En Nueva York, como en Tokio, se mueven las constructoras más grandes del planeta.
Ellas tienen brazos de acción en los países más fuertes de cada continente, y aunque a veces estén con otros nombres, los monopolios son tan amplios que no se da percibe el movimiento de los ejecutivos que se desplazan por el orbe, para lograr los proyectos.
Esa es la particularidad de esta empresa que cuenta, además, con un gerente de veinte años, el cual, tiene, con meses de antecedencia, la invitación para presenciar el aniversario número 79, de la reina Isabel II de Inglaterra, en junio del 2022.
Sin embargo, sería difícil ante esta situación, marcar la agenda anticipada de viaje a Londres.
Aunque también, nada podía ser tan preocupante como aquella cosa de faltar a semejante acontecimiento mundial.
Precisamente se firmará en una de esas reuniones previamente a los actos principales, el acuerdo internacional europeo, para, la construcción de la línea submarina que saliendo de Londres, y sumergiéndose por debajo del lecho marino, saliera para varios puertos continentales, como Lisboa, girando la península ibérica, para dirigirse hacia Nueva York, y las otras líneas, hacia México, Groenlandia, y otros puertos del Atlántico.
El inicio de obras sub marinas deberá iniciar en 2027.
Aquel tren submarino será el mayor puente de conexión de los mundos separados por este océano.
La Global es la diseñadora del proyecto, que deberá ser construido en metal inoxidable y Vidrio de Ultra Hipertensión, un material que va más allá de cualquier invención para estructuras de soporte aéreo y marítimo de altísima presión.
Kesman ha tenido un instante de memoria, se agita brevemente, recuerda que tiene ese compromiso ineludible.
Ve en una mesa del amplio despacho, cabalmente la maqueta del ante proyecto.
— Mira, aquí, en esta parte del océano Atlántico, es el lugar de – le dice a un par de técnicos que están agregando piezas en la maqueta.
— Es un punto muy importante además, que está área no es demasiado profunda. — le contesta uno de ellos.
— Qué sugiere para que se haga allí un boceto y pre estudio y agregar más a la maqueta – agrega el otro.
— Deberá salir un islote artificial, no habiendo uno natural, para levantar allí, un faro luminoso en Led, que indique las rutas que se abrirán a partir de allí, a bifurcarse hacia México y el otro tubo, hacia el Brasil.
— Está bien, señor.
—Hay que hacerlo de inmediato, las centrales de bifurcación, deben salir a flote con luces de faroles inmensos, así se ilumina esa región...up…
Entonces, Kesman, se detiene en vilo, las ocho muchachas rubias, salen del espacioso elevador transparente, de cristal puro, él recién las admira,— ¿Quiénes son ellas?
La adolescente de sus recuerdos idos, se le vino en ráfagas y le pasa por la memoria aún en fuga, las imágenes se fusionan, cada una de ellas, sonríe delicadamente, algunas parecen no atraer tanto de entrada, otras están siendo más admiradas, más y menos coquetas son algunas, —una muy seria, —otra muy dulce y tierna, —maravilla de la belleza femenina de ese tono de piel, y ojos celestes.
—Ahora, sí,
Kesmán, deberás mirarlas bien – Le advierte Bobby, que llega casi corriendo y frena la carrera que tomó por el elevador de servicio, para llegar al mismo tiempo que ese primer grupo, y atrás sonrojado, su amigo Sigmund, casi golpea, se detiene apoyándose en la espalda de Bobby, frente al rey de la empresa de cristal.
Bobby, sonríe feliz, ellas se han detenido y él también, a pocos metros de distancia, los maravillados ojos de todos, pasan a otra esfera de cristal, en la mente de Kesman, y esa esfera viaja en su cerebro hacia el fin del espacio universal.
Qué bien no lo hay, por lo menos, en el sentido de espacio finito descubierto.
— Ven, Kesman, las jóvenes deben ser presentadas a ti, personalmente, —a cada una de ellas, deberás darles quince minutos de atención, —conversar con ellas, escucharlas, preguntarles lo que quieras, cada una de ellas, estará sola contigo en tu despacho, el cual hemos arreglado para que puedan dialogar a gusto y de forma tranquila, ven, vamos, ellas pasarán una a una.
Bobby, toma del brazo a Kesman, y lo dirige hacia su despacho, y Kesman va, casi con un gran vacío mental dentro, como aquel espacio vacío que supuestamente hay en el universo y que han encontrado recientemente los estudiadores espaciales.
Rápidamente, acomodan a Kesman, en un sillón muy cómodo y frente a él, un sofá recibirá a cada muchacha, a dos metros de él…
Así pasa Jackie, una bella rubia de un metro y setenta…es quizá de las más altas, sabemos que Kesman, tiene un metro y setenta y cinco, y no han encargado que sean más altas. Jackie, se sienta, sus cabellos completamente lacios, le llegan a la cintura, y ella sonríe delicadamente cuando cruza las piernas frente al empresario más importante del mundo en ese rubro de las construcciones transcontinentales de altísima calidad en fuerza y resistencia de toda índole, así como en el estilo de la arquitectura universalista y espacial de última generación.
— Hola. – dice Jackie.
— Hola. – Responde Kesman.
— Entonces usted es dueño de todo esto…
— Así me han dicho.
— Qué raro – opina Merryl, la segunda muchacha que responde a lo mismo y comenzó preguntando lo mismo, pues Kesman, no dice más que aquellas palabras, y luego sonríe y mira, al vacío, aunque sus ojos estén sobre la nueva muchacha que ha ingresado.
— Ah, ah, ah– Ríe Katherine.
— De qué ríe… interroga Kesman.
— De nada, señor, Kesman…– agradece Liv.
— Usted está mintiendo al decir, que no sabe que es dueño de todo esto…–expresa Lana, que fue la que más segundos estuvo allí y Kesman, movió los hombros en expresión de duda.
— Es precioso este lugar – hubo dicho Grethel.
— Sí, a mí también me parece…– respondería Kesman, mirando hacia Nueva York desde su sitio girando un poco el dorso.
— Es altísimo aquí– afirmó Faye.
— Sí – respondería él.
— Mucho gusto señor Kesman. – dijo Cheloe.
— La veré un día…– respondería Kesman y la muchacha, movió los labios y luego los hombros.
Entonces ingresó la última joven. De nombre Phoebe.
— Hola – saludó la última bella rubia.
— Hola – Contestó Kesman, sonriendo apenas, mientras se quedó de pie, enfundando sus manos en los bolsillos del pantalón y sonriendo perdidamente.
La joven se detuvo a su frente. Caminó inclusive unos pasos.
Se miraron a los ojos.
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