Sigmund de pronto se pone de pie. Pide balbuceando:
— Espere, doctor, continúe... él, soportará.
El movimiento efectivamente se detiene.
Kesman deja de temblar y la maquinaria e inclusive la pared de un grueso de más de un metro, con relleno de acero triturado y forrado, con minúscula arenilla de grafeno y fortificado con cemento de la mejor calidad, ha soportado la vibración molecular que provocó el impacto celular en la biogénesis de Kesman y que hizo vibrar el total de la sala.
— Está bien decirme eso. Me asusté yo mismo.
— Conozco esas manifestaciones doctor.
— Por el santo cielo, deberá usted explicarme.
— No iría a quebrar la pared, le aseguro.
— Cómo lo sabe...
— La empresa, ha, construido este edificio.
— ¡Vaya! Tienen una gran publicidad ahora y usted como un gran marketero.
— Sí. Eso es lo que hago en la Global.
— Pero no nos entretengamos ahora en cuestiones de marketing y publicidad de infraestructura e ingeniería. El dilema es cerebral. Sino la empresa de este joven, podrá de verdad quebrar.
— Disculpe. Prosiga doctor.
El regordete señor llamado Sigmund, ahijado de Levit y padrino de Kesman, se sintió muy conmovido de lo que acabó de pronosticar, o antever posiblemente ese médico.
Era realmente lo que estaba por ocurrir.
Ese análisis del cerebro de Kesman, era indispensable para intentar salvar una crisis en la empresa de construcciones más rica del orbe.
Kesman parecía ya tranquilo y Sigmund al mirarle continuó recordando:
Levit, bajó la cabeza y se hincó apoyando sus brazos en la ventana, entonces lo levantaron, pero él sintió que caía nuevamente, alguien le pasó algo para que tome, y apenas pudo tocarlo el vaso.
Quería verla, quiso entrar, pero no le permitieron; no podía estar allí dentro ni un minuto pues perdería también la vida… sus defensas nucleocelulares no correspondían a la densidad de su energía para soportar ni siquiera un minuto dentro de la sala de operaciones.
Fue una cirugía muy especial también, ambos tenían sangres diferentes, y toda la operació fue dirigida también mediante condiciones fuera del conocimiento de las masas.
Un invento nuevo, quizá, pero algo que nosotros no podríamos entender así rápidamente, en un libro, que nos relatare algo como yo os cuento aquí.
Sí, era algo de cuestiones biológicas completamente fuera de serie en el contexto médico científico.
Así se fue Odalia Derr
Levit Kehr, no pudo aceptar que su amada se haya ido.
Sigmund lagrimea.
Es un momento muy especial…
Sigmund, siente que es, ese instante, muy parecido al de su madre.
Cuando falleció, las paredes de la sala quirúrgica especial y secreta, temblaron.
Kesman ha de estar en un proceso necesario para saber algunas cuestiones preocupantes.
Y Sigmund, ve al médico que le hace una seña para aproximarse del monitor, y va hacía allí, observa el rostro de Kesman y lo ve tranquilo, como durmiendo plácidamente.
En el monitor, puede apreciar que las luces se han juntado y forman un universo, unos centros luminosos, parecen planetas y se aproximan a uno de ellos…
Sigmund sonríe, el planeta azul, aparece, Venus, está allí, lógicamente no es como verlo en una fotografía, es algo casi abstracto, pero es Venus, y más allá, ve a Alfa Centauro, una estrella, y unos planetas también
Sabe él lo que eso es lo que está viendo.
Asiente al médico.
— Sí, él anda en ese estado… mejor decir, sus preocupaciones se dislocan hacia esos espacios… No entiendo por qué se van así, y no forman figuras humanas aún.
— Él no está viendo personas, son sensaciones.
— Su memoria emotiva es mayor que la memoria normal.
— Así, está, no quiere hablar nada de su pasado. De sus padres, de nada ni de nadie, que no sea después del nacimiento para acá.
Su vida cambió después que se fue su padre. Ahí empeoró.
— Mire, por más que este mecanismo tiene esa propiedad, veo que es como una pared, que su vida está detenida allí, en un tiempo fuera de lo real, de lo cotidiano, que él mismo no puede manejarlo.
Hay otras alteraciones de luz, que puedo utilizar para formar recuerdos, pero eso me llevará varias semanas y quizá meses, y no sé lo que pueda conseguir…. Hay mucho sí, he visto, que al paso de las luces de láser, las vibraciones pueden contar mil recuerdos, tanto de ellos como de él mismo. Pero no me atrevo a ingresar a esa cuestión sin la aprobación de él y de la unidad general médica
—Está bien doctor, mejor, déjelo allí, no vayamos más adelante, yo comprendo muchas cosas y hablaré con él, esté sin cuidado, que estaremos pendientes de lo que se pueda avanzar.
El doctor inicia el cierre de la sesión, y Sigmund se apega a Kesman, esperando que le quiten los sensores y pueda despertar, y salir de ese lugar tan especial que no deja de estremecer.
No es real todo aquello, o por lo menos, no hay costumbre para aceptar esas cuestiones tan difíciles de creer.
Más tarde, Sigmund, espera en el jardín del hospital a Kesman.
Este sale de hablar con los médicos y desciende la escalinata externa, tranquilo.
Es un hombre perfecto. Un ángel vestido.
¿Qué ha pasado con su vida, porque toda pasión, todo encanto, toda alegría del cariño se ha alejado de él?
Cualquiera, con esa figura, ese estilo, podría quedar encantado, o encantada, no vamos a decir solamente para el amor, sino para la amistad
Kesman no tiene amigos, ni tiene novia, ni tiene nadie que le mire.
Precisamente, en ese momento, unas muchachas caminan hacia dentro del hospital y pasan junto a él y ninguna le mira, es como si no existiera.
Imposible que tres muchachas hayan pasado junto a ese adonis de Michelangelo Buonarroti vestido con ropas del siglo XXI.
—Sigmund, despierta hombre, qué me miráis tanto… parecéis soñando… creo que a vos, debería yo mandaros hacer un estudio cerebral como ese.
¿Estoy feliz sabéis?
Que los médicos dieron pie hacia atrás, y yo contento, perdí un día de trabajo pero aquí estoy… libre, tengo siete días para hacer lo que quiero.
— Qué queréis, estimado Kesman.
— Quiero estar viajar, tranquilo y solo, para recordar…ja, ja, ja
— Diga el señor, dónde quiere que lo lleve para que comience su vacación.
— Dime Sigmund, cómo es que mi mente está retenida en el tiempo, cómo es que puedo recordarte a vos, y puedo recordar acontecimientos hasta de, cinco… Años… oh…
— Qué pasa….
—Sí, solamente puedo recordar hasta cinco años atrás, eso, al punto de perder el mayor recuerdo de los últimos años, aquel de Londres, está por esfumarse de mi mente. Qué es eso… Sigmund.
— Sí mi querido Kesman, ese es el problema, el caos de tu trastorno cerebral, parece recaer en un tiempo perentorio, cinco años, y zas, se va de tu mente, y eso, eso nos preocupa a todos, entendéis.
— Déjame ir hacia Grecia, cómprame un pasaje hoy mismo para Atenas, y cualquier ciudad en la que vea poca gente, a los lagos y costas de Grecia y cinco días, puede ser que te cuente que pasó con mi mentalidad, después de ese viaje, os prometo.
—Está bien Kesman. Ahora mismo lo haré.
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