo dices en ese tono, como si realmente fueramos…- se corrigió casi al instante- fueran insignificantes y sin capacidades especiales-
-A mí no me parecen tan amenazantes, no les tengo miedo- comencé a subir mi tono de voz sin darme cuenta.
-Para el pueblo de cualquier reino a pesar de que los Wolves los protegen no se les puede olvidar que como cualquier otro lobo son impredecibles, salvajes, muy fuertes y son carnívoros ¿Le temerías a algo más fuerte y feroz que tú?- me quedé callado por un instante analizando lo que me había dicho y después suspiré porque ya no podríamos hablar más acerca del tema pues ya habíamos llegado al comedor y mi padre me obligaría a no hablar de eso…a pesar de que todos los que estaríamos sentados en la mesa éramos lobos.
Nos sentamos a comer en silencio, cosa que a mi padre y al de Adelaide les pareció extraño.
-No se preocupen chicos, su ceremonia saldrá bien si se preparan adecuadamente- dijo el rey Gérard Francois Mévouillot, padre de Adelaide; al parecer nuestro silencio lo interpretó como preocupación y nerviosismo, ninguno quiso corregirlo.
-Padre aun así queda un poco de angustia- dijo Adelaide sonriéndole, yo asentí con la cabeza.
-Bueno si llegan a necesitar ayuda aqui estaremos para ustedes-
-Gracias- Adelaide y yo dijimos al unísono.
Al terminar la comida mi amiga y su padre se retiraron, yo me volví a sentir abrumado y mi hermana lo notó.
-No le tomes más importancia de lo que deberías a la angustia, o te terminarás enfermando- dijo ella empujándome con su hombro.
-No es solo la angustia- le respondí alejándome un poco de ella.
-¿También es por lo que estábamos hablando hace unos instantes?- hice un gesto de confusión, como si me preguntara si realmente ese tema había influido en mi ánimo y solo encogí los hombros.
-Supongo que también tiene algo que ver-
-Vamos, eres muy joven para andar angustiado- me abrazó y me llevó al salón de entrenamiento (donde nos enseñaban a utilizar las espadas), y entrenamos un poco.
Con el paso del tiempo mis dudas seguían creciendo, y pensaba que tal vez podría despejar mi mente en el evento de caza que había organizado mi papá, el cual se llevaría a cabo al día siguiente al anochecer, porque aunque suene como una caza normal no lo es, ya que no se utilizarían armas, más bien lo lobos perseguirán un animal grande como lo es el oso o quizá preferirían venados; las reglas eran simples, no se debía maltratar la presa demasiado porque todos comeríamos de su carne y quienes hayan conseguido atrapar una o más presas en el tiempo que se tenía delimitado serían los ganadores ¿Y qué ganaban? la pieza más jugosa y el reconocimiento de todos…aunque no quieran aceptarlo la carne era lo de menos, el honor de cada rey, reina, príncipe o princesa que participaba estaba en juego, y era aún más importante porque se reunía la realeza de todo el mundo, faltar a este evento no era una opción…por suerte mi ceremonía solo se llevaría a cabo con mi familia y el Vörðr, que es una especie de guardián de Wolves, pero no es igual a nosotros, aunque posee gran sabiduría al respecto.
...-🌑-...
Cuando llegó el día de la caza me tuve que enlistar porque se llevaría a cabo en el bosque que se encuentra cerca de mi hogar. En cuanto terminaron de llevar las cosas necesarias para la preparación de los alimentos comenzó a llegar la realeza, como anfitrión tuve que platicar con ellos mientras llegaba el resto…a mi hermana se le daba más socializar que a mí, después de todo su encanto natural cautivaba casi a cualquiera, así que podía agradar fácilmente, es una pena que ella no pueda ser la heredera a pesar de que sea mayor que yo. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de mis mejores amigos…mis únicos amigos.
-Principe Alphonse Silvain Abichanteau, es un placer tenerlo aquí- le dije demasiado serio, él hizo una reverencia.
-Agradezco que me reciban con tan buena hospitalidad príncipe Alexandre- me contestó con la misma seriedad; ambos soltamos una carcajada y nos abrazamos -¿Cómo has estado amigo?-
-Bien gracias ¿Y tú? veo que te has dejado crecer el cabello ¿No te estorba para entrenar?- le pregunté lo último en tono burlón.
-Ya le dije que por lo menos se peine con el cabello completamente recogido pero no me hace caso, estoy seguro que ni siquiera ve bien- dijo mi amigo el príncipe Edmond Thibault Boisgeres le pasó la mano frente a la cara, Alphonse le quitó su mano de en frente y se molestó.
-Sí veo no sean idiotas- Edmond y yo reimos de nuevo, Alphonse se acomodó su cabello castaño, yo me medí con ellos sin que se dieran cuenta, y seguía satisfecho de que fuera más alto que ellos.
-¿Y dónde está tu hermosa hermana?- Edmond miró en todas direcciones y yo le dí un puñetazo en el hombro.
-¡Oye! ¡Ya te dije que dejes de ver con esos ojos a mi hermana!- me puse frente a él para atraer su atención y que dejara de buscar a mi hermana.
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