Capítulo 5

Cuando desembarcamos en la estación, me despido de ese hermoso gigante que tan majestuosamente nos ha traído hasta aquí, y ya siento la notable diferencia del clima.

Mucho más frío del que estamos acostumbradas. Sonrío al ver a Ciri encogerse por completo.

Nos entregan abrigos más pesados para ayudarnos a mantenernos calientes.

Otra hermosa carroza ya nos estaba esperando, y el cochero ya clavó sus ojos en nosotras, extrañado por nuestra presencia al lado del patrón.

- ¿Qué tal\, Francisco? ¿Están seguros los caminos?

- Sí\, señor\, patrón\, sin lluvias\, solo el polvo molestará un poco y ensuciará a las bellas damas que lo acompañan. La policía ha estado haciendo un buen trabajo por estos lugares. Manteniéndonos libres de bandidos.

- Excelente.

- Ya podemos partir. Señor.

- Esta es Adelaide\, mi esposa y su dama\, la joven Ciri.

El hombre abre mucho los ojos, sorprendido. ¿El patrón se ausenta unos días y vuelve casado?

Pero la sumisión y el respeto al patrón no le permiten inquirir, después de todo, los matrimonios por conveniencia son comunes en nuestra época.

Quizás su mayor sorpresa fue mi edad aparente, cercana a la suya.

Él tiene 55 y yo apenas 19. Una niña en comparación con él, aunque conservado bien, las arrugas y el cabello canoso lo delatan.

Sin duda alguna llamé mucho su atención. Como en realidad la de todos por donde pasamos. Tanto que, si el señor Otto fuera realmente mi esposo, habría enloquecido de celos.

Ayuda a los sirvientes a transportar nuestro equipaje, pocas cosa, pues el señor Otto me aseguró que yo y ella tendríamos vestidos nuevos a nuestro antojo siempre que quisiéramos.

Me casé con uno de los mayores productores de café de la región y posiblemente del país.

Así que solo trajimos lo esencial para dos jóvenes mujeres como nosotras.

Nos embarcamos de nuevo, y es entonces cuando comienzo a ver en poco tiempo la extensión de las tierras de ese hombre.

Una inmensidad.

Él me las muestra orgulloso, sus granjas, dos solo cercanas una de la otra, aparte de las tierras que quedaban más allá de las orillas del río.

De hecho, era impresionante. ¿Cómo se hizo tan rico en tan poco tiempo?

Mi madre me contó que se marchó de Valedouro hace unos 30 años y solo hace algunos pocos, en realidad prosperó.

Espero que no sea un comerciante ilegal.

Siempre viví toda mi vida en la ciudad y rara vez fui al campo, pero ese clima ya me estaba animando con mi estancia allí.

Definitivamente daré largos paseos por esos campos.

Alrededor de una hora, por el camino de tierra batida y pronto avistaríamos la entrada a su propiedad principal.

Un vallado blanco que se pierde de vista con un campo en el fondo y la casa principal en el centro.

Al lado, el molino y la casa de tueste, seguro para el café. Esta era enorme.

Un poco más atrás, una casa más pequeña, hecha de barro. Lo que supuse con gran tristeza que sería la casa de los esclavos. Pues todavía no habíamos hablado sobre esto.

Sin embargo un hombre con su estatus seguramente tiene esclavos, solo espero que los trate bien, o tendremos un pequeño ajuste en nuestro contrato.

Y al llegamos a la entrada, confirmo que sí, tiene esclavos. Pero son muy diferentes de los que solemos ver.

Están bien vestidos y calzados, entonces no son esclavos cualquiera, creo que el generoso patrón debe tratarlos solo como sirvientes.

Debe estar acostumbrándose ya a la nueva revolución que pronto liberará por completo a todos los esclavos en Brasil.

Espero que sí.

Mi padre estaba totalmente en contra de esta práctica y aprendí de él a rechazarla también.

Fuimos recibidos con gran alegría. Creo que el lugar lo echaba de menos.

Sirvientes y esclavos sonríen y saludan de lejos al distinguido señor Otto.

El señor Otto me ayuda a bajar de la carroza y cuando toco el suelo con los pies, mi cuerpo se congela.

Ahora sí, nuestro contrato va a comenzar.

Miro discretamente alrededor y no veo ningún signo de los hijos, porque pronto los distinguiría o ¿no serían capaces de venir a recibir al padre después de un largo viaje como este?

- Venga Adelaide\, la llevaré hasta la señora Maria\, la dueña de casa.

Debe ser la ama de llaves o algo por el estilo.

Subo los seis escalones que separan el suelo del umbral de la casa, y miro hacia atrás, contemplando el hermoso lugar.

Creo que seré feliz aquí.

Después sigo detrás de él y Ciri detrás de mí, y al entrar, ¡qué belleza de casa! Ni parece que estamos en el campo.

El estilo victoriano en su esencia más refinada.

¿Será obra de él o de su fallecida esposa? Seguramente de ella.

La belleza es arrebatadora.

Miramos alrededor admiradas. Y yo comento sobre la belleza. Y el señor Otto me responde con alegría por tener a alguien que se interesa por lo que ve.

Crecí rodeada de personas ricas y frecuentando lugares refinados, pero esa casa de hecho me impactó.

Él me dice algo sobre la decoración, pero confieso que no entendí muy bien.

Fuimos interrumpidos bruscamente.

Me giro con la intención de encontrar al dueño de ella. Porque era una voz firme, grave y de tono sofocado, que me llamó mucho más la atención.

- ¿Padre\, ya en casa? Pensé que no llegaría hasta mañana...

- Cambio de planes.

Los ojos del interlocutor de mi marido recorren el ambiente hasta encontrar a la dueña de la hermosa voz que conversaba con tanto entusiasmo con su padre:

Yo.

Se levanta de su sillón de brazos anchos y avanza sin quitar los ojos de mí. Ignorando la presencia del padre.

Una mirada firme, intensa, que me hizo temblar solo al responderla.

Un azul tan puro que parecía el mismo mar. Ojos entrecerrados y cejas espesas. El rostro cerrado como una puerta y la mandíbula ancha, tensa, tan firmemente que vi sus mejillas moverse en fricción con ella.

- ¿Y usted quién es? - Dice entre dientes.

La pregunta fue en un tono aplastante, y yo dudé si responder o no. Incluso porque no sé si puedo hablar.

La presencia de ese hombre me petrificó. Pocas personas tienen este efecto sobre mí. Si es bueno o malo, aún no lo sé. Solo sé que me paralicé. Mi corazón se aceleró en ese momento y mi respiración creo que perdió el rumbo de mis pulmones, mis piernas se tambalearon.

Aprieto las manos para hacer volver la sangre a mi cuerpo.

¡Qué miedo da ese extraño!

- Buenas tardes para usted también\, hijo. Esta es mi esposa\, Adelaide.

El señor Otto responde aun más firme y de manera autoritaria, mostrando que está allí.

Ahora veo burla en sus ojos. Frunce el ceño y me analiza sin parpadear.

Me escudriña de arriba a abajo. De dentro hacia fuera. Con ese aire de superioridad que me irrita en los hombres.

Como si yo fuera un insecto en su sopa.

- ¿Esposa? - Pregunta con un tono irónico. Ahora creo que mi sangre hierve y salta hacia afuera.

El padre se coloca detrás de mí y coloca las manos en mis hombros.

- Sí. Nos casamos hace una semana\, la traje de mi ciudad natal.

El joven alto de porte elegante, acomoda su suelto cabello con solo una mano. Luego abre los brazos en señal de confusión.

- ¿Se casó? ¿Pero cómo es eso? ¿No fue usted de negocios?

El señor Otto sonríe y abraza mis hombros con una mano.

- Exactamente. Un hermoso negocio\, ¿no le parece\, hijo? Me enamoré de esta prima y\, como ella estaba libre y yo también\, decidí traerla de inmediato conmigo. Ya tenía un acuerdo con su padre y ahora ella es la nueva señora Montanese.

- ¿Sin consultarnos antes\, padre? ¿No cree que deberíamos saber que tendríamos una madrastra? Y además... tan... joven...

Su tono fue casi una amenaza al padre. Pero el confiado señor no se dejó intimidar. Trago saliva, porque veo que hay un fuerte impasse allí. Y yo soy una causa, o simplemente el agravante.

- ¿Desde cuándo un padre necesita la autorización de los hijos para encontrar una compañera? Y por lo que recuerdo\, en nuestra última conversación\, me dejaste muy claro que lo que hago de mi vida es asunto mío y\, viceversa\, ¿recuerdas?

Sonríe mordiéndose el labio. Apunta con el dedo despectivamente al padre.

- Punto para usted\, viejo Otto. Tiene razón. Felicidades por su\, c-a-s-a-m-i-e-n-t-o.

Él se burla claramente del señor Otto y eso incluso me irritó. Si me permitieran hablar, y pudiera abrir la boca, le diría un par de cosas a ese insolente, que trata al padre de manera tan irrespetuosa frente a la esposa que, por cierto, ni siquiera conoce.

¿Quién piensa que es?

Por esas breves palabras de extremada frialdad entre los dos, tuve una idea de lo que presenciaré de aquí en adelante. Espero que al menos el otro hermano sea menos grosero, porque ese, ya me puso en guardia contra él.

Rudo irrespetuoso e irritante.

El padre viaja por negocios por el futuro de él, y cuando llega en lugar de un “bienvenido de vuelta”, recibe un “usted actuó mal sin consultarnos”. Qué ingrato y malcriado.

Su expresión cerrada refleja bien lo que parece que tiene en su corazón: Rencor y oscuridad. Aunque el rostro bonito deja espacio a la imaginación de que hay algo más.

¿Es culpa del padre este tipo de comportamiento, o es el joven así por su cuenta y falta de sentido?

Sea como sea, no me gustó. Y tomé por el señor Otto.

En un acto de extrema sorpresa para mí, después de mirarse por unos segundos, el señor Otto me da un beso rápido en la mejilla. Sin quitar los ojos del hijo.

- Vamos\, querida Adele. La llevaré hasta la señora Maria\, y luego ella se encargará de sus aposentos\, necesita descansar y más tarde la llevaré a conocer el resto de la casa y... de mi amorosa familia.

Acompaño a mi esposo después de una ligera reverencia a mi nuevo "hijastro", sí, porque eso es lo que es, a pesar de parecer mucho mayor que yo.

Salimos de la sala, donde el mal educado joven nos observó mientras caminábamos por el largo corredor hasta la parte trasera de la hermosa casa, donde estaba la cocina.

Tengo pocas certezas de lo que viviré allí, pero una de ellas es bastante realista: Ese hijo arrogante y yo no nos llevaremos bien.

Solo no entiendo bien la reacción de mi cuerpo ante esa mirada.

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