2. Rojo como la sangre (PARTE 3)

-No, vi un grupo de gente huyendo de los guardias pero no pude ver la cara de ninguno, parecían ser solo hombres, por su complexión y forma de correr- mi papá asintió -¿Por qué hay gente alborotadora? ¿Sobre qué están inconformes?- mi papá rió.

-Es bueno que nunca pierdas esa curiosidad y la costumbre de cuestionar todo- fue lo único que dijo, lo miré esperando que contestara mi pregunta pero no lo hizo.

-Entonces si es lo único para lo que quería verme entonces me retiro- me marché y continué con mis actividades, pasaron los días y ese hermoso cabello seguía en mi mente, así que al salir al jardín vi que mi hermana tenía un racimo de diversas flores, traía puesta su armadura y ella se encontraba con la cara manchada de tierra, la miré de arriba hacia abajo demasiado confundido.

-¿Qué?- me dijo demasiado molesta por la forma en cómo la miraba.

-¿Pues qué estuviste haciendo?- dije riendo -estás toda sucia- le di un pañuelo y ella se limpió la cara y me lo regresó.

-Solo fui a dar un paseo-

-¿Tú sola?-

-¿Qué no puedo?-

-¿Por qué estás tan enojada?-

-No fue mi día, definitivamente no lo fue- me dio las flores y siguió caminando -necesito un buen baño- yo la seguí y miré las flores, todas estaban maltratadas.

-¿Te caíste cierto?- le pregunté antes de que me cerrará la puerta de su habitación en mi cara -¡bueno si no quieres contarme no tengo problema!- grité tratando de que me escuchara, pedí un jarrón con agua para poner las flores y las coloqué en mi habitación.

En una de las ocasiones en las que estaba revisando algunos papeles importantes me distraje mirando las flores y pude percatarme de que una de ellas tenía un color similar al cabello con el que solía distraerme recordandolo cuando menos lo esperaba -¿Qué clase de flor será está?- dije mientras pensaba en voz alta, me recargue en el escritorio donde estaba trabajando, comencé a acariciar los pétalos de esa flor y me dí cuenta que era increíblemente suave ¿Su cabello también será suave?

-Eso es una Dalia- me levanté de forma precipitada.

-¡Fleur!- grité porque estaba agitado, inmediatamente me aclaré la garganta -¿Qué necesitas?- traté de actuar lo más calmado posible.

-Pasaba a ver cómo estaban mis flores, así como los días anteriores y veo que están por marchitarse-

-Bueno tampoco es como si las hubieras traído en un buen estado- dije riendo.

-Fue más difícil de lo que crees, no tienes idea de lo frágiles que son y de lo complicado que es conseguirlas en ciertas ocasiones-

-Ya no me dijiste ¿Te caíste verdad?- ella asintió.

-Me tropecé con una rama…sabes que el suelo del bosque no está parejo- yo me reí porque me imaginé a mi hermana totalmente distraída, tropezando después y finalmente cayendo.

-Perdón, perdón- dije riendo mientras me miraba con molestia -pero supongo que te encuentras bien ¿Verdad?- me tranquilice y ella asintió; nos quedamos unos instantes en silencio y después entró a mi habitación.

-No sabía que estabas tan interesado en las flores-

-Sabes que me gusta verlas-

-Sí pero nunca te había visto tan interesado en una específicamente- yo me rasqué la cabeza con inquietud.

-¿Este es el único color de la flor?- mi hermana me miró confundida - me refiero a si solo hay rojas-

-Ah no, hay rosas, rojas, amarillas, moradas, azules, blancas, de un solo color o de dos- dijo demasiado feliz -en lo personal me gustan mucho las blancas con morado en las puntas, son muy bonitas, o las azules con blanco porque si las pongo en mi cabello resaltan mucho y combinan con mi armadura-

-¿Dónde encontraste esta flor?- toqué la dalia.

-Si no mal recuerdo cerca de la cabaña-

-¿Qué hacías hasta allá?-

-Seguí todo el sendero de almos temblones- yo la miré confundido.

-Sabes que yo no sé tanto sobre plantas como tú- ella resopló con desagrado.

-Los árboles de tronco blanco- yo asentí.

-¡Ya entiendo! Pero era lógico que si seguías ese sendero llegarías hasta esa choza sin paredes-

-No es una choza-

-Bueno ese techo de madera en medio del bosque-

-Es una cabaña-

-Le falta mucho para ser una cabaña- dije riendo. Continuamos discutiendo sobre que ella no debía ir tan lejos sin compañía pero daba buenos argumentos en contra de los míos.

...-🌑-...

De nuevo tuve días tranquilos, no supe más acerca de la persecución y sabía que la única forma en la que podría obtener información sería preguntándole a la gente del pueblo o algún guardia de bajo rango. Había vuelto a la rutina, todos los días era levantarme, desayunar, estudiar, entrenar, después comer, hablar de vez en cuando con mi padre, ver a lo lejos a mi hermana mientras resuelvo lo que mi padre me ordena hacer, ceno, me baño y me duermo, repitiéndose una y otra vez, pero dentro de esta rutina tenía algunos momentos que la alteraban y aunque fuesen breves me causaban alegría y calma, por ejemplo mi hermana de vez en cuando me incita a escaparme de mis deberes y platicar con ella, salir al pueblo o al bosque, también las fiestas o los días se caza, sólo que estos últimos no me daban el respiro que necesitaba. Pensando todo esto me dieron ganas de dejar lo que estoy haciendo por un momento, mi hermana me dice que no debo sobre exigirme o podría enfermarme, así que debo salir a caminar un momento al jardín, solo espero que nadie me vea porque los guardias me escoltarían de nuevo a mi habitación; así que salí del castillo y caminé hacia el bosque sin alejarme tanto del reino pues yo aún no podía convertirme en lobo y aún era muy vulnerable, pero la tranquilidad de la noche me calmó un poco así que decidí volver al castillo para no desvelarme tanto, pero no sin antes pasar cerca del pueblo.

-Buenas noches majestad- me decía toda la gente que pasaba cerca de mí y me llegaba a reconocer, bueno tampoco era que me hubiera disfrazado correctamente.

-¡Alto ahí!- escuché y voltee, creí que me hablaban a mi pero no era así, una chica de cabello rojo de un color similar a la dalia que acaricie días antes era perseguida por un par de hombres, cuando pasó cerca de mí la tomé del brazo y la jalé hacia mi, ocultandola en un lugar oscuro sin siquiera meditarlo un poco.