Capítulo VI

Única, una palabra interesante que me describe según Jason, pero es esa la correcta para mi condición.

— Tierra llamando a Celeste.

— ¿Qué?.

— Que vamos a ir a comer algo, antes de ir a clases y usted señorita va a ir conmigo.

— No…

— No hay discusiones hoy, así que aléjate de esas hermosas flores y vamos.

— Que hay de sus novias, no quiero una escena de celos.

— Nosotros manejaremos ese asunto, por ahora tú y nosotros dos vamos a ir a comer.

De muy mala gana me alejo del borde del jardín y tomo la mano de Jason y la mano de Raúl, parece una maldita escena de una película de princesas.

El resto del día nos la pasamos juntos al punto de que no asistimos a clases, estos dos eran una mala influencia para mí, pero no me iba a quejar de eso, al menos ellos si me trataban como una persona normal.

Y una semana después nosotros nos habíamos vuelto más unidos que nunca, a pesar de las constantes críticas y escenas de celos de Natacha y Aylin, nosotros nos la pasábamos más cerca. Y esa cercanía estaba empezando a traerme problemas a mí, mis sentimientos por ellos comenzaron a crecer y no solo era un sentimiento de amistad, era algo más fuerte, cuando nos separábamos sentía un gran vacío o cuando ellos le decían que no podían estar conmigo porque iban a estar con sus novias me dolía mucho.

— Celeste concéntrate, tres vueltas más tu rendimiento está bajando. — malditos pensamientos.

— Si señor. — después de nuestro beso Teo se volvió más frío, más distante y mi entrenamiento era más fuerte que el de los demás.

— Es todo por hoy, Celeste te recomiendo que te concentres más, las últimas sanas andas muy distraída. Se pueden ir ya.

Para poder recuperar mi ritmo decido quedarme otra hora más, no es mucho, pero me ayudará a recuperarme de mis distracciones. Mi nado me lleva hasta el fondo de la piscina en donde puedo ver claramente el fondo, comienzo a hacer libre en el fondo de la piscina, no sé por cuánto tiempo estoy en el fondo, solo sé que al salir me encontré de que habían puesto la cubierta de la piscina.

— Hola, estoy acá por favor. — Por más que gritara nadie me escuchaba. — Por favor estoy acá.

Cómo sabía que nadie me iba a escuchar, deje de gritar y a la final no me molestaba estar en el agua, no me puse a llorar ni nada, comencé a nadar de nuevo, después de un tiempo ya no pataleaba intercalando mis piernas, sino que estas se estaban empezando a mover al mismo tiempo.

Una sensación de alegría y libertad se estaba apoderando de mí, pero como todo en la vida nada dura para siempre, en mi última vuelta saliendo de la piscina me di cuenta de que la cubierta había sido retirada. Con lo que no contaba era con ver al profesor parado al lado de la misma.

— ¿Estás bien?.

— Sí.

— ¿Por qué sigues en la piscina y con la cubierta puesta?.

— No se debieron de dar cuenta de que yo estaba acá. Y como lo sabía usted.

— Vi a sus compañeros a fuera y me comentaron que no habías salido, fui hasta los vestidores y tu ropa aún estaba ahí, así que supuse que estabas acá.

— Muchas gracias, ya se puede retirar, yo me encargo de lo demás.

Al intentar salir de la piscina no pude, mis piernas no me respondían, no las sentía aunque si las veía. Y no solo eso habían aparecido unas pequeñas manchas de color azul oscuro.

Volví al agua y nadie, hasta donde se encontraba mi toalla, tenía que hacer un gran esfuerzo para que Teo no se fijará en las manchas.

— Gracias al cielo. — dije cuando al fin pude salir del agua y coger la toalla, y mientras me secaba las piernas Teo se fue acercando y las manchas empezaron a desaparecer.

— Gracias al cielo o a mí.

— Gracias profesor por salvarme.

— No fue nada.

No quería verlo a los ojos y menos después de como me estaba tratando, pero uno de sus dedos tomo mi mentón y levanto mi rostro.

— No he podido olvidar lo que pasó en mi oficina, señorita Celeste. — en serio lo dice como si nada.

— Y qué cosa paso. — mientras terminaba de limpiarme las piernas el tomo la toalla y la dejo a un lado. Sus manos se sentían tan bien en mi cuerpo, un calor delicioso corría por el mismo que me estaba dejando sin aliento.

— Sé que lo recuerdas muy bien. — mis piernas parecían gelatina. — Siento mucho ser duro contigo, pero no me puedo dejar llevar por las emociones. — el olor de su perfume inundaba mis fosas, un olor a cerezo con un toque de picante.

— Por favor.

— Que quieres preciosa.

— Que le bese. — cómo es que él me hace decir esas cosas.

— Estás segura. — no yo lo sabía.

— Sí.

Una de sus manos se dirigió hasta mi cintura mientras que la otra se posó detrás de mi nuca y lentamente me fue acercando, mis ojos se cerraron y pude sentir sus cálidos labios.

Al principio fue un beso casto y puro, pero luego se volvió más demandante al punto que le di acceso a su lengua, ambas están bailando un hermoso vals. Mi cuerpo se une más al suyo, necesito sentir el calor de su cuerpo. Y este se convierte en una invitación porque sus manos bajan hasta mis caderas y las mías se enredan en su cuello.

— Aunque me gustaría seguir. — lo dice entre jadeos y con su frente contra la mía. — Debo de detenerme, este no es el lugar para hacerte todas las cosas que tengo pensadas hacerte.

— Lo entiendo.

— Eres muy hermosa y al parecer muy ardiente mi pequeña Celeste.

No quiero que siga hablando, así que me lanzo de nuevo a sus labios y no sé por cuánto tiempo continuamos, pero a falta de aire me separó de él.

— Tengo que irme.

Le doy un beso rápido y voy a cambiarme cuando salgo ni Raúl ni Jason están en la parada de autobús, la noche la paso soñando en los besos y las manos de Teo sobre mi cuerpo, pero al mismo tiempo me imagino el cómo besarían Raúl y Jason, sería igual de intenso o no.

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