Capítulo X

Mientras duermo, las imágenes de la noche anterior me invaden y de una manera muy positiva, pero mis sueños se ven interrumpidos cuando alguien toca a la puerta.

— Joven Jason lo están buscando al igual que al joven Raúl. — ninguno de los dos se mueve, pero yo ya estoy despierta, y los golpes en la puerta suben de tono y mi cabeza comienza a doler un poco más.

— Joven Jason. — Jason se mueve quitando el brazo de mi cintura.

— Que pasa Charles.

— Su novia y la del joven Raúl están abajo esperándolos.

— Mierda. — dice saltando de la cama. — Charles, por favor que no vayan a subir, diles que ya bajamos y ofrecerles algo.

— Como ordene, señor.

— Raúl despierte, las chicas están abajo. — y yo como una estúpida me quedo hay mirando como Jason corre como loco por toda la habitación tratando de encontrar que ponerse. — Maldita sea Raúl, las chicas están abajo y usted sabe que si no nos apuramos van a subir.

— Y que. — le responde aún dormido.

— En serio. — Jason le lanza un zapato y este le da justo en la cabeza, este no tarda en despertarse. — Levántese, en mi armario debe de haber una sudadera.

— Porque tanto alboroto solo son las chicas. — y Jason no está en condiciones de seguir siendo amable, y me señala a mí.

— Por ella, sabes cómo pueden ponerse, si se dan cuenta de que Celeste está en la casa y no solo eso, sino que si ven que está completamente desnuda en mi cama.

— Ya me alistó.

Yo me quedo mirando como los dos se alistan sin prestar atención en mí, siento una pequeña punzada de dolor, pero puede que sea porque tienen que bajar antes de que ellas suban.

— Vamos.

Los dos salen y yo me dejo caer en la cama, pero no por mucho tiempo, aunque mi cuerpo me duele, recojo mi ropa y me visto lo más rápido posible. Sin hacer mucho ruido bajo las escaleras y puedo escuchar la conversación que tienen.

— A qué hora se fue el demonio ese. — maldita bruja.

— Temprano no aguanto mucho, se ve que no tiene experiencia en estas cosas. — quedó en estado de shock al escuchar la respuesta de Jason.

— Ya no la defiendes, anoche casi me matas por tratarla mal.

— Eso fue anoche, ahora ella no está y estamos nosotros solos.

— Y cómo anoche no pude darte tu regalo, te lo voy a dar ahora. — me asomo un poco al lugar donde sé que están y lo que veo me rompe por completo el corazón, me tapo la boca para ahogar un grito.

En la sala está Jason con su novia semidesnuda encima del sofá y no muy lejos veo a Raúl en la misma situación.

Le entregué lo más valioso de una mujer a dos hombres que pensé que me querían de verdad y ahora sé que no era así.

El corazón está a punto de salirse de mi pecho y las lágrimas empiezan a caer. En el estado en el que estoy me es imposible moverme, obligándome a escuchar lo que ellos están haciendo. Mis ojos están cerrados y para cuando los abro me encuentro con que a mis pies hay pequeños diamantes, algo que no estaba ahí antes.

Vuelvo a llorar y me doy cuenta de que eso que estaba en el piso acababa de salir de mis ojos.

— Demonios.

Lo digo en voz alta y me maldigo mentalmente, recojo rápidamente mi pequeño desastre y salgo para esconderme porque escucho a alguien que empieza a caminar.

— Quién está acá Jason.

— Nadie Natacha, debió de ser la empleada y pues nos vio y se asustó.

— Entonces continuemos.

Respiro profundamente al ver qué esa bruja no va a investigar y no me va a ver.

— Señorita. — pego un brinco al escuchar a un hombre detrás de mí.

— Baja la voz.

— Pasa algo malo. — él baja el tono de voz.

— Tú debes de ser Charles. — él siente. — Necesito salir de esta casa, pero no por esa puerta. — Señalo la puerta principal.

— Ellos saben que usted se va a ir.

— No creo que eso sea importante ahora mismo. — pone atención a la sala y escucha los gemidos, cuando vuelve a mirarme, sus ojos solo demuestran tristeza, como si esto fuera ya normal para él.

— Por acá, señorita. — Lo sigo por la cocina y luego por un pequeño almacén. — Cuídese señorita y espero que se encuentre bien.

Me despido de Charles y salgo de allí, salgo corriendo por el patio, paso por un hermoso jardín y por fin llegó a la avenida principal.

Nuevamente, vuelvo a llorar, y no que me duele más si lo que hicieron ellos o lo que me está pasando, estoy horrorizada cómo es posible que me salgan las lágrimas y a medida que bajan se van convirtiendo en pequeños diamantes.

No sé a donde voy, mis pies son los que me llevan, mi mente está perdida, solo es hasta cuando mis lágrimas se secan y me doy cuenta de que no me encuentro en una parte de la ciudad conocida.

Me acerco al puente y me siento en la parrilla dejando caer mis piernas hacia el vacío, el ver aquella agua me hace sentir muy bien.

A simple vista se ve el agua muy turbia, pero lo que me llama la atención es que puedo ver con claridad lo hermoso que es el fondo del río.

— Que se siente vivir allí. — Hablo como si los peces me fueran a responder.

— Puedes venir a averiguarlo tu misma.

— No podría, me ahogaría.

— Estás segura de eso, inténtalo una sola vez.

Que estoy haciendo, con quién estoy hablando o es la traición que acabo de vivir, la que me está llevando a escuchar cosas que no están.

— ¿Me estoy volviendo loca?.

— No lo creo.

Muy cerca empiezo a escuchar una hermosa melodía, tan hermosa que me pongo de pie y me subo en la barandilla del puente, tengo que encontrar el origen de aquella voz.

Y sé que proviene del fondo del río, y es una sensación de alegría y paz conmigo misma. Estiró mis brazos y doy el paso hacia adelante. Hacia mi felicidad.

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