Capítulo 2

Mi padre me enseñaba esas bellas palabras basado en el profundo amor que sentía por mi madre y viceversa.

Jamás conocí una pareja que se amara tanto. Y eso es justamente lo que quiero para mí. O quería, antes de esta tragedia que nos golpeó tan cruelmente.

Aunque conocía bien sus palabras y las guardaba celosamente, llega un momento en que la esperanza se debilita y los sueños se desvanecen.

Y hoy, específicamente hoy, amanecí más triste de lo usual. Y cuando me senté en aquel sofá a bordar, me sumergí en muchos pensamientos y recuerdos. Recuerdos de un tiempo feliz que no volverá.

La época en que éramos los Montanese, una de las familias más ricas y respetadas de Valedouro.

Tiempo en que caminaba codo a codo con mi padre y lo veía ser honrado y saludado por todos los que nos veían, y que hoy mueven la cabeza y fruncen el ceño, cuando no se ríen de nuestra desgracia.

Qué sociedad tan cruel y materialista. Jamás acepté este tipo de trato a personas que, por un descuido o pura mala suerte, de la noche a la mañana perdieron su poca dignidad.

En nuestro caso, mucha.

Época en la que nos reíamos mutuamente, intentando encontrar un chiste que hiciera reír a mi madre con nosotros. Hoy ella no sonríe, y eso me duele tanto...

Miro suspirando hacia ella. Con las manos y el dedo ya rojo por el roce con la aguja de bordar.

- Con permiso madre\, voy a la sala de costura a buscar más hilo rojo.

Era solo una excusa para que ella no viera mis lágrimas. Estamos amenazadas de desalojo. Porque la casa hipotecada con cuotas atrasadas clama por nuestra ayuda. Parece que no quiere dejarnos partir. Pero en cualquier momento el funcionario del banco puede llegar y expulsarnos de ella.

Perderemos nuestro único bien familiar.

Lloro un poco sola, para aliviar el pecho. Y después de contenerme, pues realmente no vale la pena. Limpio mi rostro e intento esbozar una sonrisa para no dejarla verme así, aunque sé que ella hace lo mismo, muchas veces al día.

Y vuelvo a mi ser.

En ese momento escucho golpes fuertes en la puerta.

Corro a la ventana. Pero, ¿qué es esto? ¿Quién es ese?

—¡No, eso nunca! ¡Váyase de aquí ahora mismo, su aprovechador mentiroso!

Escucho a mi madre gritar al hombre parado frente a ella. Es alto, de hombros anchos y mandíbula cuadrada, y su expresión es severa.

Debe tener más de 50 años, y a pesar de la edad, puede considerarse guapo, y el cabello canoso que no oculta bajo el sombrero de pluma. Pero la expresión de su rostro es la de un hombre imponente; su mirada es negra y sus ropas finas indican su posición social. Un rico hacendado, probablemente del café.

A juzgar por la forma grosera en que habló con el caballero, seguro lo conoce, pues nunca se dirigiría así a un desconocido.

Y entonces, mirando más atentamente, reconozco rasgos familiares. Rasgos de mi padre, esa ceja gruesa es inconfundible.

Llego a la sala y ella me tira detrás de sí, en un gesto protector.

Sus ojos brillan al verme entrar, y ya veo la expresión de satisfacción brotar de su rostro antes tenso por la arremetida de furia de mi madre.

- Entonces\, esta es Adelaide... Adele. Supongo.

Me acerco a su oído y pregunto sintiendo un frío en mis entrañas.

- ¿Quién es este hombre\, madre\, y qué quiere?

-Buenos días milady, soy primo de su padre. Otto Montanese, a su disposición. Y vine a salvarlas de la ruina total.

Salgo de detrás de ella.

- ¿Primo de mi padre?

— Sí. -Avanza y extiende su mano para que yo extienda la mía y él pueda saludarme, solo con un leve roce de labios, como es costumbre.

Estoy sin guantes, por eso sus labios no pueden tocar mi mano.

Dudo un poco, pero la buena educación me lleva a devolverle su cortesía. Mi madre, se interpone nuevamente entre nosotros y me jala de nuevo.

- ¿Podemos sentarnos a conversar?

- Ya dije que usted no es bienvenido. Por eso mi marido nunca lo llamó. ¿Cómo se enteró de su fallecimiento?

El hombre se sienta con elegancia en nuestro sofá, apartando los bordados con manos de disgusto, como si aquellos finos tejidos fueran algo fétido.

Solo aquel gesto ya me hace repudiarlo también.

Ciri va rápidamente y recoge nuestras labores y luego él se acomoda completamente. Pleno y confiado.

- Las noticias vuelan Marta. Y hace algunos meses él me escribió\, supongo que algunas semanas antes del infortunio que lo llevó de este mundo. Y como ya me adelanté\, hizo una petición especial\, a pesar de que no nos habíamos comunicado mucho últimamente\, la sangre es sangre. Y nunca las dejaría desamparadas\, especialmente ahora\, con la confirmación de lo que ya sospechaba sobre su hija.

- ¿De qué habla Sr. Otto?

- De la innegable belleza y gracia que ella posee.

- No necesitamos su ayuda. Si él escribió\, fue en un momento de debilidad. Nos arreglamos bien aquí\, y ...esa su idea inicial de ayudarnos\, puede olvidarla\, nunca va a suceder.

Él mueve la cabeza y suelta una gran sonrisa de oreja a oreja.

- Bueno\, ya me he informado sobre su situación y... no es nada buena. Yo soy el único pariente vivo y... como hombre tengo el derecho de reclamar lo que quedó de mi primo. Todo es mío. Hasta ustedes.

- Disculpe que interrumpa a su señoría... – Digo con los ojos bajos.

- Otto. – Él enfatiza firme- Hable señorita Adelaide.

- No ha quedado mucho para que usted... tome posesión como dice. Solo tenemos esta casa hipotecada. Y muchas deudas por pagar.

- Lo sé. Ya me he comunicado con el banco. Y\, a menos que me dejen intervenir\, pronto perderán esta casa y vivirán... bueno\, no sé si es conveniente hablar\, pero ya saben. En la calle. Y yo puedo ayudar.

- No a cambio de lo que desea. Muy estimado primo de mi marido.

Mi madre es firme otra vez, parece que realmente quiere alejar a aquel que parece ser el único que en verdad puede ayudarnos.

En el año en que vivimos, 1880, mujeres solas y sin dinero no tienen muchas chances de seguir con una vida decente en esa ciudad.

- ¿Puedo saber lo que usted desea a cambio de ampararnos?

Mi madre le suplica con la mirada que se calle.

- Seré directo en mis palabras. Porque el tiempo es dinero. Necesito una esposa\, y... como pariente más cercano de su padre\, puedo escoger casarme con usted o con su madre para honrar su nombre. Como ella está fuera de cuestión por razones que ya conoce\, yo la escojo a usted. Más joven\, más bella y que encaja exactamente en lo que necesito en este momento.

¿Qué? ¿Casarme con mi... tío? Aparte de ser mayor, como ya ha demostrado de varias maneras, es un arrogante de primer nivel...

- Usted es mi... tío...

- No exactamente. Soy primo en cuarto grado de él. Y además de todo... no tenemos una línea de sangre tan cercana y aún si la tuviéramos\, eso no sería un impedimento.

Siento una ligera náusea en el estómago, eso es inconcebible. Ya he escuchado de parientes que se casan, pero nunca he acogido bien la idea. Y él tiene razón con respecto a la ley de parentesco. Puede tomarme como esposa para honrar el nombre de mi padre.

Ya que con mi madre parece que de verdad no desea llegar a un acuerdo.

- Entonces señora Marta\, ¿qué será?

Su pregunta parece llenar a mi madre de furia.

- Voy a pedir que salga de mi casa inmediatamente.

El hombre alto, de elegancia y porte noble se levanta y chasquea los dedos. Algunos sirvientes entran en la casa. Traen en las manos canastas enormes con frutas, vegetales y una variedad de manjares y granos.

- No quiero nada de usted\, Sr. Otto.

- Aun así\, lo dejaré. Y seré generoso. Estoy en la ciudad por negocios hasta la próxima semana. Me hospedo en el Milton. Si cambia de opinión\, puede buscarme allí. Sabe que estoy en mi derecho\, Sra. Marta\, pero quiero hacer esto de la mejor manera posible\, sin que me vea como un aprovechador\, a pesar de que la bella oportunidad -me mira a mí- me tiente mucho a ceder a esto.

Hace una pequeña reverencia hacia mí.

— Milady...

Correspond con la mirada y lo veo salir por la puerta y solo entonces mi madre se derrumba en la silla a su lado.

- Maldito aprovechador\, él no conseguirá lo que quiere\, no contigo. No lo permitiré. No sé en qué estaba pensando tu padre cuando envió ese mensaje a este hombre astuto\, pero todavía soy tu madre y aunque tenga que mendigar\, él no te sacará de aquí.

Cae en llanto, y me inclino a su lado y acaricio sus cabellos, despeinados por la agitación.

Ella es coqueta, pero últimamente ha descuidado un poco su apariencia debido a nuestra situación actual. Ya que los quehaceres de la casa han sido compartidos con las pocas sirvientas que nos quedan.

Aunque cuando salimos, todavía mantenemos la porte de mujeres de la sociedad.

De la mujer elegante y arreglada de antes, queda muy poco. Solo apariencias.

Eso es triste, pero es nuestra realidad.

No sé ni qué decir. Porque sé que él tiene razón. Si no recibimos ayuda, pronto mendigaremos, y si él no me toma como esposa, ¿quién lo hará?

Sin recursos, desaliñada y endeudada... A pesar de ser hermosa, el estatus importa mucho por aquí.

Ciri trae un vaso de agua para que se tranquilice.

- Beba señora\, le ayudará.

- Gracias\, Ciri.

Bebió y después me miró con ojos tiernos.

- Lamento mucho tener que someterte a esto hija\, pero si depende de mí\, no te casarás con ese hombre.

- ¿Y si no hay otra salida\, madre?

Los ojos empañados se vuelven más rojos.

- No tienes idea de quién es este hombre\, hija. Por eso tu padre nunca quiso recurrir a él. Ahora él llega haciéndose el amable queriendo ayudarnos... eso nunca. Solo te quiere a ti.

Me levanto de su lado y doy una buena mirada alrededor, evaluando nuestras opciones.

Pocas o ninguna.

Después miro firmemente hacia mi madre, y ella me entiende, se levanta también y niega con la cabeza.

- Si no hay otra manera\, yo lo haré\, madre\, lo que no voy a aceptar es que tengas que ir a humillarte ante estos ricos snobs de esta ciudad.

Ella me sujeta fuerte por los hombros.

- No te casarás con él\, ¿me entiendes\, Adele?

Mi madre está con una mirada enojada como nunca la había visto, no logro entender por qué esta actitud suya, puesto que en nuestra sociedad los matrimonios por conveniencia son más que normales, y aunque nunca ha sido mi deseo personal, siempre supe que podría pasar. Él es mayor, sí, pero he presenciado uniones mucho más repugnantes que esta. Niñas incluso más jóvenes que yo con hombres mayores y de aspecto no muy agradable.

No respondo nada, solo beso su rostro afectuosamente.

Amo a mi madre y haré lo que sea necesario para verla bien.

Llamo a Ciri para la cocina y vamos a reabastecer nuestra despensa ya casi vacía con la generosa ayuda de ese primo extraño de mi padre.

Otto Montanese.

Hago una pequeña mueca, no me veo casada con él. Pero si ese es el precio por nuestra supervivencia y honor, lo haré.

Ese día tendremos una comida decente, como no la habíamos tenido en mucho tiempo.

Y eso sabré agradecerlo.

Despierto soñolienta con Ciri sacudiéndome en la cama.

—Señorita, despierte, algo no está bien.

- ¿Qué... Ciri qué pasa?

Froto mis ojos.

- Hay hombres extraños en la casa. Están llevándose todo lo que tiene valor.

Salto sobresaltada. ¿Qué? ¿Se están llevando nuestras cosas?

Me pongo un abrigo grueso, pues solo llevo un camisón, y Ciri hace lo mismo, enciendo la vela que ilumina la habitación que antes en la penumbra solo tenía la luz de la luna entrando tímidamente por la ventana.

Y cuando llegamos al salón mi madre está en una esquina solo mirando a los hombres robustos llevarse nuestros finos muebles y valiosas posesiones familiares puerta afuera y ponerlas en carretas grandes que esperaban frente a la casa. Todavía era temprano, pero con la agitación, la atención de los vecinos era inevitable.

Nuestro barrio es tranquilo, pero siempre bullicioso por los chismes.

Nos acercamos a ella y la abrazamos, Ciri parece asustada.

- ¿Qué sucede\, madre?

Ella no responde, solo me señala a uno de los acreedores y al representante del banco entrando con algunos papeles en las manos.

- ¿Señora Marta Montanese?

- ¿Sí?

Él le entrega algunos documentos a mi madre.

- Estoy aquí en nombre del banco de la ciudad cuyo propietario está confiscando sus bienes hasta la liquidación de la hipoteca vencida hace dos años\, después de muchos intentos de negociación sin éxito. Las medidas adoptadas por la ley obligan a la señora y a su familia a dejar la propiedad en tres días\, o tendremos que realizar la extracción de los residentes con fuerza policial si es necesario. ¿Comprende el contenido de estos documentos?

Ella no responde nada, solo deja caer una lágrima en su rostro, toma el bolígrafo y firma el acuse de recibo sin resistencia, porque sabe que con ese hombre no valdría la pena protestar. Ya lo habíamos hecho varias veces y en su última visita quedó claro que cuando vinieran tomarían esta medida.

Ella sale de la sala mientras ellos se llevan el resto del mobiliario que en otro tiempo formaba el escenario de una familia completa y feliz.

... Oh padre, ¿por qué tuviste que dejarnos así?

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Comments

Adry Cuéllar

Adry Cuéllar

La mamá le sabe algo al disque tío.

2024-04-21

1

Graciela Peralta

Graciela Peralta

que pasará ahora con el supuesto Primo

2024-04-17

0

⚔Vicky Boudica 💜💫

⚔Vicky Boudica 💜💫

Esa fue acción del primo misterioso 😡

2024-04-02

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