Capítulo XIX

No han pasado ni cinco minutos y él ya tiene su miembro erecto de nuevo, tomándome de las manos, Teo vuelve a colocarme encima de él.

Mi piel desnuda siente el calor de su miembro, y no solo eso, la excitación es cada vez más amenazadora.

— Dios mío… Teo… te necesito dentro de mí ahora mismo.

Me levanto un poco y puedo sentir la punta de su miembro en mi entrada, sí. Esperar una invitación me siento con fuerza, el dolor es muy fuerte, hace mucho que no estaba con alguien y no solo eso.

Su miembro es más grande de lo que me imaginaba, mientras pasa el dolor nos besamos apasionadamente, ya cuando no siento más dolor comenzó a moverme.

Aunque siento que me está rompiendo por dentro, lo estoy disfrutando al máximo. Para aumentar la tensión, me levanto y le doy la espalda, algo que lo emociona más, y a mí también porque sé que el conductor nos puede ver.

Y más a mí que estoy completamente desnuda a merced de Teo. Aceleró los movimientos, mientras Teo me toma un seno y la otra mano aprieta con fuerza mi cadera.

— Te amo…

Son las últimas palabras que salen de él antes de que ambos lleguemos al clímax, agotados ambos caemos en la silla.

— Esto estuvo muy bien.

— La noche es joven mi amor.

Y si la noche era joven, ya que apenas ponemos un pie en la habitación del hotel, lo volvemos a hacer y así hasta ya entrada la madrugada.

Muy en el fondo recuerdo las dos veces que estuve con Jason y con Raúl, nadie podrá hacerme olvidar esas dos noches.

Cómo en toda relación al principio todo es color de rosa, pero las cosas van cambiando y en mi caso no demoraron mucho, solo tres meses y la actitud de Teo era diferente.

Durante el primer mes vivimos en mi yate, luego él compró una casa lejos del mar, yo ya no podía salir a nadar, seguía trabajando en el bar y cuando podía iba y nadaba sin que él se diera cuenta, Lulú me traía información sobre lo que estaba pasando.

Nada bueno, aparte de que estaban buscando una joya, también me enteré de que buscaban, a una hoja perdida de un dios a quien no lo sé.

— Ya te vas.

— Si amor, ya tengo que irme a trabajar. — me inclino para darle un beso, pero este gira la cara, uno de sus tantos cambios.

— Ok, hoy me voy y vuelvo dentro de un mes. — me había comenzado a sentir poca cosa, su forma de ser era insoportable.

— Está bien.

Después del trabajo había decidido ir a nadar un rato, al saber que Teo no estaría, podía hacerlo sin ningún problema.

Todas mis preocupaciones se iban cuando estaba allí, nada más existía que el agua y sus animales, los cuales seguían siendo los mismos. Ellos no cambiaban como los humanos.

Mientras nadaba me di cuenta de que las luces de mi yate estaban prendidas, eso era algo extraño, ya que no estaba en uso, bueno el único que salía en él, era Teo, hasta eso me había prohibido.

— Hola amor, esperaste mucho. — era la voz que alguna vez escuché de él.

— Para nada, tú sabes que siempre te esperaré.

— Eso es lo que me gusta de ti. — nade un poco más de cerca y pude ver a Teo besando a otra mujer, más alta que yo, rubia y podría decir que sus ojos eran claros.

Una oleada de náuseas me invadió, y un dolor en el pecho me estaba matando, el hombre que amaba estaba con otra.

— Está vez tenemos un mes solo para nosotros.

— Cuando la vas a dejar, sé que te casaste con ella por negocios, pero nuestra relación que.

— Falta poco para cumplir con lo que mi padre me ordeno, así que no te preocupes.

Sin poder apartar la vista, vi como tenían sexo, ya sabía la razón por la que Teo no me tocaba hace mucho.

Dolía por lo que acababa de ver, decidí nadar de regreso hasta la orilla e irme. Desde esa noche iba al muelle a ver qué era lo que hacían y me dolía cada vez más, si me había vuelto masoquista.

Pero no podía dejar pasar esta situación, tenía que enfrentar a Teo, no quería ser la mujer de la que todos hablarán.

— Teo, necesitamos hablar. — la noche anterior había llegado, borracho y su ropa olía a perfume de mujer.

— Que quieres ahora.

— Donde estuviste todo este mes.

— Trabajando. — Maldito infeliz.

— En serio me vas a salir con ese cuento, cuando sé que utilizas mi yate para revolcarte con tu amante y anoche llegaste oliendo a perfume de mujer. Eres un maldito imbécil, soy joven pero no estúpida.

Tras ese ataque de ira, decidí irme no solo de la sala de la casa. Mis maletas ya estaban listas.

Pero las cosas no iban a ser tan fáciles como yo pensaba, Teo se levantó y me siguió hasta la habitación donde yo ya estaba con las maletas en la puerta de esta.

— Te odio. — su furia era descomunal a tal punto que me golpeó. — Todo este maldito circo lo planeo mi papá, sabemos lo que eres y no vas a escapar así de fácil.

Otro golpe se avecina, el miedo impide que me mueva y que pueda alejarme de sus garras. Su último golpe me deja inconsciente.

Ya cuando por fin reaccionó estoy en la cama, atada de manos y pies y él está encima de mí, besando mi cuerpo. Trato de moverme, pero es inútil, el dolor es insoportable.

— Déjame. — un susurro es lo que sale de mi boca hinchada.

— Acabo de empezar.

Lágrimas salían de mis ojos, no podía contenerlas. Y lo más doloroso eran las lágrimas que se convertían en pequeños diamantes.

Decidí girar la cabeza y no ver aquella escena, cerré mis ojos mientras ese monstruo me violaba una y otra vez.

Cuando por fin acabo, me soltó, pero yo no podía moverme y ahí quede en la cama vuelta mierda. Desgarrada por dentro y por fuera. Mientras él se vestía comienza a hablarme.

— Después de hoy no volverás a salir, solo espero que lo que hice sea suficiente para lo que necesitamos.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***