Capítulo XV

Es difícil seguir aguantando, es algo que me llama, no sé hasta qué punto, es una conexión que siento con ellos. Instinto animal, al fin y al cabo soy mitad pez.

Lágrimas de alegría o de tristeza, comienzan a brotar, ninguno de los dos se da cuenta de lo que me está pasando.

— Lista.

Le asiento a Raúl, quién ya está desnudo y es hay en medio de la playa que él me toma, mientras que Jason no para de besarme, sigue doliendo, ya que sus miembros son bastantes grandes, pero no me importa, esta es mi última vez en la tierra.

Cada uno de ellos se van turnando, y después de unos minutos los tres llegamos al clímax, agotados caemos rendidos sobre la arena.

— No nos vuelvas a dejar así.

— Está bien Jason. — mentirosa, mentirosa.

El tiempo pasa, y tanto Jason como Raúl se quedan dormidos con cuidado, me deshago de sus brazos y me visto rápido.

— Lo siento, pero tengo que hacer muchas cosas.

A cada uno le doy un beso en la frente, mientras camino hacia el mar, comienzo a escuchar a los habitantes de ese lugar hablar.

Los miro por última vez antes de hundirme en las profundidades, cuando veo que ya no me ven hago que mi cola aparezca.

— Es difícil aceptar esto.

— Pero es tu realidad, no todas pueden hacer eso.

— Me estabas esperando. — me encuentro de frente con aquel delfín de hace unas horas.

— Esperaba que lo hicieras, pero ahora no estoy tan segura de que haberte contactado, hubiera sido una buena decisión.

— Que quieres decir.

— Las noticias vuelan y no estamos seguros de que va a pasar con tu llegada.

— Que hago ahora.

— Ir a tu reino, tienes que hablar con tu madre, ella sabrá qué hacer.

Mi mamá, hasta hoy tenía entendido que yo tenía una madre y ahora sé que ella me separo de la verdadera. Sigo a aquel delfín hasta lo más profundo del océano, la oscuridad envuelve todo el lugar.

— Está muy lejos.

— Ya casi llegamos, siento que esto no sea lo que esperabas, pero hace poco volvieron a casarnos.

Que puedo decir, si es gracias a mi papá, que ellos se están extinguiendo, y hasta puedo jurar que yo soy el principal causante de este tema.

— Estamos llegando.

Al final de aquella penumbra se podía ver una luz, como la luz al final del túnel, mientras más nos aproximamos, podía sentir a todos los seres que vivían ahí, sus voces eran claras y melodiosas.

Al pasar por enfrente de ellos, sus voces se apagaron y se quedaron mirándome con los ojos muy abiertos.

“En serio es ella”.

“Lulú no nos estaba mintiendo”.

Sus pensamientos los podía escuchar, lo que impedía que me concentrara en mi camino, la cabeza me estaba empezando a doler bastante la cabeza.

Cierro los ojos, para poder acabar con los susurros, pero es imposible a cada segundo se vuelven más insistentes.

— YA BASTA.

Mi grito resuena en las profundidades a tal punto que las rocas, los corales y los pocos edificios, si se pueden llamar así, comienzan a temblar.

— Estás bien.

— Los escucho en mi cabeza.

— Es normal. — Para ustedes no para mí. — Ya estamos acá.

— Que este lugar.

— Lo que pudimos salvar del reino de tu madre. — No es como el resto del sitio. Este espacio tiene más brillo y es más llamativo. — Señora tiene visita.

— No estoy de ánimos para recibir visitas, sabes que nadie nos va a ayudar, solo vienen a ver mi desgracia. — Me rompía el corazón ver a esa sirena tan resignada a su destino.

— Es alguien especial. — El delfín me hace un gesto para que me ponga enfrente de él.

— Buenas. — Digo un poco nerviosa, ella se gira y al verme casi se desmaya.

— Celeste, en serio eres tú. — Ella se levanta y yo le sonrió. — Como es posible todos estos años, te he estado buscando, como es que estás acá. Te di por muerta.

— Me crío el hombre que se dedica a la caza de sirenas y tritones.

— Tienes que irte ahora mismo. — pero que está pasando.

— ¿Qué pasa Cristal?, no estabas esperando reunirte con ella.

— Lulú, si ella está acá eso significa que la siguen buscando y no podemos permitir que la encuentren.

— Tiempo fuera, que es lo que está pasando. — el delfín y Cristal se miran, pero ninguna de las dos habla. — Quiero respuestas, mi padre humano me echo de la casa y ahora usted quiere que me vaya así sin más.

— Es un tema bastante complicado.

— Soy toda oídos.

— Nosotros somos seres que podemos tener una vida muy larga.

— Cuanto tiempo.

— Más de doscientos años.

— Tenemos una vida muy larga.

— Hace mucho tiempo, los humanos y las sirenas vivían en armonía, pero la avaricia de muchos de los humanos los llevo a cazarnos y a hacer investigaciones con nosotros, inventaron historias desagradables.

— Cuantos quedan.

— De este reino muy pocos, no sé cómo es que saben nuestra ubicación y ya no quedamos muchos.

— Porque tengo que irme.

— No te lo puedo explicar ahora, pero si es importante que te vayas de esta ciudad.

— Mis estudios, amigos…

— Eso lo puedes conseguir donde vayas, pero vete.

Y como si fuera una señal, una sensación de que algo iba mal se apoderó de mí, podía ver qué Cristal también la sentía. Mi respiración se empezó a acelerar, no sabía de dónde venía este sentimiento.

— Cálmate, en ese estado puedes causar estragos. — Por más que ella intentará calmarme, yo no podía, el agua a nuestro alrededor comenzó a moverse con bastante fuerza, los animales, sirenas y tritones estaban buscando donde esconderse.

— Celeste tienes que controlar tus emociones, si sigues en ese estado no solo los que vienen van a causar daño sino que tú también. — del desespero comienzo es a llorar, pero esta vez las lágrimas que salen son normales, estás no se convierten en diamantes.

— Que pasa conmigo.

— Es normal, estos nuevos sentidos son abrumadores por no hablar de tus habilidades. — tengo que preguntar sobre las lágrimas, me preocupa eso más que el peligro que se avecina. — tienes una pregunta que hacerme.

— Como lo sabes.

— Eres mi hija, y no importa el tiempo que estuvimos separadas, siento tu inquietud.

— O me lees la mente.

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