Capítulo VIII

Agotada por el día que había tenido, decidí irme a casa sola, Raúl y Jason estaban con sus novias y Teo se había perdido después de la premiación. Pero no pensaba que mi maldito día iba a empeorar aún más.

— Que está pasando Celeste. — Qué gran recibimiento por parte de mi mamá.

— Buena noche para ti también.

— No me vengas con eso ahora, como es posible que nos mintieras de esa manera tan descarada.

— No sé de qué me hablas. — mi mamá me pone su celular y veo el motivo por el que está tan enojada. — Sabía que no me lo iban a permitir si se los decía.

— Y hacerlo a escondidas te pareció una buena idea.

— Pues si, mejor que me encerraran para evitar que lo hiciera. — le gritó y en el fondo me siento mal por mi forma de reaccionar. — Lo lamento.

— Tienes que terminar eso ahora mismo. — mis disculpas no valen mi mamá, no baja el tono de voz.

— No.

— Te voy a sacar…

— No mamá, no vas a hacer nada, el motivo por el cual no puedo retirarme es porque es obligatorio estar en una clase adicional.

— Y por eso escogiste natación para saber qué pasa cuando estás mucho tiempo en el agua. — no más, ya no aguanto.

— Sabes que si, ese es uno de los motivos y últimamente me he dado cuenta de que el agua es a donde pertenezco, no sé la razón, pero me siento feliz, algo que hace mucho tiempo no siento. — mi arrebato se ve apaciguado con un golpe de mi mamá, no reaccionó, solo me quedo, hay parada mirando a la persona que me acaba de pegar.

— Vete a tu cuarto, mañana hablamos.

Subo hecha un desastre, mi mamá me acaba de pegar, mi cuerpo cada vez cambiaba más rápido, que es lo que me estaban ocultando mis padres. Toda la noche me la paso dándole vueltas al día que había pasado, y en el último cambio de mi cuerpo.

A pesar de la discusión con mi mamá, no renuncie a mi clase de natación, ninguno de mis padres estaba contento y menos cuando me enfrente a ellos y les dijera lo que pensaba.

— Estás lista para este fin de semana.

— Y que hay el fin de semana Raúl.

— Es el cumpleaños de Jason y va a celebrar una gran fiesta y estás cordialmente invitada.

— No me gustan las fiestas. — nunca he estado en una a decir verdad.

— No te estoy diciendo si quieres o no, vas a ir. — Jason me da un beso en la mejilla y se va.

— En serio, me van a obligarme a ir a esa fiesta.

— Eso es cierto, princesa, así que prepara tu mejor traje y no trates de inventarte ninguna excusa, no vas a escapar.

— Y que hay de…

— Vamos a tratar ese tema con delicadeza, ambas van a estar, pero no te dejaremos sola por ningún motivo, tenlo presente. — Raúl es más atrevido y me da un beso en los labios. — Nos vemos más tarde y por favor no te demores en tu entrenamiento.

Cada día que pasó con Raúl, Jason y Teo siento que me enamoró más de ellos, y si me pueden llamar loca, al estar colada por tres hombres, pero así me siento. Y sé que eso me puede traer problemas más adelante, con cualquiera de los tres.

Mis padres siguen sin hablarme, pero no por eso voy a ocultarles a dónde iba a ir está noche, no me dijeron nada.

— Te vas a demorar.

— No lo creo, sabes que no soy de esos planes. — Le respondo a mi pequeña hermana.

— Siento lo que está pasando con nuestros padres, ellos solo quieren protegerte.

— De qué.

— Ni yo misma lo sé, es algo raro a decir verdad.

— No te preocupes pequeña, puede que esté más cerca de conocer la verdad.

— Si tú lo dices. — el sonido del timbre nos interrumpe y mi hermana corre a abrir y sube bastante agitada.

— Que pasa, parece que hubieras corrido una maratón.

— Dos hombres te buscan.

— Muy guapos, por cierto.

Levanto la vista y veo a Raúl y a Jason en el vano de la puerta, muy guapos, eso sí, Raúl está de camisa y jean, zapatos elegantes y en cuanto a Jason también venía de camisa, por fuera del pantalón dos botones de la parte de arriba desabrochados, un pantalón elegante y unos mocasines.

— Celeste nos vamos.

— Sí…

Me levanto y me giro para verlos y ambos se quedan mirándome con la boca abierta, yo llevo un vestido de color negro, con un escote pronunciado en la espalda, medias de malla y unos botines negros. Y para cubrirme un poco una chaqueta de color blanco. También me maquillé un poco, me alise el cabello y me coloque unos lentes de contacto para no asustar a nadie.

— Estás hermosa. — Dice Jason.

— Concuerdo con él. — lo secunda Raúl.

— Nos vamos.

— No.

— Porque Raúl que pasa.

— Tus ojos.

— Que tienen no les veo nada de malo.

— Nunca ocultes tu verdadero yo, así que por favor quítate los lentes de contacto.

— Jason, no quiero incomodar a nadie y que después…

— Si no están a gusto con tu presencia, que se vayan para la mierda, eso no me importa.

Me quedo parada en la mitad de la habitación sin saber qué hacer, y no es hasta que mi hermana me coge la mano y me sonríe que salgo de mi trance y sé que ellos tienen razón, si lo oculto puede ser más problemático que irme como soy.

Me acerco de nuevo al tocado y me quitó los lentes, con una sonrisa ellos lo aprueban y salimos de la casa, me hubiera gustado que mis padres estuvieran para que me desearan buena suerte, pero eso no fue así, la única que le acompaño fue mi pequeña hermana.

El camino hasta la casa de Jason es en completo silencio y en un auto muy hermoso y nuevo, lo cual deduzco que sus padres se lo dieron por su cumpleaños.

— A divertirnos.

— En serio la trajeron, ese maldito monstruo va a dañar tu celebración. — Sabía que Aylin y Natacha iban a estar, pero nunca pensé en que me las encontraría, apenas me bajara del auto.

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