Capítulo VII

— Están listos, es nuestra primera participación en una competencia, no se esfuercen mucho, pero si ganamos sería algo maravilloso. — qué motivación tan interesante, mis padres no van a estar dentro del público porque ellos no saben de mi entrenamiento.

Me siento muy mal por ocultarles algo tan importante, pero si se los hubiera dicho, estaría más que segura que me alejaría de lo único que me distrae de mi horrible vida.

Miro hacia el lugar donde dentro de poco voy a competir, me imagino muchas cosas en ese lugar, quisiera volver a ver esas pequeñas manchas en mi piel y saber qué pasaría si me dejara llevar y me quedo por más tiempo en el agua.

— Vuelve a la tierra. — Me giro y veo dos caras conocidas.

— Ustedes que hacen acá.

— Vamos a apoyarte, que más podemos estar haciendo acá.

— Y la competencia de Natacha y Aylin.

— No es muy lejos de este sitio, y primero es la tuya, así que podemos ir también a las de ellas. — me responde Raúl.

— Gracias, chicos. — Les doy un gran abrazo.

— Celeste es hora de alistarnos y ponernos a calentar. — y por la cara que tiene no está muy contento de ver a Raúl ni a Jason.

— Suerte preciosa. — me dice Jason dándome un beso en los labios.

— Si ganas vamos a celebrar. — habla Raúl dejándome otro beso en los labios, y yo le quedo hay como una idiota sin poder procesar lo que acaba de pasar.

— Muy feliz. — la voz de Teo me saca de mis pensamientos, a qué momento se acercó tanto a mí.

— ¿Qué?.

— Te acaban de besar dos hombres y no hiciste nada para alejarlos, te gustó eso. — sus palabras suenan en un susurro, pero no son nada bonitas. — Vestidores ahora.

No respondo nada, porque no sé que hacer ni como actuar con lo que acaba de pasar, me acaban de besar mis amigos y aparte de todo el profesor está celoso por eso.

Saca eso de tu mente Celeste, tienes que concentrarte en lo que está en juego, no puedes ponerte con niñadas ahora. Comienzo a hacer mis ejercicios de respiración y a cambiarme, ya más calmada y lista empiezo mi calentamiento, estoy muy atrasada.

— Llamamos a las escuelas a reunirse en la piscina, la competencia va a empezar.

Respirando hondo, comienzo a caminar hacia la piscina, pero alguien se interpone en mi camino y me toma por la cintura, llevándome hacia un pasillo que está detrás de la puerta.

— No te vas a escapar de mí.

— Teo, que estás tratando de hacer, estamos en público. — mi boca decía eso, pero mi cuerpo deseaba un beso de él.

— Estoy furioso porque otros pusieron sus labios en esa boquita. — su pulgar roza mi labio inferior. — Nadie debería de tocar lo que es mío.

Sus labios se apoderan de los míos, sin poner ninguna resistencia paso mis manos por su cuello y él coloca las suyas en mis caderas, se me olvida por completo donde estamos, en este momento solo existimos nosotros dos. Quisiera quedarme así con él, pero muy rápido para mí pesar él se separa de mí.

— Porque lo hiciste.

— Ya te lo dije, nadie toca lo que es mío y quería darte suerte. — me roba un beso casto y sale dejándome con el corazón a mil y la cabeza hecha un desastre.

Salgo corriendo después de que me calmo y me reúno con mis otros compañeros, muchos no han visto ni mi pelo ni mis ojos, así que me saludan como a cualquiera.

Al mirar hacia las gradas veo a Raúl y a Jason que cuando le ven me mandan besos, yo comienzo a hiperventilar mirando como loca a mi alrededor, para estar segura de que Teo no esté viendo aquella escena, y para mi sorpresa él no está así que les devuelvo los besos.

Llegado nuestro turno, la primera en pasar soy yo y como era de esperar, ronda tras ronda la voy pasando siempre en el primer lugar. Mi cuerpo no está cansado y los demás equipos se ven que están esforzándose más.

Mientras que en relevos quedamos de terceras en él nado libre sigo ocupando el primer puesto.

— Una ronda más Celeste y seremos campeones y solo es la primera vez que participamos.

— Está bien.

Mi última vuelta y ahí vamos, estoy lista para esto, pero con lo que no contaba era que al momento de ubicarme en la salida mis piernas estaban con los manchones de la vez que me quedé encerrada en la piscina. No me había dado cuenta del tiempo que había estado en el agua.

— Por favor ahora no.

Escucho el disparo de salida y me lanzo a ello, este pequeño percance no me va a frenar, y como la última vez mis piernas se mueven a la par como si fuera una cola, vuelta tras vuelta iba más rápido.

En mi mente llevaba la cuenta de las vueltas al terminarlas me detengo y veo que mi contrincante solo llevaba la mitad.

Yo acababa de romper el récord, veinte vueltas en menos de dos minutos, muchos estaban con la boca abierta mientras que otros solo aplaudían.

Por otro lado, yo estaba deseando salir de esa piscina, para que no vieran las manchas de mis piernas, bajo la mirada y le doy cuenta de que las manchas han crecido y no solo eso ya no veía muy bien los dedos de los pies.

El pánico se estaba apoderando de mí, no escuchaba a nadie al lado mío, a mi mente se me venían imágenes de todas las personas riéndose por mi condición y ahora esto.

— Te ayudamos. — unos brazos grandes me arrastran fuera de la piscina colocando una toalla en mi cuerpo, temblando comienzo a secar mis piernas, nadie debe de ver estoy, y si la persona que me ayudó vio eso. Al ver qué ya estoy seca y las manchas van desapareciendo y mis dedos vuelven a la normalidad, comienzo a levantar mi cabeza. Y veo dos pares de ojos mirándome muy asustados.

— Estás bien princesa.

— Si Raúl es solo que me asuste un poco y entre en pánico.

— Por eso bajamos a ayudarte.

— Gracias. — Fuerzo una sonrisa esperando que sea creíble, y solo espero que ellos no hayan visto nada o si lo vieron, estaría en problemas y no sabría qué decirles por qué ni yo misma sé que es lo que me está pasando.

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